martes, 28 de mayo de 2013

VANESA ORIETA TRAS EL "NADIE DESAPARECE": "TENEMOS QUE PERFECCIONAR LA DEMOCRACIA"






DOMINGO 26 de mayo de 2013 » Derechos Humanos

Vanesa Orieta tras el "nadie desaparece": "tenemos que perfeccionar la democracia"




En un acto realizado el martes 21 de mayo pasado en la ciudad de La Plata, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner afirmó: "hoy, afortunadamente, nadie puede desaparecer de ningún lado". Iván Torres, Jorge Julio López, Luciano Arruga, Facundo Rivera Alegra, Daniel Solano, son tan solo cinco nombres que dan cuenta de que esto no es así. Cinco de las muchas personas que desaparecieron en distintas circunstancias durante los últimos años y tuvieron a las fuerzas de seguridad del Estado como verdugos. Dialogamos con Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, sobre sus sensaciones tras escuchar los dichos de la presidenta. Palabras que según aclaró, no le sorprendieron, sino que le sirvieron para confirmar la falta de compromiso real que existe en relación a la llamada violencia institucional. 

Por La Retaguardia



En un acto realizado el martes 21 de mayo pasado en la ciudad de La Plata, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner afirmó: "hoy, afortunadamente, nadie puede desaparecer de ningún lado". Iván Torres, Jorge Julio López, Luciano Arruga, Facundo Rivera Alegra, Daniel Solano, son tan solo cinco nombres que dan cuenta de que esto no es así. Cinco de las muchas personas que desaparecieron en distintas circunstancias durante los últimos años y tuvieron a las fuerzas de seguridad del Estado como verdugos. En su mayoría, conforman un grupo social condenado que es el de los jóvenes pobres que son visibilizados como un peligro, como posibles delincuentes, o bien son directamente negados. Dialogamos con Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, sobre sus sensaciones tras escuchar los dichos de la presidenta. Palabras que según aclaró, no le sorprendieron, sino que le sirvieron para confirmar la falta de compromiso real que existe en relación a la llamada violencia institucional.
“Creo que las palabras de la presidenta traicionan una lucha de un sector de la sociedad humilde que está peleándola contra la violencia institucional”,afirmó Vanesa Orieta a La Retaguardia. Orieta es hermana de Luciano Arruga, un joven que fue visto por última vez en el destacamento policial de Lomas del Mirador el 31 de enero de 2009. Efectivos de la Bonaerense lo habían detenido por negarse a robar para ellos. Desde entonces se encuentra desaparecido.
“Lamentablemente un sector humilde de la sociedad y algunos locos somos los que estamos peleando por una democracia justa para todos. La triste realidad es que no somos escuchados en ningún espacio, ni en los judiciales, ni en los políticos ni en los espacios que comunican. Esta es una realidad y hay que reconocerla, y eso trae aparejado que no se conozcan las problemáticas que se viven en estos lugares que no son escuchados, y quizás esto también da lugar a que personas con poder puedan decir cosas que para nosotros son barbaridades, como que no hay desaparecidos, porque realmente sí los hay, y me extraña más que diga esto ella, la presidenta, o este gobierno que acompaña fuertemente el caso de Marita Verón, todos sabemos que las mujeres todavía siguen siendo secuestradas por las redes de trata. Me parece incomprensible que no haya tenido aunque sea la estrategia de no decir nada”,agregó Orieta en relación a las declaraciones de Cristina Fernández.
La joven manifestó además su alarma ante el silencio de los organismos de derechos humanos que nada salieron a decir tras las dichos de la mandataria en el acto de La Plata: “decir esas palabras, sin entrar en ninguna discusión, es crear una sintonía diferente en la sociedad, es como dejar entender que esa realidad terrible no pasa, y pasa, no importa cuál sea el número, si es un caso o muchos. Igualmente desde la apertura de la democracia hasta ahora son más de doscientos los casos de desaparecidos, pero no se puede decir tremenda frase cuando uno además no ha traicionado quizás este juego terrible que se da de que por denunciar algo quedás de la vereda de enfrente, del lado de la oposición. Por eso uno nunca ha caído en decir que Luciano era un ciudadano argentino desaparecido bajo la gestión de la presidenta, porque entendíamos que eso generaba un juego”.
En este sentido Orieta remarcó que está claro que actualmente no existe un plan sistemático para desaparecer personas: “me parece que no está bueno caer en ese lugar donde igualar momentos históricos de la Argentina es erróneo. No nos tienen que hacer quedar a nosotros en ese lugar tan estúpido de pretender que todos crean que esto es un plan sistemático o que hay algo orquestado para desaparecer sistemáticamente pibes pobres en el barrio; lo que nosotros decimos es que hay muchas políticas generadas en la democracia que están bien en materia de derechos humanos, pero en los barrios pobres, lamentablemente, se sigue sufriendo la violencia institucional por la falta de muchos poderes, entre ellos el poder político, porque acá no hay intervención de aquellos que deberían controlar el accionar de las fuerzas de seguridad, que siguen siendo el brazo armado del Estado, responden también a alguien. Discutiríamos si es real el autogobierno (de las fuerzas de seguridad), y sí lo discutiríamos, seguramente existe un autogobierno, pero seguramente también hay un poder político que se compromete muy poco a tratar de solucionar por ejemplo el autogobierno o tratar de no seguir acumulando más fuerzas cuando se sabe que es seguir sumando más hechos de violencia institucional en los barrios. Yo creo que lo que generan todas estas cuestiones es que se mire con poco peso la lucha de los familiares. Se quita responsabilidad política como lo vienen haciendo con las campañas de violencia institucional, donde el Estado se pone casi como un organismo de derechos humanos, a decir que esta realidad existe y hagamos cursos, campañas, discutamos y que ese sea el lugar de los familiares para discutir la violencia institucional. Hay algo que anda mal en eso y creo que somos nosotros los actores sociales que tenemos que empezar a tener un pensamiento un poco más independiente y crítico, y ver si queremos hacer de esta democracia algo un poco más perfecto a lo que tenemos. Creo que de eso se trata, de perfeccionar la democracia”.
Vanesa Orieta es una joven, familiar de un adolescente desaparecido en Lomas del Mirador. Pero ya es mucho más que eso. Se ha convertido -en realidad la vida la ha convertido- en una referencia en la lucha contra la violencia institucional. Sus reflexiones tras las desafortunadas palabras de la presidenta, no hacen más que poner las cosas en su lugar. No responde desde el dolor, como suelen decir para descalificar a los familiares de víctimas, sino que lo hace desde un posicionamiento político claro. Seguramente por eso su respuesta es contundente.

AUDIO:


La Retaguardia




lunes, 27 de mayo de 2013

RODOLFO DECKER EN PUERTO CULTURA: PASADOPRESENTE




Este sábado(ciertamente en un horario tarde), pude disfrutar la presencia de Rodolfo Decker en el programa "Puerto Cultura". Lo difundo en función de su importancia testimonial, para quien no lo haya podido ver. Independientemente de las posiciones ideológicas, claro está, Rodolfo Decker, nos permite adentrarnos en una época, un movimiento histórico, un líder y su pueblo; en ese curso dialéctico político-social, también, por supuesto, Cultural, que irrumpió en 1945, con sus antecedentes y sus consecuencias. Es de destacar, aquel tremendo impacto que produjo, entre tantas medidas, el "Estatuto del peón", no solo en la oligarquía terrateniente, en el patrón de estancia, sino también, y especialmente, en los mismos peones, que con verdadero asombro, descubrían por ese Estatuto, que tenían derechos... 

Para oír, para aprender, para debatir...


aportes en la crisis.-


Puerto Cultura - Rodolfo Decker







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RODOLFO DECKER EL COMPAÑERO QUE SE BATIÓ A DUELO DOS VECES POR EVITA.


Por Roberto Caballero







Ex diputado y ex director de El Laborista, preside hoy el Club del 45.Fue presidente de la bancada de diputados peronistas en 1946, con apenas 25 años, por lo que se dejo los bigotes parta aparentar mas edad. Fue hace 64 años, dos veces en una misma jornada, y sobrevivió para contarlo. Las charlas con Eva hasta las 5 de la mañana. 





Por Roberto Caballero



Viajar al pasado con los ojos del presente es una travesía a realizar siempre con cuidado, siempre en puntas de pie.
Porque hoy resulta inimaginable –además de ilegal– que alguien pretenda morir o matar por honor, es decir, que quiera lavar una ofensa con sangre.

Pero a mediados del siglo XX, elegir padrinos, caminar con un arma en la mano los 16 pasos de rigor, darse vuelta y apretar el gatillo para partir o despachar a otro de este mundo, era aceptado por los códigos caballerescos de entonces. Rodolfo Decker tiene hoy 92 años y una lucidez envidiable.

Fue presidente de la bancada de diputados peronistas en 1946, con apenas 25 años. Era tan joven al mando de los más de 100 legisladores oficialistas, que se dejó los bigotes para aparentar más edad.

En 1948, Decker dirigía, a su vez, el diario El Laborista, de un peronismo editorial desbordante. Fue precisamente desde las páginas de su diario que respondió a una columna que el coronel José Francisco Suárez había escrito en La Prensa y que consideró injuriosa hacia la figura de Eva Perón.

Decker insinuó en tapa que la mujer del militar tenía una doble vida. Días después, recibió una visita inesperada.
Lo que sigue es la historia del hombre que se batió a duelo por el honor de Evita, y sobrevivió para contarlo.


–¿Usted reacciona por el artículo del coronel José Francisco Suárez?

–Exacto. Frente a esa infamia, como director de El Laborista – usted sabe que los directores de los diarios estamos muy bien informados –, me enteré que la esposa de este coronel no hacía honor a su matrimonio.

Entonces, al día siguiente, con título catástrofe publiqué en tapa que "el coronel tal, en lugar de referirse en la forma en que lo hace a la esposa del excelentísimo presidente, señora María Eva Duarte de Perón, debería fijarse en los ramazones que tiene en su frente".

Frente a esa situación, al día siguiente me vienen a visitar dos caballeros: el diputado y coronel Gregorio Pomar y el diputado Luis Dellepiane, radicales ambos, este último hijo del que fue el último ministro de Guerra de Don Hipólito Irigoyen.

Los recibo en El Laborista, y me manifiestan que vienen a pedirme una rectificación de lo expresado en el diario o una satisfacción por las armas con sus padrinos.

Yo les digo que lamentablemente no voy a poder batirme a duelo en esta oportunidad por la sencilla razón de que, de acuerdo con las normas de la caballería, quien no sabe poner en orden a su propia esposa, no es un caballero.

"Comprendan que yo con este coronel –les digo– no me batiré." Frente a esta situación, dijeron: "Lamentablemente, deberá batirse a duelo con nosotros, que somos los padrinos del coronel."

Les respondí: "Para mí ustedes sí son caballeros. Designen a sus padrinos y no tengo inconveniente de ir al duelo."

–¿Usted solo contra los dos?

–Sí. De buenas a primeras, me encontré con que debía batirme a duelo con los dos.

En esas situaciones caballerescas, usted no puede nunca echarse atrás.

Además, yo representaba en ese momento a un partido, para mí era un enorme honor.

Arreglaron los padrinos, se pusieron de acuerdo y uno de los duelos se realizó en el Club Militar de Vicente López.

–¿Se había batido a duelo alguna vez? ¿Tenía manejo de armas?

–No. Ni una cosa ni la otra, pero en esos momentos usted no puede dar ni un paso atrás.

Siempre he aconsejado a mis compañeros y colegas que cuando uno se encuentra en una situación caballeresca, no hay que hacer otra cosa que aceptarlo y seguir adelante.

–O sea que se animó sin experiencia a un duelo a matar o morir. A primera sangre, como se dice…

–Cuando es con pistolas, eso de primera sangre es relativo. Eso ocurre cuando se bate a duelo con sable o espada, porque un tajo es suficiente para parar el asunto.

Acá no era así: una bala en la cabeza o en el corazón, no suspende nada.

–La fecha, según el archivo, fue el 3 de marzo de 1948.

–Efectivamente. Una mañana de mucho frío, oscura, era muy temprano. El primer duelo fue con el coronel Pomar, para mí, sinceramente, un caballero, un señor.

–¿De buena o mala puntería?

–Le digo la verdad: yo nunca había tenido una pistola de duelo en mis manos, que son siempre muy pesadas.

Mi intención no era tirar al cuerpo al contrincante.

Yo soy católico, apostólico, romano y me siento en la obligación de evitar todo lo que sea un verdadero crimen o matar a un individuo.

No estoy en condiciones morales para hacerlo porque mis principios no me lo permiten.

La otra persona, no sé cómo habrá procedido, pero yo sabía que era un caballero, de manera que nos batimos a duelo y no pasó nada, no nos dimos y no nos reconciliamos.

A la tarde, era el segundo duelo, en situaciones muy especiales, porque los padrinos del diputado Dellepiane decían que no estaban de acuerdo con el lugar que habíamos elegido por la mañana porque había ido mucha gente.

Claro, había salido en los diarios.

Y ellos dijeron que iban a elegir otro lugar para que no haya nadie.

Y mis padrinos les aceptaron que ellos lo eligieran. Y eligieron un horno de ladrillos abandonado en proximidades del camino que va a La Plata.

Yo desconocía totalmente.

Lo dramático del asunto es que ellos venían adelante y nosotros seguíamos a sus dos o tres autos.

Con buena fe, los íbamos siguiendo.

En esa época, el ferrocarril atravesaba el camino a la altura entre Avellaneda y Quilmes, con una barrera que cuando estaba baja, impedía el paso de los vehículos.

Pasan ellos, paso yo, y el coche que venía con gente acompañándome, médicos y demás, baja la barrera y no puede pasar.

Me encontré solo frente a todos los demás.

Cuando llegamos allá, había como 30 o 40 personas que ya estaban allí.

Mi situación no era muy gratificante, pero había que hacerlo.

Fuimos al duelo. Cada cual hizo su parte.

El duelo era a 16 pasos y de frente, de manera que era interesante y dramático.

Estaba el general Basilio Pertiné (NdR: abuelo de la mujer de Fernando de la Rúa), que era el director de los dos lances.

Decían "uno, dos, tres… fuego", y usted tenía que disparar antes que dijeran el número tres.

Hice mi disparo antes que dijeran el número tres, y no pasó nada.

Pero Dellepiane siguió apuntándome y el director Pertiné le dijo que bajara el arma, habían pasado los tres puntos y si me mataba era un crimen común y corriente.

Dellepiane dijo que su arma estaba descargada.

Pertiné tomó el arma, la gatilló y salió el tiro.

No sé lo que pasó.

–La sacó barata, Decker. Sobrevivió a dos duelos en un mismo día… Todo por el honor de Evita. ¿Ella se enteró? ¿Le agradeció el gesto?

–La verdad es que me agradeció mucho pero yo no le quise dar ninguna trascendencia.

No hice más que cumplir con lo que correspondía. Eva Perón se merecía eso y mucho más.

Nosotros veíamos cómo se sacrificaba. Era una mujer extraordinaria.

Muchas veces he acompañado a la señora porque ella me lo pedía en la Secretaría de Trabajo y Previsión, que atendía hasta las dos de la mañana a la gente humilde, las abrazaba, las besaba, no tenía temor a nada, ayudaba a todo el mundo y después con dos o tres amigos de ella que estábamos ahí acompañándola, nos invitaba a la Residencia Oficial a cenar, adonde llegábamos a las dos y media de la mañana y la mesa ya preparada, y la señora nos explicaba cuáles eran sus sueños, lo que pensaba para el país, para la gente humilde y los trabajadores.

A las cinco o cinco y cuarto, sonaba el despertador del General y la señora decía: "Muchachos, si el General nos encuentra acá, nos mata a todos, váyanse enseguida", y agarraba a los caniches para que no ladraran y nosotros salíamos por la puerta del costado.

–¿Cuántos años tiene hoy?

–Apenas noventa y dos. Y sigo luchando en la política y en la profesión. No he abandonado ninguna de las dos cosas, mis grandes amores, aparte de mi esposa, de apenas 91 años. «

El club del ’45

Rodolfo Decker preside hoy el Club del ’45, instituto dedicado a la divulgación de la doctrina peronista.

Pertenece a esa camada de contemporáneos de Perón y Eva Perón que no interpretan al justicialismo: lo relatan tal y cómo lo vivieron.

Porque son, fundamentalmente, protagonistas de una época intensa.

En la bibliografía no peronista, su nombre aparece junto a los de Raúl Apold y José Visca como los exponentes de una política de medios –la del primer y segundo peronismo– que suele resumirse en la clausura del diario La Prensa.

Son visiones parciales de un proceso histórico complejo, y del siglo pasado, imposible de saldar en estas páginas que sólo buscan homenajear a Evita, cuando se cumplen 60 años de su muerte, desde una anécdota personalísima.






lunes, 20 de mayo de 2013

VIDELA: ESA MUERTE...



http://kaosenlared.net/

"No, no se podía fusilar. Pongamos un número, pongamos cinco mil. La sociedad argentina, cambiante, traicionera, no se hubiere bancado los fusilamientos: ayer dos en Buenos Aires, hoy seis en Córdoba, mañana cuatro en Rosario, y así hasta cinco mil, 10 mil, 30 mil. No había otra manera. Había que desaparecerlos. Es lo que enseñaban los manuales de la represión en Argelia, en Vietnam. Estuvimos todos de acuerdo. ¿Dar a conocer dónde están los restos? Pero ¿qué es lo que podíamos señalar? ¿El mar, el Río de la Plata, el Riachuelo? Se pensó, en su momento, dar a conocer las listas. Pero luego se planteó: si se dan por muertos, enseguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién mató, dónde, cómo".

Seoane, María (2001), El dictador, Buenos Aires: Sudamericana, pag. 215




Cuánto odio y cuánta perversidad, cuanto dolor y cuánto terror, cuánta omnipotencia y cuánto mesianismo, cuánto de tanto, cuánto de cada una de las miserias humanas caben en la muerte de Videla... Muerte portadora de muerte siempre, nombre de la muerte, signo de muerte, muerte de muerte y más muerte, indefinidamente... Tan infinito es el crimen que no se puede asimilar, tan exponencial es el pecado, que se hace insondable y perenne en la misma naturaleza del hombre: lesa humanidad!!

Memoria: se fue pero no solo, con él se van tantas atrocidades como verdades silenciadas, guardadas, ocultadas. Su venganza y su nefasto "legado" póstumo-seguir matando una y mil veces callando la verdad-aquella que no sabrán de él, que guardo más allá del bien y del mal, preciado botín, de los muchos trofeos que íntimamente selló, para prolongar la agonía de las víctimas, para mantener ese poder incógnito de listas, de nombres, de lugares, de personas, de entidades, de identidades, de cuerpos...

Justicia: se fue, pero con la justicia que brutalmente negó a miles, juzgado con sentencia (a pesar de la espasmódica y perturbadora dilación de sus causas), en cárcel común, sin castigos más que la privación de la libertad, solo, solo, solo...Durmiendo, llegó aquella que fuera su emblemática aliada, compañera y también, como pasa con los que degradan, denigran y envilecen la humanidad, él mismo, se fue haciendo muerte de sus propias muertes: muerte y finalmente, crimen encarnado. 

Verdad: se fue, pero queda mucho por hacer, su fin determina que lo que queda debe realizarse con celeridad y sin vueltas. El fue la personificación de todo un perverso sistema de terrorismo de Estado, de un golpe cívico-militar-eclesiástico, que no se mantuvo sino por la connivencia con amplios sectores, que asimismo, deben dar respuesta ante la sociedad y la misma justicia. La cizaña debe ser cortada de raíz, si hay algo que definió que su nefasta presencia no se extendiera aún más, eso ha sido, que no tuviera el más ínfimo lugar en este mundo, que no pudiera tolerar la carga irreversible de la Verdad Histórica, expresada en términos de lucha social, por una sociedad más justa. 
La gran deuda se mantiene con todos los genocidas, cuyas causas aún siguen aplazadas o cajoneadas; es imperativo que ellas se encaucen jurídicamente sin evasivas de ningún tipo. Así también, resulta ineludible, que se desclasifiquen, se abran y difundan públicamente, todos los archivos de la Dictadura, de lo contrario, se nos seguirá ocultando y encubriendo, la total dimensión del genocidio perpetrado, a quienes abarcaba su autoría ideológica-material, quienes tuvieron participación necesaria en su concreción, quienes fueron sus cómplices y sus responsables, en los distintos niveles de intervención en el mismo. Sustentar su secreto, como política de Estado, es en definitiva, una estrategia funcional a sus intereses, aunque se diga lo contrario. Silenciar se silencia, además, enterrando esos archivos, en la suma custodia de la SIDE, de las Fuerzas Armadas o de cualquier otro organismo estatal. Su apertura, por el contrario, es la clave para esclarecer, avanzar y decidir, en un proyecto integral de auténtica justicia en materia de DDHH.


No celebramos su muerte, no somos como ellos, nos diferencian enfática y éticamente, 30.000 compañeros que dieron todo por Principios revolucionarios, en donde solo caben la Vida, la Igualdad, la Justicia, los Derechos, la educación, la salud pública y tantas pero tantas Utopías más, que no alcanzan todos los odios y maquinaciones para destruirlas. 


A años luz de ellos, y de eso que los constituye en asesinos. 




aportes en la crisis.-

miércoles, 15 de mayo de 2013

AL-NAKBA: A 65 AÑOS DE LA CATÁSTROFE PALESTINA

1948 - 15 de mayo - 2013

A 65 AÑOS DE LA EXPULSIÓN DEL PUEBLO PALESTINO DE SUS TIERRAS, QUE LLEVÓ A LA FUNDACIÓN DEL ESTADO DE ISRAEL EN 1948.-


Mujer palestina conservando una llave del '48

"Nosotros no hemos olvidado el principio, ni las llaves de nuestras casas, ni las farolas de las calles encendidas con nuestra sangre, ni a los mártires que nutrieron la unidad de la tierra, del pueblo y de la historia, ni a los vivos que nacieron en el camino quienes solo pueden, en tanto el espíritu de la paria permanezca vivo en nuestro interior, conducirse a una patria del espíritu."


"Los artífices de al-Nakba no han conseguido romper la voluntad del pueblo palestino ni borrar su identidad nacional"

Mahmud Darwix 
Poeta palestino


"Hoy [15 de mayo], el día del gran recuerdo, no miramos atrás para desenterrar la evidencia de un crimen pasado porque al-Nakba [El Desastre] es un presente extendido que augura mantenerse en el futuro. No necesitamos nada para recordar la tragedia humana que hemos padecido durante los últimos 53 años: seguimos viviéndola en la actualidad. Seguimos resistiendo sus consecuencias, aquí y ahora, en la tierra de nuestra patria, la única que tenemos.
No olvidaremos lo que se nos ha hecho en esta tierra dolorida y lo que se nos sigue haciendo. Y ello, no sólo porque la memoria individual y colectiva es fértil, capaz de recordar nuestra triste existencia, sino porque la trágica y heroica historia de nuestra tierra y nuestro pueblo sigue tiñéndose de sangre en el conflicto abierto entre lo que ellos quieren que seamos y lo que nosotros queremos ser. 
Mientras los artífices de al-Nakba anuncian en estos días de conmemoración que la Guerra de 1948 no ha terminado todavía, ellos, desenmascaran escandalosamente el espejismo de su paz, un espejismo surgido en la pasada década que sugirió una promesa acerca de la posibilidad de poner fin al conflicto basada en la solución de dos pueblos compartiendo la misma tierra.
Desenmascaran también, y escandalosamente, la incompatibilidad del proyecto sionista -en tanto que su meta, exterminar a la población palestina, permanece en su agenda- con la paz.
Para los palestinos, el significado de esta guerra consiste en seguir estando sometidos al desarraigo continuo; en seguir siendo refugiados en su propia tierra y fuera de ella; en seguir sometidos al intento, tras la ocupación de su tierra y de su Historia, de trivializar su existencia para dejar de ser una inequívoca entidad en el espacio y en el tiempo y convertirse en redundantes sombras exiliadas del espacio y del tiempo.





Pero los artífices de al-Nakba no han conseguido romper la voluntad del pueblo palestino ni borrar su identidad nacional -ni por el desalojo, ni por las masacres, ni por la transformación de las ilusiones en realidad, ni por la falsificación de la historia. Tras cinco décadas no han conseguido ni forzarnos a la ausencia y al olvido ni divorciar la realidad palestina de la conciencia del mundo por medio de su falsa mitología y por medio de la fabricación de una inmunidad moral que confiere a la víctima del pasado el derecho a crear sus propias víctimas. No hay nada como un verdugo sagrado.
Hoy la memoria de al-Nakba viene a encontrarse con la lucha palestina en la defensa de su ser, de su derecho natural a la libertad y a la autodeterminación en una parte de su patria histórica, y ello, tras haber concedido más de lo que nunca fue necesario desde el punto de vista de la legalidad internacional para hacer posible la paz. Cuando la hora de la verdad se aproximaba, la esencia verdadera del concepto israelí de la paz se desenmascaró: mantenimiento de la ocupación bajo otro nombre, bajo mejores condiciones (para el ocupante) y a más bajo coste.
La Intifada -ayer, hoy, mañana- es la expresión natural y legítima de la resistencia contra la esclavitud, contra una ocupación caracterizada por la más sucia forma de apartheid, la que pretende, bajo la cobertura de un elusivo proceso de paz, desposeer a los palestinos de su tierra y de la fuente de su sustento y restringirles a reservas aisladas asediadas por asentamientos de colonos y carreteras, hasta el día en que tras aceptar el fin de sus demandas y de su lucha se les conceda llamar a sus jaulasEstado.
La Intifada es en esencia un movimiento civil y popular. No constituye una ruptura con la noción de paz sino que intenta salvarla de las injusticias del racismo, devolviéndola a sus verdaderos padres, la justicia y la libertad, previniendo que el proyecto colonialista israelí se mantenga en Gaza y Cisjordania bajo la cobertura de un proceso de paz que los líderes israelíes han vaciado de contenido.
Nuestras manos heridas todavía pueden extraer la marchita rama de olivo de los escombros de la masacrada arboleda, pero sólo si los israelíes alcanzan la edad de la razón y reconocen nuestros legítimos derechos nacionales, definidos por las resoluciones internacionales entre las cuales destacan: el derecho al retorno, la retirada completa de los territorios palestinos ocupados en 1967 y el derecho a la autodeterminación y a un estado independiente y soberano con Jerusalén como capital. De igual modo que no puede haber paz con ocupación, no puede haberla entre amos y esclavos.
La comunidad internacional no puede -como hizo en el año de al-Nakba[1948]- cerrar los ojos ante lo que está ocurriendo en la tierra de Palestina por mucho más tiempo. La agresión israelí sigue asediando a la sociedad palestina, sigue matando y asesinando con el uso excesivo del poderío destructivo que ejerce sobre un pueblo desarmado, un pueblo que defiende lo que queda de su amenazada existencia, los escombros de sus casas, los olivos que restan amenazados de ser también arrancados.
La naturaleza de la guerra declarada al pueblo palestino se determinará por la atención que atraiga de la comunidad internacional porque ella encarna la lucha entre valores internacionales en conflicto: por un lado, las fuerzas que pretenden permitir al sionismo colonialista y al apartheid vivir bajo nuevos nombres y fórmulas; por otro, las fuerzas que insisten en la necesidad de aplicar la justicia y la verdad en esta parte del mundo.
El compromiso de otros Estados y otros pueblos en la confrontación que está teniendo lugar en Palestina en la actualidad y su atención a un pueblo palestino privado de una digna vida cotidiana, demuestra no sólo que dichos estados y pueblos están comprometidos en la estabilidad política en Oriente Medio en beneficio de sus intereses sino que pone a prueba una posición moral que, a cambio, examina la credibilidad de que goza la libertad, la justicia y la igualdad en las vidas y culturas de esos pueblos.
La protección internacional contra el brutal terrorismo practicado contra ellos por el régimen israelí -que parece estar por encima del derecho y del orden internacionales- se ha convertido para los palestinos en una urgente necesidad. No sólo es necesario purgar los pecados del pasado sino prevenir la perpetración de futuros pecados, de añadir otro capítulo al libro de al-Nakba. Sin embargo, en lugar de reconocer su responsabilidad por al-Nakba y por la tragedia de los refugiados -un requisito imprescindible para cualquier solución política-Israel amplía el libro de al-Nakba tornando la lucha a su premisa cultural original, a su inicial campo de batalla -recordándonos que ninguna historia puede comenzar por el final.
Nosotros no hemos olvidado el principio, ni las llaves de nuestras casas, ni las farolas de las calles encendidas con nuestra sangre, ni a los mártires que nutrieron la unidad de la tierra, del pueblo y de la historia, ni a los vivos que nacieron en el camino quienes solo pueden, en tanto el espíritu de la paria permanezca vivo en nuestro interior, conducirse a una patria del espíritu.
No debemos olvidar ni el ayer ni el mañana. Mañana empieza hoy. Empieza con la insistencia en que el camino a recorrer hasta el fin, el camino de la libertad, el camino de la resistencia se haga hasta el final, hasta que la eterna pareja -libertad y paz- se encuentren."








AL- NAKBA: LA CATÁSTROFE, EL EXILIO DEL PUEBLO PALESTINO


  • Se cumplen 65 años de la expulsión de sus casas de 750.000 palestinos
  • Las víctimas reclaman a Israel que reconozca y repare sus crímenes







La Catástrofe Palestina (Al-Nakba)
¿Qué significa?

"Nunca antes en la historia moderna se había visto que una minoría extranjera invadiera la patria de una mayoría, con apoyo político, financiero y militar del exterior, que la expulsara de su patria y que borrara sus trazos como sucedió en Palestina. “Israel” distribuyó las hermosas casas de Jerusalén occidental, Haifa y otras ciudades entre los más destacados hombres del gobierno y en el resto albergó a cientos de miles de judíos procedentes de países occidentales. Las tres cuartas partes de las aldeas fueron arrasadas y sus casas destruidas, el por ciento restante también fue destruido pero en menor grado."





Es la separación del pueblo de su tierra. Es la expulsión de sus hogares, en 1948, de las familias de 531 ciudades y pueblos, es decir, el 85 por ciento de los habitantes de la tierra que ahora se denomina Israel y que representa el 92 por ciento de su superficie. En resumen, que el 70 por ciento del pueblo palestino ha pasado a engrosar las filas de los refugiados cuyo número se eleva a cinco millones 200 mil, de los que menos de cuatro millones están registrados en la Agencia de las Naciones Unidas UNRWA, que les ofrece lo necesario para vivir pero cada año de forma más exigua.



Los territorios confiscados por Israel suman 18 mil 700 kilómetros cuadrados, que solo alquila y vende a judíos aunque no tengan la nacionalidad israelí y vivan en otros países, mientras que prohíbe su alquiler a los palestinos aunque sean de “nacionalidad israelí”.


¿Cómo sucedió esa catástrofe?


En 1917, Gran Bretaña traicionó la promesa hecha a los árabes de otorgarles la independencia una vez terminada la dominación turca en sus países, de ahí que promulgara, por conducto de su ministro de Relaciones Exteriores, “La Declaración de Balfour”, el 2 de noviembre de 1917, en la cual “veía con simpatía” la creación de un hogar nacional judío en Palestina. Esa fue la promesa de quien nada posee a quien nada se merece y sin conocimiento de quien tiene el derecho. Durante 48 años de mandato británico, Londres dictó leyes y adoptó medidas que facilitaron la creación de ese hogar-nación hasta que se convirtió en Estado en el año 1948. En la época de la ocupación británica el número de judíos era de solo 56 mil, es decir constituían el 9 por ciento del total de la población, en su mayoría ciudadanos de países extranjeros.

Inmediatamente terminado el Mandato Británico, en 1948, el total de la población judía se elevó a 605 mil habitantes debido a la emigración, tanto pública como encubierta, permitida por Londres a pesar de la oposición de la población árabe, su resistencia y las revoluciones que llevaron a cabo, de ellas la más importante fue la de 1936.
Es así como los judíos pasaron a constituir el 30 por ciento de la población palestina que era de alrededor de un millón de habitantes en el año de la catástrofe.

¿Qué pasó con la tierra?


El sionismo intensificó sus esfuerzos para reclutar a judíos como empleados del gobierno cuando Gran Bretaña otorgó a los hebreos el privilegio de explotar los territorios que consideró propiedad del Estado. Londres creó una Administración de Agrimensura cuyo objetivo era determinar la propiedad de cada terreno a precios muy altos.
Con tales fines se dirigieron, primeramente, a los grandes terratenientes que vivían en países árabes adyacentes y luego a los grandes terratenientes palestinos residentes en las ciudades.
En cuanto a los campesinos, quienes cultivaban la tierra desde cientos de años atrás y estaban aferrados a ella, Gran Bretaña los asfixió imponiéndoles enormes impuestos que no le dejaban otro camino que acudir al usurero sionista para pedir créditos a cambio de hipotecar su tierra, la que no demoraba en pasar a manos del prestamista por falta de pago.






A pesar de tan intensos esfuerzos el sionismo sólo logró apoderarse del seis por ciento de la superficie de Palestina, es decir mil 681 kilómetros cuadrados, de los cuales 175 gozaban de alquileres privilegiados a largo plazo, otorgados por Gran Bretaña a los judíos. Otros 57 rezaban como tierra no clasificada y mil 449 eran adquiridos por los judíos directamente aún cuando no hubieran sido registradas de forma legal. ¿Quién vendió esos territorios?
Según estadísticas de la agencia judía, ellos compraron el 56,2 por ciento de esa tierra a los grandes terratenientes no palestinos quienes se encontraban ausentes, el 24,6 por ciento a los grandes terratenientes residentes en Palestina y el 13,4 por ciento a las iglesias y a empresas extranjeras. Mientras que a los campesinos, sobre quiénes pesaban enormes impuestos, solo les tocaba el 9,4 por ciento de los territorios vendidos, es decir, la mitad del uno por ciento de la superficie de Palestina.


La partición arbitraria



Después de 28 años de cooperación con los británicos, el sionismo solo pudo apoderarse del seis por ciento de la superficie de Palestina, aunque sí logró aumentar la población judía al 30 por ciento del total, tras lo cual trasladó todos sus esfuerzos hacia Estados Unidos al adoptar como defensor a su entonces presidente, Harri Truman, quien se enfrentó a su ministro de Relaciones Exteriores para que Estados Unidos presionara con todas sus fuerzas a los países pequeños amenazándoles con suspenderles la ayuda si no votaban a favor de la partición de Palestina entre sus habitantes, sus verdaderos dueños, y entre inmigrantes extranjeros que ni siquiera conocían el nombre de la ciudad a la cual llegaron.
El gran golpe para los árabes fue la aprobación, por exigua mayoría, de la Resolución para la partición de Palestina, la cual estipulaba la creación de un estado judío en el 54 por ciento del territorio palestino, así como un estado árabe en el resto del territorio incluyendo la internacionalización de Jerusalén con una administración independiente. Esa histórica ironía estipuló que una minoría extranjera inmigrante le impusiera su dominio a más de la mitad de Palestina, es decir, nueve veces más de lo que poseía, para erigir en ella un estado hebreo, la mitad de cuya población era árabe quiénes, de la noche a la mañana, se convirtieron en súbditos de un estado extranjero invasor.

La ejecución del plan se inició a principios del mes de abril de 1948 durante el mandato británico. Todo comenzó con la vinculación de los territorios judíos, seguida por la usurpación de los territorios árabes adyacentes y la expulsión de sus habitantes. Las fuerzas judías utilizaron la política de limpieza étnica, para ello rodeaban las aldeas por tres flancos dejando el cuarto flanco abierto. Luego reunían a sus habitantes y escogían un número de jóvenes para fusilarlos o quemarlos si los encontraban escondidos en una mezquita, en una iglesia o en una cueva. Al resto los dejaban para que escaparan y trasmitieran las noticias de las atrocidades cometidas o elegían a algunos para que realizaran los trabajos forzados no retribuidos como recoger las piedras de las casas árabes demolidas o cavar las tumbas para aquellos que ases! inaban. Nadie olvida la matanza de Deir Yassin, una de las 17 cometidas durante el mandato británico, y otras 17 cometidas después de este. Las autoridades británicas no hicieron nada por proteger a la población según lo estipulado en el Acta del Mandato.

No bien hubo terminado el Mandato cuando “Israel” se apoderó del 13 por ciento de la superficie de Palestina y expulsó a 400 mil personas de 199 aldeas, para anunciar la creación de su Estado en esta porción de tierra, pero sin definir sus fronteras, lo que ha propiciado la continuación del saqueo sionista para robar mas tierra.

En principio, el naciente estado comenzó por controlar la mayor parte de la llanura costera y la franja oeste del Río Jordán, alrededor del Lago de Tiberias, además de una franja que une a ambos en Marj Ben Amer en forma de N. También cayeron en sus manos importantes ciudades palestinas como Jaffa, Haifa, Tiberías, Safad y Bissan, en tanto que Acre también estuvo a punto de ser sometida.

La horrible catástrofe comenzó a conocerse ya que las noticias sobre las matanzas, como la de Deir Yassin, la más famosa, comenzaron a llegar a oídos del pueblo árabe en todas las capitales, lo que provocó manifestaciones populares de protesta y condena al silencio e indolencia de los gobiernos.

Después de ello, llegaron de manera dispersa y desorganizada pequeñas fuerzas regulares procedentes de los países árabes, cuyo objetivo era proteger al pueblo palestino de esa catástrofe, en respuesta al enojo popular árabe y a las manifestaciones que llevaban a cabo.








Antes Gran Bretaña no les hubiera permitido entrar a Palestina si hubieran querido hacerlo, pero su número y potencial militar era mucho menor que el de las fuerzas sionistas de lo que pasó a llamarse “Israel”. Esas fuerzas regulares llegaron a Palestina sin un plan único y sin conocimiento alguno del país o del enemigo. El total de esas fuerzas reunidas, aun cuando estuvieran bajo un mando único, no era mayor a un tercio de las fuerzas “israelíes” en las últimas etapas de la Guerra, por ello no lograron detener la expansión sionista que se desplegó rápidamente hasta ocupar Led y Ramleh, creando un puente que se extendió a Jerusalén, donde ocupó amplias superficies en Galilea. Eso constituyó la! primera señal de la derrota de los árabes.

La ocupación de Led y Ramleh fue una de las etapas más dramáticas en la historia de Palestina ya que los habitantes de ambas ciudades y los emigrantes provenientes de las aldeas de Jaffa que en ellas se encontraban, despertaron con la noticia de la retirada de las fuerzas jordanas dirigidas por el inglés John Glubb y el ataque de las fuerzas “israelíes” por el Norte y por el Sur. Los que se refugiaron en las mezquitas e iglesias fueron asesinados y el resto fue expulsado por medio de las armas o de aterradoras masacres. Una larga caravana humana de 60 mil personas, en el mes de Ramadán y bajo un ardiente sol de verano, se dirigió hacia Ramallah. Cuando se cansaban del largo camino abandonaban a ambos lados del camino lo poco que habían podido llevar con ellos. Le seguían los ancianos, los enfermos y luego los niños. Las fuerzas israelíes los conminaban a seguir y le disparaban a todo el que se paraba a tomar agua.

Cuando se anunció el segundo armisticio el número de refugiados aumentó considerablemente hasta alcanzar la cifra de 630 mil, quiénes fueron expulsados de 378 aldeas. “Israel” logró ocupar un espacio tres veces mayor que el territorio judío, en el se encuentran las tierras más fértiles y más densamente pobladas. Con ello concluyó realmente la Guerra de Palestina.

Pero la voracidad “israelí” aún no estaba saciada por lo que dirigió sus fuerzas hacia el Sur para ocuparlo y derrotar al ejército egipcio considerado la mayor potencia árabe. A mediados de octubre ocupó amplias superficies, desde el Sur hasta Beer Sheva y al Sur de Jerusalén, extendiéndose hasta la costa sur con lo que el número de refugiados volvió a aumentar hasta 664 mil que fueron expulsados de 418 aldeas.


“Israel” trasladó sus fuerzas del Sur hacia el Norte para llevar a cabo la ocupación total de Galilea y de 12 aldeas libanesas a principios de noviembre de 1948, controlando todo el Norte de Palestina más allá de la frontera libanesa, cerca de Galilea.

En Galilea ocurrió el mayor número de masacres debido a lo montañoso de la zona y como método para aterrorizar a la población que no quiso abandonar la ciudad situada en el estado árabe según la resolución de la partición.

Por esa situación, “Israel” cometió 24 matanzas en Galilea de un total de 34 que pudieron ser registradas, pues ninguna aldea se salvó de los asesinatos, la destrucción y el horror.

No hay dudas de que las masacres no eran más que una estudiada política israelí a fin de atemorizar a la población y expulsarlos, para así apoderarse de sus tierras, según testimonio de miles de sobrevivientes. A pesar de ello, Occidente no quiso prestar oídos a esos testimonios, ni creyó en ellos.


En los últimos años fueron publicadas investigaciones llevadas a cabo por historiadores israelíes que estudiaron los expedientes sionistas a los que tuvieron acceso. Esos documentos confirmaron la ocurrencia de dichas matanzas y las atribuyeron a la guerra, pero esa opinión comenzó a perder valor por la clara evidencia de que las matanzas se repetían invariablemente en cualquier circunstancia y por el hallazgo de órdenes expresas de altos jefes que ordenaban eliminar a la población.


Ahora han sido abiertos los informes de aquellos que actuaron como observadores durante el armisticio. En sus informes, los expertos plantean que por la cantidad de masacres cometidas “no tenemos el tiempo suficiente, ni las posibilidades para investigar cada una de esas atrocidades”. Pero los países árabes perdieron su capacidad de luchar para salvar a la población y no pudieron obviar las divergencias surgidas entre ellos en cuanto a la creación de una dirección unificada, por lo que se apresuraron a firmar los acuerdos de tregua con “Israel”, comenzando por Egipto seguido por Jordania, El Líbano y por ultimo Siria. Tras la firma de los acuerdos “Israel”, sin disparar un solo tiro, ocupó Neguev, en la región sur, hasta llegar a Um Rashrash, actual Elat, para izar su bandera en el Golfo de Al Aqaba.


Mientras se llevaban a cabo las negociaciones para la tregua, el Rey Abdallah renunciaba a 436 kilómetros cuadrados en el pequeño y fértil triángulo densamente poblado. Las sitiadas fuerzas egipcias, entre cuyos oficiales se encontraba Gamal Abdel-Nasser en cumplimiento de las condiciones de la tregua, se retiraron de Al Faluja con todas sus armas.


Con la ocupación del 78 por ciento del territorio de Palestina, “Israel” traspasó la línea divisoria por todos los lados, es decir el 24 por ciento por encima de lo estipulado en el proyecto de partición, pues ocupó Galilea Central destinada al estado árabe, también ocupó un triángulo que la unía a Jerusalén, a través de Led y Ramleh, a pesar de que Jerusalén es una zona internacional y de que todo lo que la rodea es árabe, según la resolución de la partición.






En el Sur, “Israel” se extendió hacia el Mar Muerto, ocupando la ciudad árabe de Beer Sheva. También las tres cuartas partes de la zona costera destinada a los árabes, de la cual solo quedó la pequeña Franja de Gaza.

Con ello “Israel” ocupó seis mil 300 kilómetros cuadrados que no estaban incluídos en el proyecto de partición. El territorio árabe usurpado por “Israel” era doce veces mayor al territorio judío de 1948. Realmente fue una gran adquisición.

A nivel humano esa catástrofe dejó 900 mil refugiados que fueron expulsados de 531 ciudades y aldeas y emigraron hacia lo que quedó de Gaza, al Sur, al Este hacia lo que se conoce por la Ribera Occidental y al Norte hacia Siria y El Líbano.


La catástrofe pasó a la historia como una mancha negra que costó la vida a muchos dirigentes y gobernantes; la caída de tronos y de regímenes y un precio que aún siguen pagando millones de refugiados en Palestina, sus alrededores y en el exilio.


El reparto del botín


Nunca antes en la historia moderna se había visto que una minoría extranjera invadiera la patria de una mayoría, con apoyo político, financiero y militar del exterior, que la expulsara de su patria y que borrara sus trazos como sucedió en Palestina. “Israel” distribuyó las hermosas casas de Jerusalén occidental, Haifa y otras ciudades entre los más destacados hombres del gobierno y en el resto albergó a cientos de miles de judíos procedentes de países occidentales. Las tres cuartas partes de las aldeas fueron arrasadas y sus casas destruidas, el por ciento restante también fue destruido pero en menor grado.

Es impresionante ver como algunos refugiados, ya ancianos, toman a sus hijos y nietos, cuando se les hace posible, y van a visitar el sitio donde estuvieron sus aldeas, para enseñarles su ciudad natal cuyo recuerdo llevan grabado en el corazón. Allí encuentran una pared por aquí, un árbol por allá, que los lleva a imaginarse que su ciudad aún está viva, algo que solo es una realidad en sus corazones y en el de sus hijos. Allí buscan la tumba de sus abuelos las que encuentran dispersas o con inscripciones en las que aparecen frases racistas en hebreo. Siguen buscando y encuentran asombrados que la mezquita se convirtió en un museo, en un restaurante o en un basurero.

El exterminio geográfico



A pesar de que hasta ahora el sionismo ha logrado usurpar la tierra, expulsar a sus habitantes y dispersarlos por todas partes del mundo en lo que se puede llamar exterminio geográfico, no podrá jamás eliminar al pueblo palestino el cual ha sobrevivido y se ha mantenido cohesionado en gran medida, y no desaparecerá como desaparecieron otras naciones anteriores en catástrofes menos graves.


¿Que le sucedió a la tierra?



“Israel” se ha tejido una tela de araña de legislaciones y leyes para protegerse de la condena internacional.
Comenzó por poner todas las tierras árabes en fideicomiso, asumiendo la responsabilidad de “cuidar los bienes de los ausentes” por lo que las confiscó como propiedad del estado. A tales efectos consideró ausente a todo aquel que se encontrara refugiado en un país árabe y que fue expulsado de su hogar por medio de guerras y masacres. También consideró ausente a todo palestino que permaneció en su tierra y fue a visitar a sus parientes a un país vecino, aún cuando estuviera a solo un kilómetro de distancia.

Si “Israel” desea apoderarse de una tierra cuyos dueños aún se encuentran en ella, declara la zona cerrada por motivos de seguridad y procede a evacuar a sus habitantes a quienes luego considera ausentes. Eso fue lo que hizo con las aldeas de Iqret y Baram, a cuyos habitantes mandó a salir por solo dos semanas y aún no han vuelto a ella. Es posible que muchos no conozcan la existencia en el propio “Israel” de refugiados palestinos, quienes fueron expulsados de sus casas y considerados ausentes-presentes a pesar de que tienen la nacionalidad “israelí”. Son 250 mil habitantes, es decir, un cuarto de los palestinos residentes en el país. El segundo paso de “Israel” fue establecer un “Organismo de Desarrollo” con derecho a explotar los territorios palestinos, alquilarlos y utilizarlos solo en beneficio de los judíos, colocando todas esas tierras bajo el régimen de “cuidar los bienes de los ausentes”. Dicho organismo entregó a su vez, como tercer paso, todas las tierras a la “Administración Israelí para los Territorios”, la cual se ocupa de administrar las tierras de los refugiados luego de anexarles las tierras judías pertenecientes al Fondo Nacional Judío. (En el año 1999 surgió una divergencia entre el gobierno y el Fondo por lo que sus territorios se volvieron independientes). “Israel” alquiló las tierras palestinas a los kibuts y moshav (aldeas cooperativas) por medio de contratos renovables cada 49 años, con la condición de que esas aldeas no le alquilaran terrenos a ningún árabe ni le permitieran invertir o trabajar en ellas.


La mayoría de los primeros miembros del ejército “israelí” surgieron en los kibuts bajo un régimen comunitario, en el que nadie poseía nada y en el que todos se ocupaban de cuidar a los niños, de trabajar la tierra y de realizar otras funciones. Eran una fábrica de incubar a los niños del estado quienes se criaron bajo los principios del sionismo, la lealtad y el racismo contra los árabes. Con el decursar del tiempo, se debilitó la importancia de esos principios por lo que muchos emigraron de los kibuts hacia la ciudad. Debido a ello, las tres cuartas partes de esas colonias cayeron por las deudas acumuladas lo que hizo que algunos acudieran a otras fuentes de ingreso como la industria ligera y el turismo. En estos kibuts solo vive el dos por ciento de la población de “Israel”.


Esta importante élite de peso en el ejército y el Knesset (Parlamento) se ha apoderado de 18 mil kilómetros cuadrados de tierra pertenecientes a los refugiados de los campamentos. Los kibuts consumen en la agricultura el 80 por ciento de los recursos hidráulicos de “Israel”, robado en su mayoría a los árabes, para producir el tres por ciento del Producto Nacional Bruto de “Israel”.


Esa enorme contradicción dada en el hecho de que 200 mil “israelíes”, habitantes de los kibuts, disfruten de las bondades de la tierra palestina, perteneciente a más de cinco millones de refugiados, no puede conducir a la paz aún cuando sea impuesta por la fuerza. Aunque existe una contradicción aún mas dolorosa ya que en la Franja de Gaza hay actualmente un millón 250 mil refugiados para una densidad poblacional superior a cuatro mil personas por kilómetro cuadrado, mientras que cada uno de esos refugiados puede ver, a través de la alambrada, a los “israelíes” disfrutando en la tierra a ellos arrebatada y que tiene densidad poblacional de seis personas por kilómetro cuadrado.


¿Entonces, dónde están los judíos de “Israel”? Aún viven en la propia tierra judía en la cual vivieron desde antes de 1948. El sionismo no los ha podido convertir en agricultores vinculados a la tierra ya que la mayoría de ellos ha vivido en sociedades civiles cohesionadas, que trabajan en la esfera de las finanzas, el comercio y la industria.






Las estadísticas “israelíes” revelan que el 78 por ciento de los judíos vive en solo el 15 por ciento de la superficie de “Israel”. Mientras que el 19, del 22 por ciento restante vive en ciudades, en su mayoría palestinas, como Jerusalén, Jaffa, Acre, Nazaret, Led, Ramleh, Beer Sheva, Majdel y Askalan; el resto son habitantes de los kibuts y las aldeas cooperativas. Ese fracaso sionista hizo que los arrogantes dirigentes como Ariel Sharon y Rafael Etan propusieran la adopción de leyes que permitieran “vender” algunas tierras de los kibuts a contratistas para construir viviendas en ellas para los judíos de todas partes! del mundo, dándole a los pobladores de los kibuts una compensación de aproximadamente el 25 por ciento del valor de la venta de una tierra que no les pertenece. A partir del año 1997, comenzó a ingresar al presupuesto del estado alrededor de un billón de dólares anualmente producto de la venta de las tierras palestinas, cuyos dueños aún están en el exilio.

Posible regreso


¿Tienen los refugiados derecho a regresar a sus hogares? ¿Acaso ello es posible? La respuesta es que el derecho al retorno es sagrado, legal y posible.


Sagrado porque ese es el sentimiento de todo palestino, tanto ancianos como niños, ya que a pesar de haber transcurrido más de medio siglo, ese derecho es la llama que ilumina la oscuridad de la vida que les ha tocado vivir.

Posible porque a pesar de la afluencia de emigrantes judíos hacia “Israel”, la mayoría de los territorios palestinos está deshabitada, o viven en ella la mayor parte de los palestinos que permanecieron en sus hogares según lo constataran estudios demográficos basados en estadísticas “israelíes”. Sobre esta base podemos suponer que si los refugiados de El Líbano retornan a Galilea se afectaría la densidad poblacional judía en esa zona en solo un uno por ciento. Si retornaran los refugiados de Gaza a sus hogares en el Sur se afectaría la densidad poblacional judía en solo un cinco por ciento. Además resulta una contradicción dolorosa el hecho de que el total de refugiados de Gaza y El Líbano sea igual al número de emigrantes rusos asimilados por “Israel” con toda facilidad en los años 90.


Es lamentable que muchos dirigentes no sepan que es posible el retorno de los refugiados a sus hogares en “Israel” según lo confirmaron serios estudios demográficos. Ellos aceptan con facilidad la leyenda sionista de que el lugar esta abarrotado y que los límites de la propiedad desaparecieron. Sería un disparate y una pretensión tendenciosa que no se puede sostener ante una investigación seria. Tenemos actualmente cientos de mapas británicos que evidencian las fronteras de los territorios árabes y su superficie en cada aldea y ciudad, también tenemos en los archivos de la ONU, casi medio millón de registros de inscripción, que muestran la propiedad de cada individuo, su ubicación y superficie. La técnica moderna a través de la computación y los satélites puede remitir cada metro de tierra a su origen. No tenemos que demostrar! que hay suficiente espacio allí para que los refugiados retornen a sus hogares, ni determinar el lugar de ese hogar y de la tierra, ya que el derecho del hombre a retornar a su hogar y la inviolabilidad de la propiedad privada son derechos fundamentales estipulados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que no prescribe ni por el paso del tiempo, ni por la ocupación, ni por la imposición de una soberanía extranjera. Es ilógico imponerle al dueño de ese hogar que pruebe su derecho ante el invasor extranjero o el emigrante judío llegado de cualquier parte de la tierra para habitar ese hogar. Muchas personas en occidente aceptan el pretexto “israelí” de la necesidad de que “Israel” permanezca libre de todo árabe y la necesidad de que los judíos sigan siendo mayoría absoluta. Ese planteamiento racista es solo similar a aquel que propugnaba el derecho de Sudáfrica al planteamiento de preservar el apartheid. Es un pretexto! ilegal, inmoral y poco práctico ya que el por ciento de la población judía en comparación con la población palestina entre el Río Jordán y el Mar Mediterráneo alcanza el 55 y los árabes el 45. Es solo una cuestión de tiempo para que se equipare o aumente esa diferencia ya que el crecimiento natural anual palestino supera el 3,5 por ciento y a veces más, mientras que el crecimiento natural de los judíos es solo de 1,5 por ciento anual. A ello se añade la emigración que duplica o supera ese crecimiento como sucedió en los años 90, aunque no es una emigración organizada.

Por otra parte la emigración judía es algo que no es seguro ya que algún día terminará. Por tanto mantener ese odioso apartheid es algo ilegal, inmoral y poco práctico.

El futuro es difícil pero prometedor


Palestina y sus habitantes han padecido los obstáculos impuestos por el controvertido Acuerdo de Oslo que no es un acuerdo sino un diferendo ya que despojó a los palestinos del derecho a la legalidad internacional y los convirtió en rehenes de los dictados del más fuerte sobre el más débil.

Ese acuerdo no se convertirá jamás a un convenio de paz que cuente con la aceptación y el beneplácito de todo el pueblo palestino, ni de los refugiados cuya inmensa mayoría, el 71 por ciento, se encuentra fuera de Palestina, lejos de las zonas de poder palestinas y del gobierno “Israelí”.

En cuanto a las tierras de los que se mantuvieron en Palestina ocupada en 1967, en Cisjordania (cuya superficie representa el 21 por ciento de la superficie de Palestina), “Israel” se fue apoderando de ellas pedazo a pedazo hasta dominar mas de la mitad de Cisjordania y de la Franja de Gaza.


A los que se quedaron en su tierra ocupada en 1948 y tienen nacionalidad “israelí”, el estado hebreo les confiscó más de la mitad de las tierras y hoy están viviendo una situación nacional diferente ya que se renovaron sus esperanzas, fundaron partidos y agrupaciones para reafirmar su identidad y su herencia histórica y geográfica.

Por otra parte, los refugiados viven en nuestros días la peor situación desde que ocurrió la catástrofe. Actualmente, bajo el manto de la paz, quieren despojarlos de sus derechos. Ellos no han luchado todo este largo tiempo y resistido pacientemente cinco guerras y un número incontable de incursiones y ataques para admitir ahora que no tienen patria, ni derechos, ni historia y que todo eso no fue más que una quimera – como querían para ellos aquellos que se envolvían en un manto llamado paz y que hacían que todo aquel que hablara de “Jerusalén Árabe” fuera considerado demente o terrorista y perseguido por los regímenes y gobiernos amantes de la paz.


A pesar de todas las dificultades el pueblo palestino permanecerá cohesionado y firme y seguirá luchando y defendiendo sus derechos hasta tanto regrese a su tierra. No habrá una paz verdadera si no se regresa a la patria, de ello no tenemos ni la menor duda. Solo resta que la historia recoja cuantos sacrificios aún hay que hacer para que ese retorno se convierta en realidad.










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