domingo, 30 de noviembre de 2014

LA VERDAD ES LA VERDAD por Horacio Verbitsky


"Este cambio de piel no es una decisión individual sino corporativa, así como el reordenamiento de las finanzas vaticanas que durante décadas sirvieron como pantalla para el lavado de dinero de la mafia y canal para el financiamiento de la CIA a los partidos democristianos durante la Guerra Fría. En ambos casos se trata de detener la sangría de fieles y el desprestigio que, sobre todo en Europa, están reduciendo la institución eclesiástica a una cáscara pomposa y ceremonialista, poco atractiva para las personas y sus problemas reales. Por eso el ungido no fue un europeo sino un cardenal del tercer mundo y por añadidura jesuita, con la mira puesta en los principales reservorios a defender y cultivar: el ya maduro de la América Latina, donde la faena consiste en repeler los avances protestantes y populistas, y el aún incipiente de China, el sueño eterno de la Compañía de Jesús. El argentino Jorge Bergoglio fue elegido para llevar a cabo esa misión en lo que denomina las periferias geográficas y existenciales."



Héctor Colella, empresario amigo de Yabrán, saludando al Papa el 17 de marzo de 2013 en la Plaza San Pedro del Vaticano.


EL PAIS › DEL PADRE JORGE A FRANCISCO, LAS PIRUETAS DEL MARKETING VATICANO



La verdad es la verdad

Mientras la fabulosa maquinaria vaticana celebra la compasión con que Francisco se dirige a las víctimas de abusos sexuales y su severidad con los victimarios, en la Argentina sigue sin respuesta el pedido de audiencia de uno de los chicos abusados por el padre Grassi. En cambio, crecen las presiones para que la Corte Suprema revoque su condena a quince años de prisión. El dinero de Yabrán en la defensa del cura y un libro encargado en su apoyo por Bergoglio, quien nunca le soltó la mano.



Por Horacio Verbitsky



“La verdad es la verdad y no debemos esconderla” dijo Francisco a los periodistas que lo acompañaron en el vuelo de regreso a Roma luego de su visita al Parlamento Europeo en Estrasburgo. Se refería al escándalo en la arquidiócesis española de Granada, donde una red de sacerdotes abusaba de los chicos a su cuidado. Uno de ellos, ahora profesor universitario de 24 años, acudió para denunciar lo padecido a la jerarquía de su ciudad, donde le pidieron silencio, abnegación y oraciones a la Virgen María.

El muchacho se sintió alentado cuando leyó las noticias sobre la audiencia del 7 de julio en la que el Papa recibió a otras seis víctimas de Gran Bretaña, Irlanda y Alemania y les dijo que los abusos sexuales de “algunos sacerdotes y obispos” constituyen “algo más que actos reprobables. Es como un culto sacrílego porque esos chicos y esas chicas le fueron confiados al carisma sacerdotal para llevarlos a Dios, y ellos los sacrificaron al ídolo de su concupiscencia”. En agosto, el joven español escribió una carta narrando su historia y la dirigió al papa Francisco.

El paso siguiente fue otro capítulo de la célebre saga Pontífice al Teléfono:

–Hijo, te habla el padre Jorge.

–Debe estar equivocado, no conozco a ningún padre Jorge.

–Bueno, el papa Francisco.

Según el portal español Religión Digital, le dijo que había leído su carta varias veces y le pidió perdón en nombre de la Iglesia de Cristo por “este gravísimo pecado y gravísimo delito que has sufrido”. En otras dos comunicaciones, el Vaticano ordenó al obispo de Granada, Francisco Javier Martínez, que colaborara con la investigación policial y judicial y protegiera a los jóvenes abusados, e invitó al denunciante a sumarse a la comisión de víctimas de abusos presidida por el cardenal estadounidense Sean Patrick O’Malley que se reunirá en los próximos días en Roma. Nadie da dos ostias por la continuidad del obispo andaluz Martínez, quien no asistió a la asamblea del Episcopado español que sesionó esta semana. En el avión, Francisco contó parte de su diálogo con el denunciante.

–¿Cómo recibió la carta? –le preguntaron.

–Con gran dolor, gravísimo dolor. Pero la verdad es la verdad, y no debemos esconderla –contestó.

Ni un problema psicológico que se cure con asistencia médica, ni un pecado que se redima con penitencia y oración, sino un delito que justifica la separación a divinis de los implicados y su denuncia a la Justicia: ésta parece ser la nueva línea de la Iglesia Católica con los abusadores de niños y esto es lo que ocurrió en Granada, donde ya fueron detenidos por la justicia tres de los sacerdotes.
Doble mensaje

Este cambio de piel no es una decisión individual sino corporativa, así como el reordenamiento de las finanzas vaticanas que durante décadas sirvieron como pantalla para el lavado de dinero de la mafia y canal para el financiamiento de la CIA a los partidos democristianos durante la Guerra Fría. En ambos casos se trata de detener la sangría de fieles y el desprestigio que, sobre todo en Europa, están reduciendo la institución eclesiástica a una cáscara pomposa y ceremonialista, poco atractiva para las personas y sus problemas reales. Por eso el ungido no fue un europeo sino un cardenal del tercer mundo y por añadidura jesuita, con la mira puesta en los principales reservorios a defender y cultivar: el ya maduro de la América Latina, donde la faena consiste en repeler los avances protestantes y populistas, y el aún incipiente de China, el sueño eterno de la Compañía de Jesús. El argentino Jorge Bergoglio fue elegido para llevar a cabo esa misión en lo que denomina las periferias geográficas y existenciales.

La red de sobrevivientes abusados por sacerdotes celebró su elección porque al menos no provenía de la curia romana. Francisco acordó con el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el arzobispo Gerhard Ludwig Müller, continuar la línea fijada por Benedicto XVI en casos de abusos sexuales, como pasos importantes para la credibilidad de la Iglesia: proteger a los chicos, ayudar a las víctimas y actuar contra los culpables. A los dos meses de su elección envió a un lugar desconocido en penitencia al cardenal Keith Patrick O’Brien, quien debió renunciar como presidente de la Conferencia Episcopal de Escocia cuando cuatro sacerdotes revelaron que había abusado de ellos en la década de 1980. Hace dos meses colocó bajo arresto domiciliario en el Vaticano al ex nuncio en la República Dominicana, Jozef Wesolowski, por abusos sexuales de niños pobres. Pero detrás de la idolatría que han despertado estos gestos y su apartamiento del boato eclesiástico, sigue habiendo un hombre con una historia que ni la lejanía ni el cambio de las circunstancias pueden borrar. Hasta el día de hoy no ha tenido ni una palabra de repudio hacia el más conocido de los pedófilos eclesiásticos de su propio país ni de comprensión hacia sus víctimas. Por el contrario, ha actuado en respaldo del victimario, utilizando para ello fondos de origen impreciso y contactos con el poder más terrenal.
El confesor

Como responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger fue inflexible en el cumplimiento del decreto Crimen sollicitacionis, de 1922, que durante casi un siglo prohibió dar aviso a las autoridades civiles de las denuncias por abusos sexuales, dispuso que los acusados fueran traslados a otra diócesis y obligó a guardar secreto al sacerdote señalado, a cualquier testigo e incluso a la propia víctima, bajo pena de excomunión. La Iglesia pretende que esta es una acusación calumniosa y que la idea del secreto surge de una mala traducción al inglés. Pero ya como Papa Benedicto XVI y luego del escándalo de los curas pedófilos en Estados Unidos, Irlanda y Alemania, Ratzinger se plegó a la política de tolerancia cero hacia los abusadores adoptada por los obispos norteamericanos.

En 2010 Benedicto reconoció ante delegados de la Convención de Naciones Unidas para los Derechos del Niño, la violación de esos derechos por parte de miembros del clero, se reunió con víctimas de esos abusos y sancionó una nueva directiva que tornó obligatorio denunciar los casos a las autoridades civiles, al considerar que no constituyen sólo un delito canónico, sino también penal.

Miembro de una familia de empresarios acomodados, el sacerdote salesiano Julio César Grassi creó en 1993 una fundación de ayuda a chicos de la calle, Felices los niños, para la que consiguió millonarias donaciones. Con el aporte de los principales grupos económicos y el beneplácito de algunos medios de comunicación, aparecía como el rostro caritativo de un establi-shment que aborrecía las políticas públicas y respondía a cualquier problema con la iniciativa privada. Así llegó a administrar una docena y media de hogares donde vivían más de 6000 chicos.

Desde 2000 circularon historias sobre abusos cometidos en ellos e incluso llegó a la Justicia la denuncia anónima de un empleado de la Fundación, por lo que el juez Alfredo Meade inspeccionó su sede central, en Morón, a pocos kilómetros de la Capital, donde vivía el propio Grassi. Ex alumno de colegios religiosos y militante de Acción Católica, Meade era insospechable de prejuicios contra la Iglesia. “Grassi me dijo que si desconfiaba de él hablara con el cardenal Bergoglio, que era su confesor”, contó Meade al autor de esta nota.

En 2002 la periodista Miriam Lewin presentó en el canal de televisión del Grupo Clarín a varios de los niños que declararon haber sido abusados por Grassi. Uno contó que el cura lo sentó sobre su falda y empezó a tocarlo. “Me dijo que era algo normal, que los hombres se tenían que conocer, que como yo no tenía padre él me quería explicar cómo era la vida”. En un segundo encuentro “me tocó el pene y me dijo: ‘¿Querés que te lo chupe?’ Yo negué con la cabeza pero él lo hizo por un rato largo. Esa noche me escapé”.

El juez Meade ordenó el arresto de Grassi. La secretaria del juzgado, Mirta Ravera Godoy, recibió un llamado telefónico de la Curia:

–El cardenal quiere hablarle –le dijeron.

–Yo sólo atiendo en el tribunal –respondió.

Grassi estuvo prófugo durante varios días y dijo que se trataba de una acometida contra la Iglesia. “Cuando se quiere ensuciar a un sacerdote siempre se recurre a acusaciones de tipo económico o sexual”, dijo. Grassi contrató a 17 defensores, lo cual habla de un poderío económico y político inusitado.
El proceso

En once años intervinieron una docena de jueces de distintas instancias, que lo procesaron, le dictaron la prisión preventiva y lo condenaron. En junio de 2009 recibió una pena de quince años de prisión por el delito de abuso sexual reiterado en dos ocasiones y corrupción del adolescente conocido como “Gabriel”, quien se encontraba bajo su guarda como interno de la Fundación. Los menores “Ezequiel” y “Luis” denunciaron otros 15 episodios de abuso por los que Grassi fue absuelto. La condena fue confirmada en 2010 por la Cámara de Casación provincial y el año pasado por la Suprema Corte de Justicia bonaerense.

Grassi declaró con orgullo que Bergoglio lo había protegido. Al director de la editorial Perfil, Jorge Fontevecchia, le dijo en una entrevista que Bergoglio no le soltó la mano y que siempre estaba a su lado. Varias veces el entonces cardenal visitó a Grassi en su Fundación, sin avisar al entonces obispo de Morón, Oscar Justo Laguna, que protestaba por ello, aunque cuando las relaciones de poder no le dejaron más espacio, dijo haberlo perdonado.

Uno de los abogados defensores de Grassi, Abel Maloney, dijo que sus honorarios eran pagados por el hombre de negocios Héctor Colella, quien también apoyó a la Fundación cuando la detención del sacerdote resintió sus finanzas. Colella se hizo famoso en 1998, cuando el empresario postal Alfredo Yabrán se voló la cabeza para no ser detenido y dejó una nota encomendando que su íntimo amigo y socio Colella se hiciera cargo de algunas de sus empresas y de sus asuntos personales. Muerto Yabrán, su jefe de seguridad, Gregorio Ríos, fue condenado a prisión perpetua como instigador del asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas. La familia de Yabrán contrató al reconocido penalista liberal Marcelo Sancinetti, quien escribió un trabajo de más de mil páginas, del que sólo se editaron veinte ejemplares, titulado “El caso Cabezas. Análisis crítico de las imputaciones contra Gregorio Ríos y Alfredo Yabrán”. Según el diario Clarín Sancinetti habría cobrado por la obra un millón de dólares.

Los abogados defensores del custodio de Yabrán, Jorge Sandro y Julio Virgolini, encabezaron también la representación legal del cura Grassi, y Sancinetti fue contratado por la Conferencia Episcopal Argentina, presidida por Bergoglio, para realizar un trabajo similar en esta causa. Sancinetti no respondió a una consulta por correo electrónico acerca de los detalles de su contratación, incluyendo el precio convenido y quién lo pagó.

Colella paralizó a la custodia pontificia, el 17 de marzo de 2013, cuando Francisco hizo detener su vehículo descubierto, caminó siete pasos entre los fieles que colmaban la Plaza de San Pedro y se acercó a un hombre que apoyó la frente sobre el hombro papal. Era Colella, quien dijo que se conocieron en su época de estudiantes en la provincia de Córdoba, cuyo Arzobispado ha recibido ricas donaciones de Yabrán.

El dictamen de Sancinetti en defensa de Grassi se publicó en dos tomos, que sumados pasan de las mil páginas, bajo el título “Estudios sobre el caso Grassi”. Allí compara el juicio y condena de Grassi con los procesos por brujería de la Edad Media, lo cual es imaginable que haya provocado sonrisas incómodas entre los comitentes de la obra.

La contratapa del primer tomo aclara que la Conferencia Episcopal Argentina encomendó la realización de estos dictámenes a Sancinetti para tener una opinión objetiva “sobre la regularidad del procedimiento que concluyó en el juicio” y la valoración de la prueba.

Según el abogado querellante en representación del Comité de Seguimiento de la Convención de los Derechos del Niño, Juan Pablo Gallego, esta “edición privada para los comitentes” fue enviada a los despachos de los magistrados que intervenían en el caso. Sancinetti expone que quien alienta esas condenas judiciales busca “poner en falta” a la Iglesia Católica mostrando a sus sacerdotes como desviados, y desacreditándola si “calla o no condena los hechos supuestamente cometidos”. En la acusación contra Grassi, perviviría la estructura del chivo expiatorio, conocida en el derecho penal de todos los tiempos y civilizaciones, dice.

Sancinetti establece una osada comparación entre los sacerdotes acusados de abusos sexuales y Jesucristo, quien fue crucificado “en un procedimiento injusto”. Por eso, la Iglesia “no puede remitirse sin más a lo que en definitiva resuelvan los tribunales de cada Estado secular”, lo que “equivaldría a perder su propia autoridad”. En vez de ello debe investigar cada caso y emitir su propia opinión, ya que las decisiones de los jueces “son tan falibles como las de cualquier otro hombre”. Agrega que la Iglesia debe formarse un juicio propio, sin subordinarse al de un tribunal, cuya independencia pone en duda.

Gallego se reunió con Bergoglio antes del inicio del juicio y dijo que “tanto en ese encuentro, en el que fue muy formal y escueto, como en sucesivas conversaciones con emisarios del Arzobispado, su postura fue cautelosa y respetuosa. Viendo los libros que encargó sobre Grassi, tengo que pensar que tuvo un doble juego o que cambió su postura. Porque es claro que hay un intento de influir en la Justicia para favorecer su situación o revertir su condena”.

Sancinetti señala que cada sociedad tienen su propia caza de brujas. “Para la sociedad de la Edad Media la brujería era tan existente como hoy lo es el abuso sexual” y compara “la evidencia espectral” que se utilizaba entonces para identificar a una “bruja verdadera” con los dictámenes periciales sobre la verosimilitud de un relato en los juicios actuales. La persistencia de estos juicios se debería a “cuestiones de poder y dinero”, ya que existen subvenciones para “la lucha contra el abuso sexual infantil” (encomillado en el original) y no para probar la inocencia de los acusados. En vez de la balanza de la justicia, la portada del segundo tomo muestra la de la tasadora de perlas del cuadro pintado por Vermeer en 1665, una insidia elocuente.

Luego de una exhaustiva referencia a las construcciones colectivas de recuerdos falsos, en aval de “la regla milenaria de que un solo testigo es siempre insuficiente” cuando su palabra no puede ser corroborada por elementos objetivos externos, Sancinetti llega a postular que la sociedad argentina asigna “escaso valor a la verdad”, lo cual a su vez atribuye “a la forma en que se desarrollan la política argentina por un lado y las estrategias comerciales de los medios de comunicación por el otro”. Este razonamiento concluye con la crítica explícita a la despenalización de los delitos de calumnias e injurias en casos de interés público, promulgada en 2009 como consecuencia de un acuerdo entre el Estado argentino y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.

En sus conclusiones sobre el caso, Sancinetti va más allá del contexto argentino y pone en duda la mera existencia de abusos sexuales, sobre los cuales dice que la proliferación de juicios en las últimas dos décadas se debe “a una compensación que la sociedad actual, impregnada de sexualidad burda –y que no está en condiciones de ofrecerle a los niños un marco de vida saludable– lava su culpa con la condenación penal de infinidad de personas, a penas severísimas, sin que exista la menor posibilidad de saber si los hechos del caso han existido realmente”. Como el falso testimonio no se considera un delito grave en la Argentina, su descubrimiento no trae consecuencias graves, y si tiene éxito se obtienen grandes indemnizaciones, afirma.

Los psicoterapeutas de los chicos que denunciaron a Grassi, Enrique Stola y María Inés Olivella, quienes declararon en el juicio, recibieron amenazas y difamaciones. En 2003, angustiado por los ataques que recibía su paciente, Stola presentó un pedido de audiencia a Bergoglio, que no fue respondido. “La sensibilidad hacia los niños, niñas y adolescentes” no lo caracteriza, dijo en un mail de 2007, cuando los fiscales del caso solicitaron que Stola y Olivella fueran incluidos en el programa de protección de testigos. Stola recurrió a Bergoglio cuando el cardenal autorizó a Grassi a realizar funciones pastorales en la Arquidiócesis de Buenos Aires. En una carta documento le reclamó que cesaran las denigraciones y amenazas contra él y otros testigos en la página web www.causagrassi.org, de la que envió copia a la Nunciatura. Bergoglio fue uno de los obispos que hicieron explícito su apoyo a Grassi, sin preguntar por la situación material, psicológica y espiritual de sus presuntas víctimas, dijo Stola.
Carta sin respuesta

El 8 de mayo de 2013, el joven “Gabriel” se dirigió por carta a Francisco. Le dijo que había sabido por los medios de su llamado contra los abusos sexuales a menores y le recordó que en 2003 le solicitó una audiencia, mediante un fax y una llamada telefónica, “sin haber obtenido respuesta alguna”. Termina pidiéndole “ser recibido por Usted en su condición de sumo pontífice. Le ruego asimismo se sirva aplicar la tolerancia cero para con el privilegiado condenado Julio César Grassi, por cuyos espantosos crímenes he sufrido y sigo sufriendo, apartándolo de la institución, reduciéndolo a laico y emitiendo una clara señal pública de respeto hacia la independencia de la institución judicial argentina”. Así, dice, su compasión lo ayudaría a recuperar la fe.

Ocurrió todo lo contrario. En la lujosa residencia del nuncio Emil Paul Tscherrig un portero se negó a sellar el documento como recibido e intimó a Gallego y “Gabriel” a retirarse. Ante la insistencia del abogado aceptó escribir su apellido, Jiménez, pero amenazó con llamar a la policía si no abandonaban de inmediato la Nunciatura. Consultado el jueves para esta nota, el abogado Gallego dijo que “hasta hoy no hubo respuesta a la solicitud de audiencia, ni siquiera algún gesto de conmiseración hacia las víctimas”.

El 29 de abril de 2013 el diario de Torino La Stampa trató en su plataforma multimedia Vatican Insider “el extraño caso del padre Grassi”. La nota coincidió con los defensores de Grassi en que la causa “fue montada producto de una disputa de poder en torno a la Fundación”. Para Vatican Insider el caso “fue utilizado en su momento para enfangar al actual Papa”. Tres días después, el 2 de mayo de 2013, la Agencia Informativa Católica Argentina, AICA, anunció que el nuncio Tscherrig visitó una de las escuelas de la Fundación Felices los Niños, donde le informaron la construcción de un gimnasio que se llamará “Papa Francisco”, lo cual es un pronunciamiento tácito. Andrés Beltramo Alvarez añadió en aquel artículo de Vatican Insider que Francisco y el cardenal Müller acordaron que no habría pronunciamientos del Vaticano sobre el caso hasta que no se produzca la sentencia definitiva. Desde julio de este año las apelaciones de Grassi y de aquellas víctimas cuyos casos derivaron en absolución están en la Procuración General de la Nación, donde el Procurador Fiscal ante la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Casal, ya terminó su dictamen. Entrará en la Corte antes de fin de año y el primer voto lo firmará otro rendido admirador de Bergoglio, su presidente Ricardo Lorenzetti, quien ya proclamó que el Papa era “absolutamente inocente” del secuestro en 1976 de los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics.






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sábado, 29 de noviembre de 2014

"MANOS ARRIBA, ¡NO DISPAREN!": FERGUSON EN EL CENTRO DEL ESCENARIO por Miah, Malik (revista Herramienta)


artículo destacado


*Imagen:www.elnuevodia.com

“Manos arriba, ¡no disparen!”: Ferguson en el centro del escenario


Autor(es): Miah, Malik


Miah, Malik . Es uno de los directores de Against the Current y vivía en Detroit, Michigan, durante la rebelión de 1967 a raíz de un ataque policial. Intervino la Guardia Nacional y murieron unas 43 personas en cinco días en uno de los disturbios más destructivos en la historia de los EE. UU. El aumento del “temor blanco” y la “huida blanca” de Detroit hacia los suburbios data de esos acontecimientos, y posteriormente la elección del primer alcalde negro, Coleman Young, en 1973 




Los grandes medios de comunicación se volcaron en masa sobre Ferguson, Missouri, por un motivo: la comunidad negra salió a las calles luego del asesinato policial de Michael Brown, y se negó a obedecer las órdenes de abandonarlas. Esta actitud ha inspirado a las acciones solidarias que tuvieron lugar en todo Estados Unidos e internacionalmente, incluyendo a los jóvenes latinos, asiáticos y blancos junto a los afroamericanos.

El grito de “manos arriba, no disparen”, se difundió por todo el país. Eso refleja una realidad que viven los jóvenes y adultos afroamericanos cuando entran en contacto con la policía. Existe un auténtico temor a que cualquier movimiento equivocado pueda significar su muerte. La caracterización racial es común y corriente en las ciudades pequeñas y en las grandes. En cambio, el reconocimiento de responsabilidad por la violencia policial no lo es.

Por el otro lado, una mayoría de los blancos, especialmente en las comunidades de clase media o alta, raramente sufre la brutalidad policial. A ellos, la policía los atiende y los protege. De modo que ellos creen que los que deben tener la culpa son los afroamericanos, no la policía.

Los blancos en Ferguson, Missouri, una ciudad de seis millas cuadradas con 21.000 habitantes, no ven la discriminación ni el racismo; sólo ven a los negros haciendo disturbios en sus vecindarios. La cultura popular propaga el temor a los jóvenes afroamericanos. Cuando los blancos se arman en el área de St. Louis, las armas vuelan de los estantes de las armerías. Pero los blancos, un 30 % de la población, controlan las estructuras del poder y la policía. Los negros no tienen poder político.

Ferguson forma parte de una larga lista de lugares donde la violencia policial arrebata las vidas de los afroamericanos. La deshumanización y el desprecio que sufren los hombres negros por parte de la sociedad reflejan una amplia cultura del racismo institucional. No es casual que un policía blanco se sienta amenazado por un adolescente desarmado de 18 años.

Al policía Darren Wilson, de 28 años, lo escondieron mientras la comunidad estallaba durante cinco días. La fuerza policial militarizada de 53 agentes (sólo 3 son negros en una ciudad donde el 69 % de la población es afroamericano) usó vehículos blindados y armas más apropiadas para combatir en Irak y Afganistán. Todos vestían con uniformes camuflados.

La policía quiso controlar la verdad presentando a “Big Mike” Brown y a la comunidad como gente violenta y descontrolada, para ganar el apoyo blanco y justificar la impresionante fuerza de tipo militar. A la comunidad ocupada la presentan como seres subhumanos que están arrojando piedras y cócteles molotov a los policías. La policía en Ferguson y en el condado de St. Louis ha sido adoctrinada con esta idea deshumanizadora y despreciativa de la comunidad negra.

El asesinato y las consecuencias

El 10 de agosto, el policía ordenó a Brown y su amigo a ir de la calle a la vereda. Ellos no lo hicieron y esto inició una pelea. Hay versiones encontradas sobre los detalles de esta pelea. Brown recibió entonces un balazo y murió con las manos en alto a unos diez metros del vehículo patrullero. Su cuerpo quedó tendido en la calle durante 4 horas. Entre el 12 y el 13 de agosto los policías arrojaron gas lacrimógeno y balas de goma a los manifestantes airados pero pacíficos, muchos de los cuales estaban frente a sus propias casas cuando eran atacados. También se atacó y detuvo a periodistas del Huffington Post y del Washington Post. El equipo policial de SWAT también disparó también gases y balas de goma a periodistas de la agencia Aljazeera America, familiarizados con zonas de combate en el Oriente Medio. Las cámaras de la CNN filmaron a un oficial dirigiéndose a un grupo de manifestantes diciendo “¡tomen, jodidos animales, tomen!”. Ahora las armas de guerra son algo común en muchas dependencias policiales. Esta militarización no es para combatir a terroristas, sino para controlar a los ciudadanos normales de estas comunidades; o sea, para sofocar a los disturbios civiles.

El racismo estructural de la sociedad estadounidense significa que los departamentos policiales cumplan sus cuotas de arrestos persiguiendo a los “otros”, los que son afroamericanos, latinos, árabes y musulmanes. Los policías discriminan a los jóvenes negros, a quienes se arresta y procesa mediante un sistema judicial que está lejos de ser indiferente al color de la piel. Uno de las demandas más frecuentes que se oía en los vecindarios negros de Ferguson era “exigimos respeto y justicia”.

Luego de publicarse el nombre del policía el 15 de agosto, la policía hizo circular una nueva razón por la que se mató a Michael Brown. La historia cambió y pasó a ser un incidente de un hurto a pocas cuadras, presuntamente cometido por Brown, en una tienda; pero el propio jefe de policía admitió que Wilson, cuando disparó a Brown, no sabía que era un sospechoso.

Culpar a la víctima

El presunto robo era una táctica clásica del desvío (una “pantalla de humo”) para culpar a la víctima por su propia muerte, afirmó la familia de Brown. Muchos blancos ya habían dado por supuesto que Brown era un criminal. Lo que torpedeó al encubrimiento planeado fueron los testimonios de los testigos presenciales. Esto puso en evidencia a los políticos, incluyendo al gobernador demócrata Nixon. Los policías tuvieron que retroceder. Nixon nombró a un capitán afroamericano, Ron Johnson, de la patrulla de caminos de Missouri, nacido en Ferguson, para que fuera la cara pública de la fuerza policial.
Posteriormente, después de que algunos manifestantes comenzaran a saquear tiendas el 15 de agosto, el gobernador impuso un toque de queda. Los líderes de la comunidad condenaron la acción de unos pocos que no reflejaban el apoyo mayoritario a las protestas desafiantes pero pacíficas. Las provocaciones, hechas en su mayoría por gente desconocida que había llegado a Ferguson, favorecieron al alegato de la policía de que tuvo que emplear la fuerza para mantener el orden.

La respuesta insensible de la policía y los políticos blancos desenmascara lo que cada afroamericano sabe demasiado bien: los negros viven en un país racialmente dividido donde se aplican diferentes leyes. Esto recuerda a la década de 1960, cuando los afroamericanos eran tratados como seres inferiores o que eran menos que humanos, los policías eran vistos como una fuerza de ocupación, y se popularizaron las exigencias del “control comunitario de la policía”.

La militarización de las fuerzas policiales

Glen Greenwald, el periodista investigador que informó al mundo sobre las divulgaciones de Edward Snowden acerca del espionaje masivo de los Estados Unidos, discutió en un artículo del 14 de agosto para el servicio de noticiasIntercept, por internet, sobre los orígenes de la militarización de las fuerzas policiales en las ciudades:

“La militarización intensiva de las fuerzas policiales en EE. UU. es una seria amenaza sobre la que pocas personas han estado advirtiendo enérgicamente durante años, recibiendo muy poca atención o interés. En un artículo de 2007 sobre ‘la progresiva eliminación de las diferencias entre las instituciones policiales y militares y entre la guerra y la aplicación de la ley’, el profesor de derecho penal Peter Kraska definió a la ‘militarización de la policía’ como el proceso por el cual la policía civil extrae, y toma como modelo a los principios del militarismo y el modelo militar…”

Al igual que en la mayoría de los casos de medidas policiales excesivas y abusivas, la militarización de la policía está abrumadoramente y desproporcionadamente dirigida contra las minorías y las comunidades pobres, logrando que el problema se agrave en gran medida en la oscuridad. Los americanos ahora están tan acostumbrados a ver a agentes de policía vestidos con ropa de camuflaje y estilo “robocop”, trasladándose en vehículos blindados y portando armas automáticas que fueron introducidas primero en la ocupación estadounidense de Bagdad, que esto se naturalizado. Pero quienes sufren las consecuencias de esta transformación, son quienes carecen de poderosos megáfonos; para vocear sus quejas sobre los inevitables y severos abusos resultantes.

Si hay algo positivo que provenga de las parodias y simulacros de Ferguson, es que esta orgía totalmente descontrolada de la militarización policial local, actualmente recibe una atención largamente demorada. Los periodistas del New York Times Julie Bosman y Matt Apuzzo, en un artículo del 14 de agosto informaron que “el Departamento de Seguridad Interior subvencionó el dinero que se pagó para comprar los camiones blindados ‘Bearcat’ para el patrullaje en Ferguson”, según dijo Nick Gragnani, director ejecutivo del Sistema de Acción Regional del área de St. Louis, que administra dichas subvenciones para esa área.

Desde 2003, el grupo ha gastado 9,4 millones de dólares en equipamiento para la policía en el condado de St. Louis. Eso incluye 3,6 millones para dos helicópteros, más el Bearcat, otros vehículos y equipamiento para visión nocturna. La mayor parte de las armaduras usadas por los agentes del orden que enfrentaban a las protestas en Ferguson fueron pagadas con dinero federal, según Gragnani.

“El centro es el terrorismo, pero se permite hacer una transición para otros tipos de respuestas” agregó. “Es para todo tipo de malestar social. Fuimos orientados por el asesoramiento sobre subvenciones. No hubo restricciones sobre ese tema por parte del gobierno federal.”

Aunque no se entregan las principales subvenciones de la Seguridad Nacional para comprar armas, las subvenciones del Departamento de Justicia sí pueden serlo. Esto incluye a balas de goma y gases lacrimógenos, que utiliza la policía para dispersar a las muchedumbres. Un informe del Departamento de Justicia decía el año pasado que alrededor de 400 dependencias locales policiales y más de 100 agencias estatales habían comprado esas armas menos mortíferas usando dinero subvencionado por el Departamento de Justicia.

La militarización de la policía también está relacionada con la “guerra contra las drogas” que han traído caos y muerte a las ciudades de Estados Unidos y a México y las naciones centroamericanas, donde la juventud está huyendo para proteger sus vidas hacia la frontera del sur de los EE. UU. y contribuido a la encarcelación en masa de los afroamericanos.

Lo más importante aquí es que la composición social de la fuerza policial no es lo que causa la militarización. Aunque es un factor, como se ha visto en Ferguson donde muy pocos policías son afroamericanos, los mayores problemas son la política y el adiestramiento. A todos los policías, sean blancos, negros, latinos o asiático-americanos se les enseña la discriminación racial y a atacar a las comunidades minoritarias. Por ejemplo, la ciudad de Nueva York, tiene una fuerza policial que es mayoritariamente compuesta por hombres de color, pero fue allí mismo donde mataron por asfixia a un hombre negro en Staten Island, y las detenciones y cacheos siguen siendo un problema importante para los seres de color.

Acción pública de masas

Lo que suceda de ahora en más dependerá de las protestas públicas y la presión sobre los gobiernos de condados, estados y federal. El presidente Obama y el Fiscal General Holder han instruido al FBI para que investigue la muerte de Brown. Como lo hace generalmente, Obama no mencionó a las divisiones y tensiones raciales subyacentes en Ferguson. Sugirió que la comunidad y los policías ¡deben comportarse mejor! Le corresponderá al fiscal del distrito y a un gran jurado a puertas cerradas decidir si el policía que mató a Brown será arrestado y procesado. Hasta ahora éste se encuentra haciendo trabajo de escritorio.

El país sigue estando dividido por la raza, aunque se ha hecho algún progreso para los afroamericanos educados. Ferguson muestra que no vivimos en una sociedad “post-racial” como muchos esperaban con la elección del primer presidente afroamericano. El rechazo de Obama a afrontar al racismo institucional es un motivo por el cual los blancos que se oponen a la completa equidad racial han estado a la ofensiva desde su elección en 2008. Se podría decir que la elección de Barack Obama les hizo saber a los blancos (o al menos a una minoría apreciable) que debían agruparse y asegurarse de que no se les quite el poder.

Es por eso que el núcleo duro de los derechistas y racistas en el Tea Party apoya a los nacionalistas blancos que odian a Obama y a los derechos civiles. Es por eso que en el viejo Sur y en los estados dominados por los republicanos se están poniendo limitaciones a las leyes sobre derechos electorales. Los hechos en Ferguson, Los Ángeles, Staten Island, y muchas otras ciudades muestran que la violencia policial dirigida racialmente es una práctica generalizada.

La historia de los negros que son baleados y muertos por policías (a un promedio de por lo menos dos por semana) recibe poca atención, a no ser que haya teléfonos con videos presentes. Sólo cuando los afroamericanos sean tratados como personas y seres humanos, pagarán con la misma moneda. Los trabajadores y los afroamericanos pobres todavía están esperando que suceda esto.

“Manos arriba, no disparen” es una exigencia de justicia y dignidad. Es una cuestión de vida o muerte para los jóvenes y los hombres negros. Es una consigna universal para todas las víctimas de la violencia aprobada por el estado y para todos los oprimidos, desde Ferguson hasta Gaza.





Publicado originalmente en la revista Against the Current, a la que agradecemos la gentileza de autorizarnos su publicación.
Traducción por Francisco T. Sobrino 




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aportes en la crisis.-

¡ARRIBA LAS MANOS, NO DISPAREN! Por Janos Rolón IMPUNIDAD POLICIAL EN EEUU




Miércoles 26 de noviembre de 2014 | Edición del día


IMPUNIDAD POLICIAL EN EEUU

¡Arriba las manos, no disparen!


El título de esta nota es el grito que hizo temblar las calles de Estados Unidos ayer, desde la localidad de Ferguson (Missouri) a Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Washington DC, Oakland y otras grandes ciudades del país.


Janos Rolón



El disparador de las protestas se remonta al 8 de agosto pasado cuando un policía fusila por la espalda a un joven afroamericano, Michael Brown, de 18 años, en un barrio pobre de Ferguson.

Ahora la rabia invadió las calles porque el policía Darren Wilson ni siquiera fue llevado a los tribunales, así lo notificó el fiscal del Condado de St. Louis, Robert McCulloch, en la madrugada del 25 de noviembre, alegando que el policía actuó en defensa propia.

La madre de Brown, la Sra McSpadden, respondió ante los medios al grito de "¡defenderse de qué! ¡Todo el mundo quiere que yo sea la calma! ¿Sabés lo que las balas le hicieron a mí hijo? ¡A ellos no les importa, nunca les va a importar!" Y rompió en llanto.

12 noches de bronca

Desde el 8 al 20 de Agosto pasado, las protestas no dieron respiro al presidente Barack Obama: 30 detenidos y decenas de heridos terminaron con el cuento de que un presidente de color garantizaba una nueva era de derechos sociales.

La crisis norteamericana, el aumento del desempleo, las terribles condiciones de precariedad laboral, bajos salarios, un sistema de salud y educación limitado y una nueva navidad que va a encontrar a miles sin hogar ni empleo, hacen una carga pesada en los hombros de millones de trabajadores estadounidenses.

El asesinato de Brown despierta la bronca popular, bronca que tiene muchos más fundamentos de lo que parece.

¡Tan lejos y tan cerca!

La impunidad policial, la portación de cara, la discriminación, el racismo, la criminalización de la pobreza y la juventud en EE.UU, son condiciones semejantes a la de cualquier barrio del conurbano bonaerense.

La misma maldita policía en Argentina y en Estados Unidos. Esto confirma que no se trata de un policía sino de toda la institución, acá y en el mundo.

Hace apenas un mes, cientos de jóvenes se movilizaron en la provincia de Córdoba pidiendo justicia por Lautaro Torres de 16 años y Cristian Guevara de 18 años, asesinados por la policía. En nuestro país muere un pibe cada 36 horas por gatillo fácil. Pasa en todas las provincias, como en Estados Unidos.

El caso de Brown no es el único, el pasado 17 de Julio Tamir Rice, un niño negro de 12 años, cayó fusilado por estar jugando en el parque con una pistola de juguete en la localidad de Cleveland.

Kajieme Powell, de 25 años, fue acribillado de 12 tiros por un grupo de policías blancos en los Ángeles, se lo culpaba de haber robado media docena de Donas.

En los últimos 4 meses, hay al menos 20 casos conocidos de gatillo fácil policial en territorio norteamericano y las víctimas son jóvenes de los barrios pobres.

El doble discurso de Obama

La realidad es que no hay justicia, el hambre y las necesidades golpean las barriadas pobres en conjunto con una policía que amedrenta y persigue cotidianamente a la juventud.

Es terrible, si los enfrentamientos de Agosto encontraron 30 detenidos en 12 noches, ahora en tan solo una noche ya van 60 detenidos.

El pueblo norteamericano se levanta contra el racismo, quiere justicia por Brown. La juventud indignada sale a las calles, pero también reclama vivienda, trabajo y salud.

Mientras el país se conmociona, la Casa Blanca estaba armando la nueva cúpula del pentágono en función de los planes militaristas de Norteamérica. Obama estuvo ayer en una conferencia de prensa presentando la renuncia del secretario de defensa Sr. Hagel y a pesar de que las manifestaciones llegaban a la puerta de la Casa Blanca, dedicó apenas unos minutos al caso Brown, pero para condenar a los manifestantes de “violentos”, denunciar los saqueos y pedir que no se resistan a la represión policial.

La juventud norteamericana contra la represión policial

Según entrevistas del diario New York Times, Brien Redmon de 31 años dijo que "no se trata de actos de vandalismo. Se trata de la lucha contra una organización policial que no se preocupa por las vidas que sirven."

Thomas Perry, de 30 años, dijo: "Estoy a favor de mi pueblo, por eso estoy acá".

Courtney Ford, de 30 años, docente afroamericano que vive en St. Louis dijo: "Yo sólo vi estas cosas en la escuela. Las marchas de Selma y Martin Luther King, y los activistas de los derechos civiles, pero ahora ésta es la vida, ésta es la historia. Estoy aquí realmente como testigo".

Estas entrevistas se realizaban mientras de fondo sonaba un coro de miles que, dirigidos por un megáfono, agitaban "¡Si no hay justicia, no hay Paz!". Mientras, una mujer de mediana edad llegaba desde Chicago para manifestarse en las puertas de la comisaría de Ferguson y alentaba a un grupo de jóvenes que construían una barricada. A lo lejos se podía ver como otros daban vuelta un patrullero para defenderse de los gases y disparos de los efectivos que avanzaban en diagonal, y a la par, otro grupo de manifestantes levantaban los brazos desafiando al poder policial.

Si algo está claro es que la juventud norteamericana no va a dejar que el caso Michael Brown quede impune, y en una gesta heroica ya se están enfrentando a la policía, a la justicia y al estado de la principal potencia imperialista del mundo.




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DE AYOTZINAPA, UN HITO CULTURAL Por Gerardo Albarrán de Alba


Organizaciones sociales se manifiestan frente a la Fiscalía General en México DF. Imagen: EFE


EL MUNDO › DESDE CANTANTES Y ESCRITORES HASTA FUTBOLISTAS Y PROGRAMAS DE CHISMES

De Ayotzinapa, un hito cultural

La desaparición de los 43 estudiantes ha sacudido todos los estamentos de la vida cultural mexicana. El presidente Peña Nieto y su familia viven la reprobación social en carne propia, que queda expuesta en toda su frivolidad farandulesca.


Por Gerardo Albarrán de Alba
Desde México, DF



Apenas terminó Enrique Peña Nieto de dar un mensaje televisado para resumir el encuentro de cinco horas que acababa de tener con los padres de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, en Los Pinos, la residencia oficial se convirtió en un privilegiado salón para una fiesta de disfraces. Era el 29 de octubre, vísperas de Halloween, y –más importante– del cumpleaños de Sofía Castro, la hijastra del presidente de México, quien se vistió de hada para celebrar por adelantado su arribo a la mayoría de edad. Tres días después se vistió como La Catrina, el personaje creado por el célebre grabador José Guadalupe Posada (1852-1913), precursor del movimiento nacionalista en las artes plásticas mexicanas que impulsaron José Clemente Orozco y Diego Rivera.

Ese es el ambiente en el que la familia Peña Nieto-Rivera se siente a sus anchas: la farándula y la frivolidad de las revistas del corazón. Las favoritas son las entrevistas en Televisa, a la que le deben todo: él, la construcción de su candidatura presidencial; ella, su carrera y hasta su casa.

El problema es cuando les cambian el libreto. A Peña Nieto, Ayotzinapa se le ha convertido en una crisis social y política sin precedentes. Su esposa, la actriz Angélica Rivera, se hunde en un escándalo por la mansión de 7 millones de dólares que ocupa, construida en dos predios, uno que le “regaló” Televisa y otro que es propiedad del contratista de obra pública favorito del gobierno de su marido, el presidente.

Y si ellos no han sabido darle un adecuado manejo de crisis, la adolescente Sofía Castro tiene menos recursos para defenderse sola, fuera del manto protector del Estado Mayor Presidencial, el cuerpo militar de elite responsable de la seguridad del presidente y su familia, ahora que empieza a incursionar en el mundo de las telenovelas. Ella es hija de la actriz Angélica Rivera (hoy casada con Peña Nieto) y el productor José Alberto Castro, lo que la hace sobrina de la actriz Verónica Castro y prima hermana del cantante Cristian Castro.

A la hijastra del presidente la increparon la semana pasada cuando llegó a hospedarse en un hotel de Las Vegas, Nevada: “¡No sigan robando el dinero de México!”, le gritaron mientras caminaba entre máquinas tragamonedas. Ella los ignoró, hasta que una mujer le soltó: “¡Vete a vivir allá!”. Entonces estalló. “¡Vivo allá! ¡Qué te importa! Vengo de vacaciones, ¡qué te importa!”, respondió iracunda, mientras al menos cuatro guardaespaldas la rodeaban. “¡Rateros!” “¡Que digan algo de Ayotzinapa!” “¡Matan a los estudiantes en México!” “¡Estamos cansados!”, le siguieron gritando.

Días después, en la entrega de los Grammy latinos, Sofía Castro fue perseguida por el conductor del programa El gordo y la flaca, especializado en chismes de la farándula. Cuando logró arrinconarla para cuestionarle que eludía el tema de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, cada vez que le preguntaban, ya no hubo ni respuesta. Una mujer que la va escoltando todo el tiempo la tomó casi en vilo y la sacó de ahí.

A la familia presidencial no parece sentarle bien la realidad. Frases del tipo “Vivos los queremos” y “Todos somos Ayotzinapa”, o cientos o miles de voces contando desde uno hasta cuarenta y tres, rematado por el grito de “¡Justicia!”, se han vuelto la constante en innumerables eventos masivos cuyo público está al margen de la férula del control de Televisa, la gran aliada de Peña Nieto. Pero también está en la fila que hace la gente para comprar tortillas, en las cantinas, en los parques de barrios tradicionalmente populares y conservadores, en funciones de teatro y hasta en partidos de fútbol, como los del fin de semana último, en los que la protesta que desde hace un par de meses se expresa en las gradas (incluso en los partidos de la selección nacional) finalmente bajó a la cancha: varios jugadores formaron el número 43 con los dedos de sus manos durante la celebración de sus goles, aunque el gesto fue invisibilizado por Televisa.

Lo que los medios electrónicos y la prensa alineada con el oficialismo priista no pueden controlar son las redes sociales y el resto del mundo que se da por enterado de lo que ocurre en México y comparte la indignación de la sociedad civil mexicana, como lo hicieron en Twitter el delantero mexicano del Real Madrid, Javier “Chicharito” Hernández, y el club de fútbol Liverpool, 18 veces campeón de Inglaterra y cinco veces campeón de Europa.

Actores como Damián Alcázar y Daniel Giménez Cacho incluso leyeron en el escenario el comunicado de la primera Acción Global por Ayotzinapa, el 8 de octubre. Decenas de artistas plásticos se unieron para crear ilustraciones de los 43 normalistas desaparecidos y los subieron al tumblr #IlustradoresConAyotzinapa. Las imágenes han servido desde entonces para todas la marchas.

“¡Regrésenlos!”, clamó la escritora Elena Poniatowska durante un mitin de Morena, el nuevo partido político de izquierda que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Y es que, particularmente los escritores, han vertido ríos de tinta en artículos y columnas en periódicos y revistas de todo el mundo para denunciar la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa. En la segunda Feria Internacional del Libro de Acapulco, en la que Argentina fue el país invitado, varios autores cancelaron su participación en señal de protesta, como el poeta Javier Sicilia, cuyo hijo fue asesinado por el crimen organizado el 28 de marzo de 2011. Otros escritores han aprovechado foros en los que participan para desgranar la realidad, como Juan Villoro, para quien “México está al borde de un estallido social” ante la exclusión y criminalización de los jóvenes, dijo en la presentación de uno de sus libros en la Tercera Feria Internacional del Libro en la Universidad Autónoma de Chiapas, apenas cuatro días después de los sucesos del 26 de septiembre en Ayotzinapa.

Entre los artistas, los hay quienes están mejor dispuestos a sumarse a la protesta generalizada de la sociedad civil mexicana, como Café Tacvba, que incluso ha desplegado mantas en algunos conciertos. A mediados de este mes, el vocalista Rubén Albarrán dedicó unos minutos a la memoria de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos, durante los tres conciertos que dio en un abarrotado Auditorio Nacional que lució plagado de mantas de solidaridad con Ayotzinapa. Un par de días antes, León Larregui, vocalista del grupo Zoé, dio un discurso sobre la desaparición y muerte de los jóvenes. “México está de luto, México está sangrando”, dijo en medio de un concierto en el Foro Sol. “¿En qué país quieres vivir tú?, ¿en el que el simple hecho de exigir tu derecho a una vida digna y justa signifique que te van a desaparecer y a matar? ¡Qué chingada madre es eso!”





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viernes, 28 de noviembre de 2014

DECÍ MU EN MEXICO, PARA ENTENDER EL NARCO-ESTADO ESCUCHÁ EL PROGRAMA COMPLETO / radio la vaca


* PROGRAMA DESTACADO:


- EXCELENTE NIVEL DE ESCLARECIMIENTO DE LA CRISIS QUE ATRAVIESA MÉXICO.


aportes en la crisis.-



43




Decí Mu en México, para entender el narco-estado



(Escuchá el programa completo) La desaparición de 43 estudiantes en México, secuestrados por fuerzas de seguridad y entregados a un grupo narco, termina por develar hasta qué punto la droga está instalada en el estado. En los últimos 8 años hubo 100.000 muertos y 30.000 desaparecidos. Un gobierno que reprime a quienes reclaman justicia, en un sistema que no les permite a los jóvenes tener futuro. Qué papel que no pueden jugar otras instituciones de la sociedad está jugando hoy el narcotráfico, un brazo de la clase dominante. El periodista Raúl Zibechi nos describe con detalles una política que quiere a los jóvenes como soldaditos, drogados o muertos y un panorama en el cual el zapatismo parece ser la única fuerza que les haga frente.


México Narco Bloque 1 - Decí Mu

Clickear para escuchar el programa

lavaca México narco - Decí Mu


Descargar el programa 

La reproducción de este programa es libre. Sólo tenés que mandar un mail a infolavaca@yahoo.com.ar para emitir todos los programas de Decí MU 




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jueves, 27 de noviembre de 2014

CORREPI: INFORME DE LA SITUACIÓN REPRESIVA ANUAL


Destacado 

Acto en Plaza de Mayo, viernes 28, 18:00 ¡Contra el ajuste y la represión, organización y lucha!


CORREPI
:: Novedades :: 21.Nov.14
Informe anual de la situación represiva - Presentación 2014 del Archivo de Casos de personas asesinadas por el aparato represivo estatal.





Boletín informativo nº 740

CORREPI



clickear para ingresar al enlace



Sumario:

1. Por qué tenemos que ir a Plaza de Mayo el viernes. 2. Cristina va de Shopping y le compra juguetitos a Milani. 3. Gatillo fácil acá, y allá, en el norte. 4. No pasarán. 5. Cristian Ferreyra, vive en la lucha de cada compañero. 6. Próximas actividades.





Por qué tenemos que ir a Plaza de Mayo el viernes






En de abril de 1996, el presidente Carlos Menem “explicó” a los medios por qué crecían las denuncias públicas por fusilamientos policiales: “Hay periodistas de pluma fácil”, dijo. Enseguida, la tesis fue reforzada por el jefe de la Policía Federal, comisario Adrián Pelacchi, y por el ministro del Interior y responsable de las fuerzas de seguridad federales, Carlos Vladimiro Corach, que agregó una frase en la que resonó la voz de Videla respondiendo sobre los desaparecidos: “¿Dónde están los nombres?”.

Delia Garcilazo, mamá de Rodolfo “Fito” Ríos, torturado hasta morir en la cárcel de Caseros en noviembre de 1992, trajo la propuesta: “Hagamos una lista de todos los asesinados por las fuerzas de seguridad, de todo el país, desde que terminó la dictadura, y llevemos ese archivo a Plaza de Mayo”.
Cerca de fin de año, habíamos reunido datos de 262 casos de personas asesinadas por el aparato represivo estatal desde diciembre de 1983. Allá nos fuimos, un puñado de compañeros con un megáfono y el recién nacido ARCHIVO DE PERSONAS ASESINADAS POR EL APARATO REPRESIVO ESTATAL abajo del brazo.

La repercusión que tuvo la humilde actividad, y la enorme utilidad que pronto vimos que tendría contar con una herramienta que nos permitiera mostrar, en nuestra militancia cotidiana, lo más invisibilizado y naturalizado de la represión, motivó a CORREPI a sostener sistemáticamente la actualización del Archivo, y a reiterar cada año la presencia en Plaza de Mayo.

Dieciocho años después, el acto anual de CORREPI en Plaza de Mayo se ha convertido en la instancia de síntesis de las luchas antirrepresivas en todo el país, que convoca a la militancia de todos los sectores y a muchísimos compañeros y compañeras que nos acompañan cada año.

Este viernes 28 de noviembre, estaremos desde temprano, armando stands, colgando guirnaldas con las fotos de los pibes, llenando de banderas y pancartas la plaza. A las cinco de la tarde empezarán las intervenciones artísticas con el aporte invalorable de las organizaciones culturales compañeras que siempre están con nosotros. A las seis, empezará el acto, con los referentes de las más destacadas luchas obreras del año; con los espacios de coordinación donde hacemos el tan necesario aprendizaje de la coordinación y la unidad de acción frente al enemigo común; con las organizaciones hermanas del ENA (Encuentro Nacional Antirrepresivo). Luego, el momento de los “datos duros”, como dicen los periodistas. Duros porque nos matan un pibe por día en las barriadas, duro porque el 51% tenían menos de 17 años, duro porque en la Puna, la Patagonia, la Cordillera o el Litoral, la represión es política de estado.

Y los compañeros familiares, que harán su intervención marcados por las dos grandes ausencias que nos dejó este año, Delia y Mary.

Tenemos que ir a Plaza de Mayo el viernes, porque tenemos que ir. Por cada pibe asesinado, por cada trabajador represaliado, por las compañeras que no están, por cada compañero que sigue firme en la lucha. Los esperamos.

Cristina va de Shopping y le compra juguetitos a Milani.

El gobierno nacional “admitió” la comprar millonaria de equipos de espionaje para el Ministerio de Defensa… esto es: nuevos juguetes para el general Milani, el mismo que defienden Cristina, La Cámpora y ahora hasta Estela de Carloto, destinados a intervenir mails y comunicaciones telefónicas.

Los nuevos equipos, deudores de la última tecnología, sirven por supuesto para realizar “inteligencia”, ese eufemismo que utilizan los gobiernos burgueses para nombrar el espionaje, la infiltración y todo tipo de violación de los derechos individuales con fines eminentemente políticos.

Esta incorporación se da en el marco de un aumento de presupuesto del ministerio en cuestión, que pese a las patéticas defensas ensayadas por el títere Capitanich denota la atención que presta el gobierno “del consenso” a aquellos sectores y organizaciones que precisamente no se pliegan a tal consenso.

¿Cuál podría ser la excusa perfecta, la justificación, para estas compras? Por supuesto: “los delitos complejos”, esa abstracción que maneja el discurso estatal democrático para operar como la CIA o la KGB contra los que se considera enemigos.

Pero no, se necesita algo concreto, algún latiguillo que suene más convincente, y entonces aparece la palabra mágica: narcotráfico, y listo, con eso se acalla cualquier duda y se sigue pertrechando a los verdugos del estado con dispositivos que oscilan entre el panoptismo más abyecto (puesto que está basado en última instancia sobre la protección de la libertad de la ciudadanía) y la farsa que ya conocemos en torno al tráfico de drogas, en el cual las fuerzas de seguridad y el poder políticos son protagonistas centrales e imprescindibles, como observamos semana tras semana.

Resulta conmovedora la defensa de Capitanich, haciendo referencia a la dependencia respecto del Poder Judicial en estos casos y, sobre todo, a la operación política que supondría el cuestionamiento de las compras, operación que “pretende enlodar la actividad pública, prístina y transparente del gobierno nacional” (sic).

Pobre Cristina: va de Shopping con la tarjeta en llamas, compra lo que le piden para “limpiar la patria” y encima la difaman…. así no hay “democracia” que funcione.

Gatillo fácil acá, y allá, en el norte.

La actualización de nuestro archivo de casos es una ardua tarea que desarrollamos en forma militante, con la intención de generar una herramienta que permita entender con mayor claridad a qué nos referimos cuando hablamos de una política de estado.

Esta actividad se ve complejizada por el siempre constante accionar represivo. Esta semana, a días de presentar nuestro archivo anual, seguimos sumando casos. Tal es el caso de Diego Gauna, un joven de 29 años de la provincia de La Pampa.

Diego había concurrido al autódromo de Toay, donde se corría una fecha de la categoría “zonales”. Venía sufriendo problemas con las drogas y el alcohol (su autopsia reveló un agudo grado intoxicación), y tuvo un altercado con otros concurrentes. Fue golpeado por varias personas en dos oportunidades. La policía, presente en el lugar, no sólo no intervino al momento de los incidentes, y dejó que le propinaran a Diego una terrible golpiza, sino que su intervención posterior, lejos de asistirlo, lo condenó a muerte. Lo detuvieron y cargaron en el patrullero. Diego llegó muerto a la comisaría.

Y como en casa, en EEUU el asesinato de jóvenes parece ser un deporte policial por excelencia, y mejor aún si son negros. Así trascendió últimamente en los medios con el caso de Michael Brown, el joven de 18 años asesinado de seis disparos, en un ataque que fue filmado y viralizado en las redes sociales y que ahora tuvo un broche de impunidad con el cierre de la causa, ante la decisión del Gran Jurado de no acusar al policía. Sólo que casi enseguida, la historia se repitió.

Esta vez hechos fue en Ohio, Cleveland, donde la policía asesinó de dos disparos a un chico negro de 12 años. Los dos policías dispararon contra el pibe en una zona de juegos al aire libre, después de recibir denuncias telefónicas que “había un menor apuntando a los transeúntes”.

Después de matarlo, los policías se dieron cuenta que el arma que tenía el pibe era un juguete. Literalmente, estaba jugando.

Un incidente similar ocurrió, también en Ohio, en agosto pasado, cuando policías que respondían a un llamado de emergencia mataron en un supermercado a John Crawford, un hombre negro que tenía una pistola de juguete que era vendida en ese mismo local donde fue asesinado.

La represión no distingue fronteras, ni niños, ni enfermos. Lo que sí distingue, es la clase.

No pasarán.

En el boletín anterior celebrábamos un triunfo popular: Mariano “Maro” Skliar, delegado general de la Junta Interna de ATE en Promoción Social, y Humberto “Pitu” Rodríguez, secretario general adjunto de ATE Capital, fueron absueltos en el juicio iniciado como represalia de una movilización en el marco de un plan de lucha a fines de 2012. Celebrábamos la absolución de los compañeros, porque se hizo costumbre llevar a juicio a los que se organizan en su espacio de trabajo y no responden a los burócratas de turno; porque se hizo costumbre que intenten desbaratar las asambleas donde los trabajadores discuten sus planes de lucha, y parece que ahora se intenta hacer costumbre que sea la policía federal la que irrumpa en los espacios de trabajo y no permita que se lleven a cabo los espacios gremiales de los trabajadores.

Es el caso de la Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, que vio el 20 de noviembre cómo, en medio de una asamblea convocada por la junta interna, se intentó desbaratar y amedrentar la posibilidad de organización. Esa misma semana se había convocado esta asamblea con cuatro ejes sólidos: renovación de contratos, continuidad laboral de los encuestadores, bono de fin de año y plan de lucha para la jornada del 25 de noviembre, en apoyo a la delegada general Tamara Lescano, víctima nuevamente de la persecución sindical a la que vienen sometidos los trabajadores de ese sector; cuatro ejes que fueron imposibles de tratar.

Primero fueron los jefes y jefas del sector y SUTECBA (Sindicato Único de Trabajadores del Estado de la Ciudad de Buenos Aires) quienes impidieron, por orden del director José María Donati, la realización de la asamblea. Por si fuera poco, y no contentos con la respuesta de los trabajadores, llegó la PFA con un gran despliegue, anunciando que quería cerrar las dos sedes laborales por que “no se encontraría garantizada la seguridad de los trabajadores”.

Desde que se logró, como fruto de la organización y lucha, conquistar la representación de los trabajadores por medio de una junta interna, hace dos años, no han cesado las prácticas más comunes de bastardeo político y persecución. Primero fue con el intento de despido de Tamara Lescano, luego con el no reconocimiento de Diego en el concurso a planta permanente por su activismo anti-burocrático, luego fue Ernesto Abus, al que no dejaron participar del concurso por haber nacido de padres exiliados políticos durante la última dictadura cívico militar. Ahora, nuevamente contra la secretaria general, en una causa armada por amenazas en el marco de la defensa de un compañero precarizado despedido.

A las claras la connivencia entre los jefes, el director, los abogados de este organismo (todos ellos funcionarios públicos) y las mismas fuerzas de “seguridad”, está dispuesta a favor de los que precarizan, despiden y amedrentan constantemente a todo el que se organiza y sale a luchar.

Así como por medio de la organización y la lucha se logró en su momento la reincorporación de Tamara, se redoblan los esfuerzos para desbaratar a los perseguidores con un nuevo plan de lucha.

Cristian Ferreyra, vive en la lucha de cada compañero.

El martes 4 de noviembre se inició el juicio oral y público por el crimen de Cristian Ferreyra (23), militante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE), asesinado hace tres años por resistir el desalojo de sus tierras.

La represión estatal y los intereses de los grandes empresarios, una relación necesaria en la defensa del sistema capitalista, muestran sus garras a la hora de imponer el modelo agroexplotador: por un lado, el gobierno implementa un sistema político-económico al servicio de unos pocos, con secuelas de desocupación, ajuste y precarización laboral en torno al saqueo de nuestros recursos naturales. Al mismo tiempo, y como condición para lograrlo, necesitan utilizar sus fuerzas represivas, de diferentes maneras, para defender sus intereses contra los de abajo.

El poder judicial y medios masivos de comunicación, son otros de los actores que defienden, con uñas y dientes, acciones y discursos de quienes nos someten.

Históricamente, el aparato represivo estuvo estrechamente relacionado con las diversas políticas económicas encabezadas por los gobiernos de nuestro país que, si bien fueron cambiando sus formas de gobernabilidad, presentan una continuidad en el objetivo: mantener un sistema que, al servicio de los grandes grupos económicos, oprime y explota a nuestro pueblo.

En esta lógica se asienta el asesinato de Cristian, así como también los cientos de amenazas y persecuciones que se practican de manera sistemática sobre las comunidades campesinas, a medida que avanza el modelo agroexportador. En el caso de Santiago del Estero, son los intereses de la burguesía sojera contra los del campesinado. Podríamos decir que el kirchnerismo, junto con el gobernador Zamora, son fieles protectores de Grobocopatel, Monsanto y compañía, hasta empresarios locales, como el asesino Jorge Ciccioli, principal responsable del crimen del joven militante.

Sin dudas, gracias a la perseverante lucha de del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase-VC), de organismos de derechos humanos y otras organizaciones sociales, se está llevando adelante un juicio histórico. El empresario Jorge Ciccioli está acusado de homicidio en segundo grado, amenaza de muerte, agresiones leves y graves, y va a ser juzgado junto con cinco de sus guardianes armados.

Aunque ninguna pena repare sobre la pérdida de sangre de otro hijo de nuestro pueblo, son las luchas por la memoria, la vida y la liberación de nuestra clase, las que no dejan morir a nuestros caídos.






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