martes, 27 de agosto de 2013

DIEGO ROMERO Y LUZ GOMEZ GRITAN SU INOCENCIA MIENTRAS ESTÁN BAJO “PRISIÓN DOMICILIARIA”




Por Maximiliano Montenegro


Después de una larga y emotiva charla con Luz y Diego, salió esta nota que copio abajo tal como salió publicada en el Popu. Decirles que el texto no termina de relatar todo el sufrimiento, el dolor y la impotencia que sufren desde hace dos años. También agregar que se trata de dos gigantes, que la siguen peleando a fuerza de verdad, coraje y polenta infinita. De esos reportajes en lo que uno entra de una forma y sale de otra, mejorada.
PD: les paso un "datazo". Los chicos tienen un verdaderon don para hacer cosas ricas. Por esos privilegios del periodismo, mientras conversamos, les comí todo lo que me invitaron. Hablo de torta de ricota, cuernitos y pepas. Antes de irme, les compré una pastafrola. Así que está todo chequeado por un profesional. Ellos básicamente venden ahí donde viven, pero también preparan cosas para eventos, a pedido. Los pueden llamar al 4040-3305.



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DIEGO ROMERO Y LUZ GOMEZ GRITAN SU INOCENCIA MIENTRAS ESTAN BAJO “PRISION DOMICILIARIA”

Por una mochila olvidada, los acusan de un crimen en robo

El elemento que la pareja olvidó en un remís meses antes del hecho delictivo, apareció en la escena del crimen. “Nos dicen que matamos para tapar otro delito. Es una pesadilla. A nadie de la Justicia parece importarle la verdad”.

Una mochila olvidada en un remís es el eje de una historia espeluznante, que tiene como rehenes a Diego Romero y Luz Gómez, pareja acusada de un homicidio en robo cometido en octubre de 2011 y que cambió sus vidas para siempre. Ambos trabajaban en fábricas, estudiaban y criaban a su pequeña beba en Villa Ballester, cuando la policía los detuvo por el asesinato de un colectivero, luego de encontrar esa mochila en la escena del crimen. 

Los ADN dieron negativo, el día y a la hora del homicidio estaban de paseo en un shopping, no tenían antecedentes por delitos y hasta otros acusados del hecho no los apuntan como los responsables, sin embargo la pesadilla para ellos continúa, al punto que el fiscal de la causa pidió la elevación a juicio.
“Todo esto no tiene lógica alguna. Estamos acusados de homicidio en robo, con el agravante del criminis causa. Nos dicen que matamos para tapar otro delito. Es terrible, una pesadilla. A nadie de la justicia parece importarle la verdad y tampoco encontrar a los asesinos. Todo esto que vivimos no tiene precio, no hay forma de que nos devuelvan lo que nos hicieron, lo que sufrimos. Pero están lejos de disculparse, de admitir que fue un error, y van por más. Ahora nos quieren llevar a juicio”, dijo Diego, en diálogo con Diario Popular.

La pareja habita una casa alquilada en la localidad de Monte Grande, donde permanece “detenida” bajo un extraño régimen de prisión domiciliaria: no llevan pulseras magnéticas y tampoco tienen custodia para impedir eventuales fugas. Una situación inusual, dada la gravísima acusación que la justicia sostiene desde el 21 de diciembre de 2011, cuando decenas de efectivos policiales ingresaron a su vivienda anterior, en Villa Ballester, derribando puertas y llevándolos detenidos -la beba incluida- para informarles casi 24 horas después que estaban sospechados del crimen del colectivero Roberto Castillo, registrado el 1º de octubre de ese año en Castelar.

¿Cómo llegó la justicia y la policía hasta la casa de Diego y Luz más de dos meses después del crimen? Porque en la escena del homicidio los investigadores encontraron una mochila abandonada por los responsables del sangriento robo, la misma que en julio había olvidado Luz en un remís. Dentro encontraron un carnet del centro de salud de Villa Ballester con el registro de las vacunas que le iban colocando a la pequeña Zaira, hija de la pareja.

Allí, constaba el domicilio. “Nuestra dirección la tenían desde el primer día que encontraron la mochila”, dijo Luz. Ella estuvo encerrada, sin saber por qué, un día entero, en un cuartito policial. “Un comisario vino, le pregunté qué pasaba y me dijo que yo sabía lo que había hecho. Todo esto mientras amamantaba a Zaira. Mientras, a Diego le pasaba lo mismo. Nos acusaban de algo horrible. A nosotros, que lo único que hacemos es trabajar, estudiar y estar con la beba, que no le falte nada. El trabajaba en una metalúrgica, tenía un buen salario, y yo en una fábrica de pinturas. Los dos en blanco, con obra social, tarjetas de crédito. De pronto, todo se vino abajo”, dijo Luz.

La joven estuvo un mes alojada en sede policial, hasta que le brindaron la chance de la prisión domiciliaria. El camino de Diego fue aún peor, porque permaneció alojado en la Unidad Penitenciaria 39 de Ituzaingó un total de 15 meses. Para subsistir, venden productos de panadería que elaboran dentro de la casa y venden desde el portón. “Hacemos lo de siempre, trabajar de sol a sol”, dijo Diego.

Mientras tanto, en la causa hay otros tres detenidos, uno de ellos un sujeto que reconoció que hizo de chofer a la pareja asesina. Este hombre, cada vez que declaró, dijo que no conocía a Diego y Luz. Y apuntó a un dúo delictivo apodado Popi y Pipi, residente en Villa la Rana, que misteriosamente nunca fueron buscados.

Destacado

Un detenido en la misma causa, que reconoció su rol de chofer de los asesinos del colectivero, declaró desconocer a Diego y Luz.

Cuadro

Aquel fatídico 2 de julio de 2011

Aunque la pesadilla para Diego y Luz comienza el 21 de diciembre de 2011, cuando fueron detenidos por orden de la Justicia de Morón, la historia se remonta al 2 de julio de ese mismo año, cuando olvidaron una mochila en un remís. “Ese día fuimos al supermercado Coto de Munro, porque mi cuñado necesitaba comprar una tele y mi tarjeta de crédito tenía un descuento importante ahí. Fuimos todos, contentos y en familia. Para volver, después de comprar, pedimos dos autos a una remisería de Ballester. Al descender, en uno de los autos me olvidé la mochila. No tenía nada importante, pero igual llamamos a la remisera para ver si la habían encontrado y fuimos al local, pero nos dijeron que no habían encontrado nada”, relató Luz. Asimismo, indicó que “adentro de la mochila, tenía una boleta de la tarjeta de crédito y el certificado de las vacunas de mi hija Zaira, de una salita del barrio, con mis datos”.

Cuadro 2

“El abogado Soares es el único que hizo algo por nosotros”

El abogado Eduardo Soares es el cuarto representante legal de Diego y Luz desde que comenzó la odisea judicial de la pareja. “Es el único que hizo algo por nosotros, que hizo presentaciones y reclamó nuestra inocencia”, contó la mujer. Tras el pedido de elevación a juicio, el letrado presentó un memorable rechazo, expresando entre otras cuestiones que “la fiscalía casi no tiene elemento en qué sustentar la acusación, y digo ‘casi‘ por no decir NADA”.

Luego, el abogado expresa en su escrito que “hay pruebas pedidas por la defensa que aún no fueron colectadas y que no son irrelevantes porque constituirían elemento contundente para acreditar lo que todo el mundo ya sabe en este proceso, que es que Diego y Luz jamás debieron llegar a esta instancia y que carecen de toda responsabilidad en los hechos”.

Soares menciona la imputación a un hombre de apellido Noguera, detenido por llevar en auto a la pareja asesina. “Noguera afirma tajantemente que ni Diego ni Luz son las personas que él transportó al lugar”, puntualizó el letrado.
Finalmente, a la jueza le solicita que “no permita que vayan a juicio estos muchachos en estas condiciones”, y agrega que “esta defensa está empeñada muy fuertemente en que -por la salud del proceso y de una Justicia tan cuestionada en todos los fueros y todas las jurisdicciones- esta causa pueda ser, aunque sea un minúsculo ejemplo de lo que se debe
hacer”.


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Por una mochila olvidada, los acusan de un crimen en robo

Maximiliano Montenegro


Por Maximiliano Montenegro



Una mochila olvidada en un remís es el eje de una historia espeluznante, que tiene como rehenes a Diego Romero y Luz Gómez, pareja acusada de un homicidio en robo cometido en octubre de 2011 y que cambió sus vidas para siempre. Ambos trabajaban en fábricas, estudiaban y criaban a su pequeña beba en Villa Ballester, cuando la policía los detuvo por el asesinato de un colectivero, luego de encontrar esa mochila en la escena del crimen. Los ADN dieron negativo, el día y a la hora del homicidio estaban de paseo en un shopping, no tenían antecedentes por delitos y hasta otros acusados del hecho no los apuntan como los responsables, sin embargo la pesadilla para ellos continúa, al punto que el fiscal de la causa pidió la elevación a juicio.
"Todo esto no tiene lógica alguna. Estamos acusados de homicidio en robo, con el agravante del criminis causa. Nos dicen que matamos para tapar otro delito. Es terrible, una pesadilla. A nadie de la justicia parece importarle la verdad y tampoco encontrar a los asesinos. Todo esto que vivimos no tiene precio, no hay forma de que nos devuelvan lo que nos hicieron, lo que sufrimos. Pero están lejos de disculparse, de admitir que fue un error, y van por más. Ahora nos quieren llevar a juicio", dijo Diego, en diálogo con Diario Popular.
La pareja habita una casa alquilada en la localidad de Monte Grande, donde permanece "detenida" bajo un extraño régimen de prisión domiciliaria: no llevan pulseras magnéticas y tampoco tienen custodia para impedir eventuales fugas. Una situación inusual, dada la gravísima acusación que la justicia sostiene desde el 21 de diciembre de 2011, cuando decenas de efectivos policiales ingresaron a su vivienda anterior, en Villa Ballester, derribando puertas y llevándolos detenidos -la beba incluida- para informarles casi 24 horas después que estaban sospechados del crimen del colectivero Roberto Castillo, registrado el 1º de octubre de ese año en Castelar.
¿Cómo llegó la justicia y la policía hasta la casa de Diego y Luz más de dos meses después del crimen? Porque en la escena del homicidio los investigadores encontraron una mochila abandonada por los responsables del sangriento robo, la misma que en julio había olvidado Luz en un remís. Dentro encontraron un carnet del centro de salud de Villa Ballester con el registro de las vacunas que le iban colocando a la pequeña Zaira, hija de la pareja. Allí, constaba el domicilio. "Nuestra dirección la tenían desde el primer día que encontraron la mochila", dijo Luz.


Ella estuvo encerrada, sin saber por qué, un día entero, en un cuartito policial. "Un comisario vino, le pregunté qué pasaba y me dijo que yo sabía lo que había hecho. Todo esto mientras amamantaba a Zaira. Mientras, a Diego le pasaba lo mismo. Nos acusaban de algo horrible. A nosotros, que lo único que hacemos es trabajar, estudiar y estar con la beba, que no le falte nada. El trabajaba en una metalúrgica, tenía un buen salario, y yo en una fábrica de pinturas. Los dos en blanco, con obra social, tarjetas de crédito. De pronto, todo se vino abajo", dijo Luz. Esta estuvo un mes alojada en sede policial, hasta que le brindaron la chance de la prisión domiciliaria. El camino de Diego fue aún peor, porque permaneció alojado en la Unidad Penitenciaria 39 de Ituzaingó un total de 15 meses.


Para subsistir, venden productos de panadería que elaboran dentro de la casa y venden desde el portón. "Hacemos lo de siempre, trabajar de sol a sol", dijo Diego. Mientras tanto, en la causa hay otros tres detenidos, uno de ellos un sujeto que reconoció que hizo de chofer a la pareja asesina. Este hombre, cada vez que declaró, dijo que no conocía a Diego y Luz. Y apuntó a un dúo delictivo apodado Popi y Pipi, residente en Villa La Rana, que misteriosamente nunca fueron buscados.i


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