LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACION
Mensajes en el palimpsesto
Dos aportes en torno del debate electoral y la comunicación. A la luz del discurso de campaña de un candidato presidencial opositor, Marta Riskin sostiene que hay disertaciones que serían desopilantes si no fuesen peligrosas.
Por Marta Riskin *
“Superficie plana es el carácter de un discurso en el que, dados dos puntos cualquiera, el que habla está determinado a mentir en la dirección de los dos puntos.”
Lógica del Sentido - G. Deleuze citando a L. Carrol
La palabra griega palimpsesto designa a un antiguo documento manuscrito sobre tablilla o pergamino, que conserva huellas de anteriores escrituras. En la antigüedad, los soportes eran tan caros que se solían borrar o raspar las superficies para reescribirlas o repintarlas. También, hubo “creativos” usando los surcos de imágenes y textos anteriores para adjudicarse el trabajo ajeno.
Televisión e Internet mediante, los plagiarios ya no resisten el menor cotejo de archivos; tal como ha quedado en evidencia en varias alocuciones políticas locales.
Evitando el análisis del discurso, las típicas reiteraciones de gratitud al “equipo” y la tradicional verborragia sentimental (“orgullo”, “pérdida”, “nostalgia”, “alegría”) de la oratoria practicada por cínicos plumíferos; puede reflexionarse acerca de los graves riesgos de confundir, en la comunicación política, verdades con verosimilitudes.
Verdad o consecuencia
La “verdad”, en palabras de Heidegger, “significa desde hace largo tiempo para el pensar occidental la congruencia de la representación mental con la cosa”; y presupone la honestidad y la coherencia entre ideas y realidades del emisor.
Según el lingüista Tzvetan Tódorov, el concepto de “verosímil” nace cuando Platón reconoce que las palabras no son “sumiso reflejo de las cosas” y, casi a renglón seguido; se lamenta que “la gente no se inquieta lo más mínimo por decir la verdad, sino por persuadir, y la persuasión depende de la verosimilitud”.
Veintiún siglos después de la “Apología de Sócrates”, la sofisticación técnica y la circulación global de músicas narrativas verosímiles han llegado al paroxismo.
Solo así se explica que un candidato a presidente, sortee los abucheos de sus partidarios y, contradiciendo dichos y hechos de toda su gestión, se atreva a decir: “los invité a compartir un sueño” y luego, pontifique “... gobernar es decir la verdad. Como también gobernar es cuidar. Es poner al otro antes que a uno mismo. Es entender que el bienestar y la felicidad de los demás están antes que cualquier otra cosa”, sin que tiemble su voz ni quite la vista del telepromter.
Valga destacar al refrito como implícito y merecido homenaje a la escuela de Frankfurt, a precursores como Saussure y al genuino copyright adversario.
Hay disertaciones que serían desopilantes si no fuesen peligrosas.
El peligro no está únicamente en la adulteración de contenidos originales o en la fundamentación del cambio discursivo en aprendizajes inexistentes. Ni siquiera en la evidente falta de respeto por la inteligencia de sus partidarios. La tragedia descansa sobre el silencio y la sumisión de un sector de la ciudadanía hacia personajes dispuestos a violentar la democracia y a apoyar, con entusiasmo y a conciencia, cada renovado proyecto de Kristallnacht.
Voluntad de sentido
Verosímiles importados como la asociación del signo matemático más (+) o de la sigla PRO con la proactividad, provienen del mundo publicitario.
Lo cierto, es que el neurólogo judío Víctor Frankl creó el concepto basado en la libertad del ser humano para elegir la actitud más responsable posible, frente a las circunstancias que atraviesa en la vida.
Con extrema coherencia, su terapéutica, la Logoterapia, vincula la voluntad de vivir con la capacidad de hallarle sentido a la vida y trabaja con el paciente, la formulación de preguntas que acerquen a verdades consistentes y profundas.
El acento en la mejor respuesta posible “según las circunstancias” no es casual.
Fue durante la Shoá cuando el Dr. Frankl descubre en su, limitadísima, libertad de elección, la capacidad para enfrentar la extrema crueldad que lo rodeaba.
De manera que no es verdad sean proactivos quienes renuncian a la búsqueda de sentido.
Aún menos si recurren a artimañas cuando las elecciones ajenas les resultan adversas.
La falsedad ideológica y la apropiación de construcciones ajenas suelen sustituir la verdad hasta por inverosímiles; pero solo lo logran en el silencio y al amparo de la InJusticia.
Aquellos que, frente a la imposibilidad de ocultar sus delitos, siembran la escena con pistas falsas; desconocen lo que ocurre con los palimpsestos.
Aunque las viejas escrituras sean cuidadosamente lavadas con leche y salvado de avena; lijadas y ocultas bajo finas capas de cera por finos orfebres, finalmente siempre resurgen y permiten la nítida lectura de los textos originales.
Aún bajo el encubrimiento, la verdad permanece.
Sólo se necesita memoria histórica, buenas preguntas y verdad en las respuestas.
* Antropóloga, UNR.
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