Raúl Olivares
Hace poco más de diez años, el hallazgo de tres cuerpos enterrados en la cima del volcán LLullaillaco a 6.900 metros sobre el nivel del mar sorprendió al mundo entero. Ahora, la doctora Clara Abal de Russo, en una hermosa edición bibliográfica editada por la Fundación CEPPA (Centro de Estudios para Políticas Públicas Aplicadas), -que dirige el doctor Matteo Goretti- descifró y describió cada una de las prendas textiles y las estatuillas que acompañan a los jóvenes sacrificados bajo el rito de la Capacocha, unos 800 años atrás.
Por Juan Calega
Los rostros de los Hijos del Sol
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El resultado es el libro titulado Arte Textil Incaico en Ofrendatorios de la Alta Cordillera Andina; una obra apasionante y profunda que aborda un tema poco conocido y difundido, sólo a través de de la exhibición que se hace de las tres momias incaicas y del ajuar que acompañó su viaje eterno en el Museo Antropológico de Alta Montaña de la ciudad de Salta, Argentina.
Arsomnibus.com tuvo el privilegio de entrevistar a la eminente catedrática Abal que reside en Mendoza, y este es el resultado del diálogo con ella.
ARSO: ¿Qué criterios estéticos tuvieron quienes realizaron esas prendas-vestidos? Me refiero a si pueden reconocer patrones estéticos en común en la región del Tawantinsuyu y si es factible identificar el posible origen que registran esos diseños.
Dra. Abal: En realidad considero que lo fundamental para los pueblos que forman parte del Tawantinsuyu y en especial para los incas, es que no buscan seguir o no criterios o patrones estéticos sino en la búsqueda de elementos eficientes –a modo de lenguaje visual- a los efectos de poder transmitir un mensaje claro y preciso a todas las gentes que forman parte del Estado. Se debe lograr ante todo un objeto funcional y simbólico. El “arte” por el “arte” no tiene razón de ser en el mundo andino precolombino. Tampoco podemos decir que se dejan de lado las valoraciones estéticas, pero ellas acompañan al objetivo anterior; no son lo fundamental, por más que existen y en alto grado. Estos patrones estéticos son notorios en los textiles, en la cerámica, en los vasos de madera (keru), en la metalurgia e incluso en la arquitectura y se hayan plasmados en la propia piedra. Muchos de ellos es factible hayan tenido su origen en pueblos anteriores o en pueblos coetáneos, como en el caso del Chimú.
No es factible afirmar exhaustivamente de qué área provienen ciertos diseños, pues no solamente la geografía sino también la cronología pueden jugarnos una mala pasada. Sí se puede decir que existen signos que derivan en símbolos y arquetipos recurrentes, como la cruz, las representaciones del felino, de la serpiente o de diversas falcónidas que ya se hallan presentes en el Formativo (aproximadamente a partir del 2000 a.C.). Esto implica la realización de un profundo análisis iconográfico para comprender la evolución de los símbolos en el tiempo y en el espacio dentro del mundo andino. Un caso típico de diseño recurrente en ese mundo es el de la cruz cuadrada escalonada (chakana) cuyo diseño ya es común en Chavín de Huántar en el 1000 a.C. Allí al parecer representa el corte transversal del cactus de San Pedro (Echinopsis pachanoi); en el incario quizá su connotación es otra. Este signo pudo dar lugar a un símbolo de función evolutiva; a un molde de pensamiento o imagen que guardó correspondencia entre un concepto determinado y la representación del mismo. Allí intervienen las probables semejanzas que pueden existir entre ese concepto y la imagen seleccionada para su representación (la forma), así como el color y otras variantes de atributo.
ARSO: Quiero saber si la profunda investigación que Ud. realizó tiene antecedentes en el "mundo clásico antiguo", porque acá en la Argentina hay poco conocimiento del tema.
Dra. Abal: Existen muy buenos especialistas que trabajan sobre estos temas en todo el mundo. En la actualidad muchos de ellos se hallan asociados al Comité Nacional de Conservación Textil de Chile. Yo pertenezco al mismo desde hace varios años pues considero de muy alto nivel sus propuestas. Concretamente en Argentina y en Chile hay colegas brillantes que provienen de la arqueología, del diseño e incluso de la historia del arte. Así, se puede variar el enfoque o forma de abordaje que cada uno le imprime a su objeto de estudio, pero por lo general los investigadores de textiles del mundo meso y suramericano poseen muchos puntos en común respecto al gran respeto y admiración que sienten hacia las culturas del pasado y hacia los pueblos etnográficos. En cuanto a mi quehacer, la forma en que yo abordo estos temas y mi propio método de trabajo tuve que irlo perfeccionando –y continúo haciéndolo- según sean los interrogantes o retos con los que me encuentro a cada paso al analizar el mundo andino prehispánico. Considero fundamental el tipo de preguntas que deseo hacer al textil o a una cultura en particular. A partir de allí debo centrar mis hipótesis de trabajo. Si yo no puedo obtener la respuesta, otros vendrán que lo logren…siempre y cuando mi pregunta no pierda vigencia y yo haya sabido identificar el punto neural del interrogante. Me preocupa más la calidad de mi pregunta que la respuesta inmediata; tarde o temprano ella llegará.
ARSO: Me gustaría saber si Ud. puede identificar distintos símbolos para cosmogonías afines de Amerindia. Concretamente, si podemos hablar de una conexión e identidad común afín a un "pensamiento metafísico" propio a culturas prehispánicas, desde Mesoamérica a la Patagonia.
Dra. Abal: Parte de esta pregunta creo haberla respondido anteriormente. Particularmente no creo en la existencia de lo que usted define como “pensamiento metafísico” solamente para Centroamérica y Sudamérica. Considero existen cantidad de símbolos comunes y recurrentes generados por el inconsciente colectivo humano. Los arquetipos son residuos primarios de la memoria y resultan comunes a todos los hombres o a todos los grupos étnicos. Estos arquetipos pueden poseer ciertas variantes, pero se repiten en las diversas culturas humanas. No veo una misma estructura ontológica solamente en estas zonas…si recordamos la narración del diluvio universal mesopotámico, por ejemplo, veremos que esta concepción se da entre los sumerios –en dónde debió originarse pasando luego a la tradición judeocristiana- pero también en la griega y en la hindú. En América es común en diversos pueblos como los mayas, los incas e incluso los mapuches, por citar algunos. Sería poéticamente maravilloso, pero estudiando religiones comparadas de varias etnias americanas y a su vez del viejo mundo, no hallo una marcada diferenciación o una tajante distinción y a su vez tajante concordancia metafísica para la América prehispánica. Para redondear este tema, le pido que recuerde las manifestaciones rupestres con impresión de manos mediante pintura en positivo y negativo en cuevas y reparos, durante el Paleolítico. Esta forma de manifestar una creencia –quizá dentro de un rito de iniciación- se halla en Europa en las cuevas de la Cornisa Cantábrica, entre otras y en la Patagonia argentina en aleros y cuevas del río Pinturas, en la Provincia de Santa Cruz. Lo que cada grupo humano sintió o deseó expresar; su creencia, quedará a nivel de conjeturas nuestras… pero el hecho; la obra dejada, es semejante.
ARSO: Sé que esto es muy amplio, pero algunos investigadores insisten en identificar a Amerindia como un sólo "patrón estético". ¿Ud. qué opinión tiene sobre el particular?
Dra. Abal: En América prehispánica existe una enorme diversidad cultural autóctona. No considero exista un único patrón estético; siempre pensando que es la religión quien fija el contenido según sus propias necesidades y codifica los símbolos a transmitir. Creo que existen tantos patrones estéticos como culturas, pues ellas son las que en definitiva han cimentado sus valores en base a la comunidad que las originó, a sus creencias y necesidades físicas y metafísicas.
ARSO: Quiero saber si el ritual-funerario era además la "marca textil" también inserta en lo cotidiano o no. Es decir, si estas vestimentas y sus símbolos cosmogónicos correspondían a lo "diario" del hombre y la mujer del imperio al que nos referimos, o si sólo eran las que usaban una élite político-religiosa-sacerdotal.
Dra. Abal: Considero que los hombres y mujeres del Tawantinsuyu están familiarizados con las prácticas religiosas. Muchos de ellos/ellas deben tejer para los depósitos del Inca, del templo y de su propio ayllu o comunidad; varias de ellas pertenecen a las mujeres escogidas (aclla o aqllasqa) y deben tejer primorosas telas para la familia real y para ser ofrendadas a los dioses (diversas ceremonias que pueden incluir o no las ofrendas humanas). Al parecer, cada etnia conquistada sigue usando sus ropas típicas y para el caso del pueblo inca, las vestimentas cotidianas son más burdas que las empleadas durante las festividades o en momentos especiales del Estado.
Por supuesto, como en todos los pueblos, los nobles y sacerdotes visten con boato…pero no creo en la existencia de una “marca textil” para las ofrendas humanas, salvo que por lo general se los rodea de prendas usadas por él /ella, de por lo menos una prenda o exvoto propia del Inca o de un gran Señor étnico y de otras telas y elementos necesarios para su camino al Más Allá (pueden ser estatuillas acompañantes, alimentos u otros objetos que marquen estatus por rango o función, etc.). La persona ofrendada es considerada sagrada y por lo tanto debe vestir acorde a ello pero sin dejar de lado totalmente su pasado humano, pues sus propias ropas actúan a modo de segunda piel y también forman parte de su propia individualidad. Esta concepción no es muy simple de captar desde nuestro pensamiento lógico cartesiano.
ARSO: Finalmente, me gustaría saber en lo anímico, cómo su dedicación a esta clase de estudios cambió o modificó su vida y su interpretación y su visión del mundo actual y de la Argentina en particular.
Dra. Abal: Yo me formé en una casa de artistas plásticos –pintores- y desde que tengo uso de razón he escuchado hablar estos temas. Mis padres fueron muy cultos y sensibles frente a todo y en especial frente a la problemática americana. Yo quizá por eso estudié artes plásticas y luego arqueología. Al hallarme estudiando las telas que visten a una momia, por ejemplo, siento a flor de piel ciertas certezas … la cosa es poder demostrar lo que mi intuición me dice. Como científico esto es lo fundamental: demostrar fehacientemente una premisa o descartarla por falta de pruebas.
Creo que con este tipo de estudios me he vuelto más metódica y rigurosa en mis planteos; voy depurando cada día mi técnica de trabajo con el fin de medirme conmigo misma, buscando mejores resultados. La difusión de las tareas que realizamos como arqueólogos en forma sencilla y en lo posible amena, es prioritaria, porque nadie puede amar y por ende defender lo que no conoce.
Me siento identificada con lo andino pues comparto su geografía. Considero que el intentar crecer como profesional y como persona es mi mejor aporte a la sociedad que me rodea.
Juan Calegari
*Los textos en negritas son mios.
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