miércoles, 13 de julio de 2011

"MONOPOLIO": LA POLITICA COMO UN JUEGO EXCLUYENTE.

El nacionalismo de ustedes se parece al amor del hijo junto a la tumba del padre; el nuestro, se parece al amor del padre junto a la cuna del hijo (...)Para ustedes la Nación se realizó y fue derogada; para nosotros, todavía sigue naciendo
Arturo Jauretche.



"La solución no está en las urnas,  la lucha decide".
 Graffiti.



  

La lucha política revolucionaria,  que aspira a la toma del poder para su transformación, es una concepción con categorías y contenidos ideológicos, no se nutre de la filosofía posmoderna  de mercado que intenta el vaciamiento del pensamiento  individual y social, por el mero accionar partidista, amoldado y recubierto de un mecanicismo banal, que hace  del hombre una parodia del animal racional transmutado en animal de consumo. Cuando la  política se sumerge en las oscuras aguas de la rentabilidad, y se ejerce como un negocio más dentro de la feria de mercancías, bajo el capcioso axioma de la ley de la oferta y la demanda, deja de ser lo que es, cultura de la vida, militancia del hombre nuevo, poder como construcción histórica y social.
 Hace tiempo que el sistema ha planteado esta modalidad  de deconstrucción que no pretende ni más ni menos,  que destruir (sin mostrarlo del todo) la política como dialéctica de la sociedad, intentando reducir a niveles mínimos o a la nada,  la participación y el compromiso. En síntesis no hace   más que  traducir  en todas sus estructuras, la dinámica de la  exclusión, a la que la lucha de los movimientos sociales y políticos de base,  tampoco  escapa, por supuesto.  Vaya como ejemplo, el Che, Salvador Allende, Evita, y otros iconos de liderazgo, los cuales son continuamente deconstruidos, no ocultados, al contrario, convertidos en mitos del marchandising. Fueron segmentándolos a su medida, para desposeerlos de toda su significación,  y convertirlos  trastocándolos, en  artículos del esnobismo o la  moda.
La estupidización de las masas a través de los medios masivos de comunicación responde fundamentalmente a este proceso, generar estratos de autómatas que solo funcionan para lo que están programados.

La sustentabilidad del sistema de partidos basado en la representatividad de intereses y en el protagonismo de los militantes, ha sido cercenado y cooptado por una camarilla de dirigentes pseudoprofesionales y burócratas que han suplantado ese rol, para adueñarse de la práctica política, social y cultural. Son los avezados funcionarios y tecnócratas del estado democrático actual.
Cuando se nos plantea la política sólo como una S.A, una empresa más de las que operan en línea, lo que en relidad se nos dice es que sólo hay espacio para una elite, capaz de manejar nuestros destinos y que en definitiva, ese modelo no quiere, no admite y no necesita otra cosa.
Si los dejamos que así lo hagan, ese ya es otro tema.
Raúl Olivares.-
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