› LOS TÉCNICOS DEL FMI SE QUEJARON DEL CONSUMO “INSOSTENIBLE” QUE HABÍA HASTA DICIEMBRE Y PIDIERON MAS AJUSTE
Al final del túnel de Michetti estaba el Fondo
Por Federico Kucher
“Hay que felicitar al gobierno de Macri por su compromiso para bajar la inflación a niveles de un dígito y reducir el déficit fiscal”. Así empiezan las conclusiones de los técnicos del Fondo Monetario Internacional que vinieron al país con la misión de preparar la auditoria estadística del Artículo IV. El organismo defendió cada una de las iniciativas tomadas por el equipo económico en los últimos meses para “reordenar” las variables macroeconómicas, aunque no mencionó palabra acerca del aumento de la pobreza, la pérdida de puestos de trabajo en la industria, la construcción y el comercio y la distribución regresiva de los ingresos. Apuntó que antes de la llegada de Cambiemos se promocionaba en forma “insostenible” el consumo de la población y se desincentivaba la rentabilidad de las empresas.
El equipo de técnicos del FMI, dirigido por Roberto Cardarelli, se instaló en Buenos Aires el 19 de septiembre para comenzar con las tareas de revisión de la economía. Se reunieron con diferentes funcionarios y representantes del sector privado. Las rondas de trabajo finalizaron ayer con encuentros con el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, y el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger. También se entrevistaron con empresarios de CAME para conversar sobre el impacto de la suba de tarifas en la estructura de costos de los comercios.
“Al entrar en funciones en diciembre del año pasado, el nuevo Gobierno argentino se enfrentó a desequilibrios macroeconómicos generalizados, distorsiones microeconómicas y un marco institucional debilitado. Los niveles de consumo eran insosteniblemente elevados, la inversión se encontraba en niveles históricamente bajos y los profundos déficits fiscales se financiaban mediante la creación de dinero, lo cual generó altos niveles de inflación”, plantearon los técnicos del Fondo Monetario, con su clásica impronta neoliberal. Detallaron que entre las principales distorsiones se encontraban una “extensa red de controles administrativos –por ejemplo, barreras comerciales, restricciones cambiarias y controles de precios– y un clima empresarial que erosionaba la competitividad y socavaba el crecimiento a mediano plazo”. Es decir, cuestionaron la protección a la industria nacional, la lucha contra la fuga de capitales y las regulaciones sobre los formadores de precios que aplicaba el gobierno anterior. Le apuntaron a las medidas heterodoxas del pasado y mostraron su satisfacción por la vuelta a la ortodoxia.
El organismo festejó sin disimular las decisiones de los últimos meses para recomponer los “equilibrios” de la economía, aunque los resultados hayan sido una estampida de la inflación, del desempleo, de la pobreza, de deterioro de la situación fiscal y una aguda recesión. “Ante una difícil situación de inicio, se puso en marcha una transición ambiciosa y necesaria hacia un marco mejor de política económica. El avance es importante. El tipo de cambio del peso ahora es determinado por el mercado y los controles cambiarios han sido eliminados. El aumento de las tarifas de los servicios públicos los ha acercado a los precios internacionales”, aseguraron. Y llegaron a celebrar el pago a los fondos buitre. “El acuerdo con los acreedores ha hecho posible el regreso a los mercados internacionales de capital, tanto para el sector público como para el privado. Se han anunciado además metas fiscales y objetivos de precios de mediano plazo, con la adopción de un esquema moderno de metas de inflación”.
El Fondo Monetario aprovechó para empezar a dar sus primeros consejos acerca de cómo debería continuar la gestión. “Un plan fiscal a mediano plazo que guíe las expectativas sería valioso en el marco de esta corrección. Incrementando la eficiencia del gasto público (eufemismo para hablar de mayores recortes del gasto) se crearía espacio para una reducción muy necesaria de la carga tributaria, al tiempo que seguirían corrigiéndose los desequilibrios fiscales”, apuntaron. No mencionaron que para 2016 se espera un déficit fiscal de 5 puntos del PIB, cuando el año pasado fue de 4 puntos según la estimación de Alfonso Prat Gay, mientras que la inflación será del 45 por ciento (casi el doble que en 2015) y la cuenta corriente continuará con un rojo de 3 puntos del PIB. Los desequilibrios de la macroeconomía, pese a los elogios del Fondo, continuaron incrementándose este año.
La obsesión por recortar el gasto público no fue el único “consejo” del organismo a cargo de Christine Lagarde. Insistió también con la idea de que es necesario aumentar la rentabilidad de las empresas para potenciar inversiones y conseguir un incremento de las exportaciones. El planteo, sin señalarlo, es el mismo que se hizo en los 90 bajo los preceptos de la teoría del derrame. “Es necesario un programa de reformas del lado de la oferta. Esas reformas crearán un entorno más conducente a la inversión privada y generarán significativos dividendos a mediano plazo en forma de más y mejores puestos de trabajo, así como una mejora constante de los niveles de vida de la población argentina”, prometieron.
Aumentar los márgenes de ganancia para las empresas es la contrapartida de disminuir el salario real y el consumo de la población, que para el FMI se ubicó en niveles excesivos en los últimos años. El planteo es una forma sofisticada de avalar la transferencia de ingresos desde los sectores asalariados hacia grupos concentrados de la economía, en particular, dedicados al negocio de la exportación que se realizó a partir de diciembre pasado. Pero la propuesta es una verdadera paradoja si se tiene en cuenta que, según los números del Gobierno, existe un 32,2 por ciento de la población que vive en condición de pobreza e indigencia.
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