Fotos: Sol Avena
ENTENDIENDO LAS NOTICIAS
“El plan de Macri es facilitar la fuga de capitales”
Por Emiliano Guido
Roberto Feletti, ex viceministro de Economía y actual Secretario de Hacienda en La Matanza, analiza el último paquete de medidas económicas del gobierno nacional. Advierte que el único gradualismo en pie del modelo macrista es pautar una fuga ordenada y paulatina de los capitales especulativos. Para eso –afirma– Cambiemos está dispuesto a todo; incluso, a sacrificar las reservas del Banco Central. Para la economía doméstica su panorama es aún más desolador: si abrigarse y comer cotiza en dólares, no hay futuro, concluye.
Cuando comienza la entrevista con Roberto Feletti el último sol de la tarde baña con tonos cálidos el interior de su departamento. Al final de la charla de casi una hora, el Secretario de Hacienda de La Matanza deberá prender las luces del living para sumar luminosidad al encuentro. Nuestras Voces propone a Feletti realizar un diagnóstico fino del último anuncio presidencial, el spot frío y pausado con respiraciones duranbarbescas donde Macri oficializó una drástica modificación de las reglas de juego de la economía local. El ex diputado nacional toma el convite con agrado. Primero, ofrece agua o café. Juega, por así decirlo, de local y se muestra afable. Pero la premura del reportaje se impone y comienza un diálogo centrado en la intención de que Feletti pueda explicar qué certezas y especulaciones anidan en la cabina del mando económico macrista.
El ex viceministro de Economía del primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner dará, entonces, una larga y detallada lectura del programa de reformas en curso. Su exposición tocará, por momentos, diferentes referencias geopolíticas –la puja comercial entre EE.UU. y China–, también culturales –por qué la memoria popular argentina no va a tolerar que le restrinjan el consumo de carne y pan– y tomará también el tono de una novela de espías –los movimientos ajedrecísticos desplegados por la élite local para ganar posiciones en la llamada causa de los cuadernos– hasta que finalmente, dejará una conclusión excluyente: el único plan en curso es poner un letrero de salida en la actual noche económica para que la fuga de capitales pueda darse de forma ordenada y en paz. Aunque adentro todo se incendie, para Macri –advierte el Secretario de Hacienda de La Matanza– el anhelo principal es que los brokers, los especuladores, los operadores, se lleven juntitos de la mano todos los dólares afuera. Una auténtica revolución financiera.
–¿La actual crisis económica tiene más comunes denominadores con el inestable paisaje de 1989 o con el derrumbe del 2001?
–Para mí combina parte de los dos momentos. En 1989, había alta inflación con un desempleo bajo, del 5 por ciento. Con la Alianza fue al revés: desempleo muy alto, casi del 23 por ciento, con una suba de precios relativamente baja porque la inflación estaba contenida por la convertibilidad. La actual crisis, entonces, está empezando a tener características muy del año 89 por el desequilibrio fiscal que hay, sumado al desborde de las LEBAC; pero, también, en está coyuntura se repiten elementos del 2001 como la falta de trabajo. Es decir, la actual crisis combina alta inflación, el ministro (Nicolás) Dujovne reconoció un alza en precios de 42 puntos para el 2018, y a su vez desempleo de dos dígitos, algo que no sucedía en Argentina desde el año 2006. En resumen, estamos ante el peor escenario: inflación y desempleo de dos dígitos. El gobierno diseñó una economía donde mucha gente queda sin trabajo pero, a su vez, el hecho de contar con un laburo no te garantiza llegar a fin de mes. Es un escenario mortal. La tensión social en el último trimestre va a ser muy grande.
–¿Por qué se va a intensificar la recesión económica?
–Se va a verificar la caída de actividad y, en consecuencia, el desempleo va a crecer. Pensemos siempre que la primavera implica una estacionalidad económica en alza. En Argentina, en términos económicos, tenemos un primer semestre más duro y frío. En la última parte del año, en cambio, el bolsillo de los trabajadores mejora por la concreción de la paritaria; además, las empresas empiezan a producir más y, entonces, ya en el último tramo del año, la economía termina, como suele decirse, con las velas desplegadas. Pero, ahora, el actual ajuste fiscal y monetario en marcha va a producir un destrozo de la economía porque va a romper el capital de trabajo de las pequeñas, medianas y grandes empresas.
–¿La depreciación monetaria es deliberada o es, como dice el presidente, producto de la tormenta global?
–Creo que el gobierno armó un esquema económico incompatible con el mundo. Cambiemos quiso funcionar con el esquema de la globalización de los años 90. Ese modelo, el del menemismo y el aplicado por Macri hasta el último anuncio, implica los siguientes postulados: déficit de cuenta corriente más apertura comercial y financiera, y un sostenimiento de los déficit en base a toma de deuda. Con la diferencia de que con el macrismo la toma de deuda se dio en una escala mucho mayor. Eso se traduce, lógicamente, en fuga de capitales. Con los gobiernos de Néstor (Kichner) y Cristina (Fernández) hubo fuga de capitales, claro. Pero, veamos las magnitudes: a lo largo de doce años y medio a nosotros se nos fueron 77 mil millones de dólares. Con Macri, se fugaron 55 mil millones de dólares en dos años y medio. Esa salida de capitales financiada con deuda llegó a su fin cuando (Donald) Trump cambia al titular de la Reserva Federal. Ahora, EE.UU. propone un enfoque económico radicalmente distinto al de (Barack) Obama: menos emisión monetaria y más política fiscal vía obras públicas más baja de impuestos para atraer inversiones. Eso modifica la líquidez internacional, Estados Unidos comienza entonces a chupar más dolares. Por eso, (Luis) Caputo, que algo conoce su oficio, se apresuró en enero a tomar 9 mil millones de dólares porque ya presentía el encarecimiento de las divisas. ¿Por qué hay, entonces, un ataque de los mercados? Hoy todos los analistas financieros observan que el gobierno argentino no puede generar dólares genuinos y que, a su vez, está liquidando las reservas del Banco Central. Por eso, entiendo que Macri colocó a Caputo en el Central para ofrecer una salida ordenada a los operadores financieros. Y, por eso, el gobierno demuestra que no tiene ningún reparo en ir vendiendo reservas, a pesar de la oposición del FMI que busca impedir un crack monetario mayor.
–Es decir, una salida ordenada para la fuga de capitales y así evitar el llamado efecto manada, donde los fondos financieros huyen en estampida.
–El objetivo del gobierno es que los especuladores puedan desarmar sus posiciones en pesos de forma calma y ordenada. El ejemplo más palmario se dio en julio de este año cuando Caputo mantiene el dólar clavado en 28 a pesar de vender 3900 millones de dólares de reservas, que es una barbaridad. Luego, cuando deja de ofertar reservas, el dólar pega un salto de 10 pesos: de 28 a 38. Entonces, el gobierno creó un esquema de valorización financiera y de salida de capitales que se sostenía con deuda. Pero lo hizo de un modo tan grosero que terminó encontrando un límite. Por otro lado, Macri se topó con un límite mundial. No miró, nuevamente, que Trump revisó el multilateralismo, que Inglaterra se va de la Unión Europea, que Putin recomponía poder militar, etcétera. No miró nada, chocó contra el mundo. Pum. Entonces, la devaluación, repito, busca alentar la valorización financiera y la fuga de capitales. La depreciación monetaria podrá producir un salto de competitivad para el sector primario, pero no es un efecto buscado por Cambiemos.
–¿Con el salto del dólar el gobierno no busca reforzar el perfil agroexportador del modelo?
–No centralmente. El gobierno, en línea con el Fondo, busca un dólar más alto para, nuevamente, financiar la salida de capitales. Esa es la matriz de la nueva etapa económica. Liquidación del stock de las reservas y fuga ordenada de divisas. Eso se ve claramente cuando Caputo anuncia el desarme de las bombas de las LEBAC. No lo hace porque es un héroe, si no para darle más instrumentos de fuga a los especuladores. ¿Si no cómo explicas que el Banco Central el 22 de julio, cuando entran los 15 mil millones de dólares del Fondo, llega a 63400 millones de dólares de reservas? Y hoy tiene 52600 millones (al 5 de septiembre). Claro, nunca paso que al frente del Banco Central estuvieran operadores de mercado: Caputo y (Gustavo) Cañonero (Vicepresidente del BCRA). Porque (Federico) Sturzenegger tenía otro perfil, era un monetarista teórico, pero no era un broker.
–¿La actual hegemonía del sector financiero en la economía argentina tuvo otros correlatos en la historia; quizás, con la época de la plata dulce?
–Creo que no. A ver, para ser claros, cuando la tasa de interés, que hoy es del 60 po ciento anual, ejerce esa dominancia sobre todos los agentes económicos, no hay ninguna posibilidad de apuntalar la productividad.
–¿Qué otros países ofrecen una renta anual del 60 por ciento?
–Ninguno. Brasil tuvo a inicios de siglo una tasa muy alta porque desde ahí restringía la dolarización, y era una tasa de siete puntos reales. Brasil siempre tuvo una tasa alta pero contrapesaba esa medida monetaria utilizando su poderoso Banco de Desarrollo, que ofrecía con Lula créditos por debajo de la línea del mercado.
–¿Somos un caso único en el mundo?
–Y sí. Pero más allá de Cambiemos y sus políticas, Argentina presenta características particulares: la tensión permanente por la renta entre un sector de la economía local muy transnacionalizado y especulativo, al que podríamos llamar primario financiero, con la mayoría de la población de un país de 45 millones de habitantes. ¿Cuál es la otra gran característica argentina? Nuestro nivel de industrialización, y no hay industria con salarios bajos. Los proyectos de industrialización con salarios a la baja no son viables porque la organización sindical, propia de Argentina, no lo permite. Por eso, la industrialización está ligado al nacionalismo económico y a una discusión sobre la distribución de la riqueza. Y la industria, obviamente, en Argentina es demandante de divisas. Y esa demanda colisiona contra los sectores que son más generadores de divisas: energía, agro, minería. En nuestro país, y en general en todo país emergente, la relación entre exportaciones y crecimiento del PBI es de 3 a 1. Si un gobierno desea que el Producto crezca el 5 por ciento, las importaciones tienen que crecer 15 por ciento. Entonces, un crecimiento sostenido implica financiar el crecimiento de importaciones. En resumen: ¿hoy qué pasa? Como el gobierno tiene todas las exportaciones a la baja, no puede, o no quiere, financiar el flujo importador requerido. Las crisis del 89, el 2001, y la actual, están íntimamente relacionadas con esa tensión siembre abierta y recurrente entre el bloque de capitales industriales contra los capitales asentados en el sector primario exportador. La diferencia entre la actual coyuntura y las crisis señaladas es que con Cambiemos la inestabilidad fue gestada muy rápido. Son unos ineptos.
–Técnicamente parecen capacitados porque provienen de la primera línea del sector privado. ¿Dónde ves su incapacidad, en la parte política?
–Ellos pudieron haber armado un modelo conservador sustentable, pero no lo lograron. Ningún presidente desde el retorno democrático, ni (Raúl) Alfonsín, ni (Carlos) Menem, ni (Néstor) Kirchner tuvieron a disposición, en tan sólo dos de años de mandato, 52 mil millones de dólares frescos, constantes y sonantes. Pensemos que la sobrerenta del auge sojero durante nuestro gobierno se ubicó en los 68 mil millones de dólares. Pensemos que el flujo de divisas con el que contó Menem producto de las privatizaciones fue de 26 mil millones de dólares. Entonces, ¿cómo es que chocaron la calesita con tantos dólares frescos? La explicación es que se la llevaron toda. No pudieron gobernar ni a su propia clase social.
–¿Por qué, a su vez, el mercado global no apoya más deliberadamente a un gobierno de CEOs y ricos?
–Porque la oferta de renta que los especuladores vinieron a buscar se agotó. Simplemente por eso. De vuelta, Macri trabajó bajo la hipótesis de que el flujo de dólares externo iba a ser un manantial infinito. Ahora, un operador armado en LEBACs va contra el stock de reservas para asegurar su posición. Eso es lo que está pasando ahora. Un inversor al frente de un Fondo suele ser un tipo muy cobarde, no es alguien audaz. Ellos cada tres meses tienen que tener disponible un gran volumen de dinero para pagar dividendos. Esa es su única preocupación, tener líquido disponible. Y esa situación está, a su vez, generando tensiones en la élite local. Macri ahora comienza a padecer esa situación. Incluso, los ministros no convergen en sus defensas sectoriales. (Juan José) Aranguren tenía sus propios intereses, (Luis Miguel) Etchevehere defiende otra bandera, (Guillermo) Dietrich en Transporte tiene sus intereses sectoriales. Entonces, el escenario es complicado por donde se lo quiera mirar.
–Las últimas medidas del gobierno están centradas en las retenciones al campo y en el sostenimiento de los planes sociales. ¿Macri se volvió kirchnerista?
–No, para nada (risas). Voy a volver a explicar los problemas estructurales de Argentina para explicar porque, a mi entender, es tan riesgoso el actual escenario. Nuestro país exporta alimentos; por lo tanto, la devaluación impacta de lleno en la canasta alimentaria. El macrismo, al abrir tanto el mercado, genera que el ciudadano pague la leche o el pan a precio internacional. El comercializador, entonces, al no poseer ningún tipo de restricciones en cuotas para abastecer el mercado interno, posiciona todos sus precios en línea con los consumidores del llamado primer mundo. Lo mismo sucede con el mercado de carnes. Eso va a generar un choque muy grande. Y Argentina no es una republiqueta. Somos el país número 25 del mundo por el tamaño de nuestra economía. Nuestro pueblo no concibe, porque está en su memoria histórica, no poder llenar la mesa todos los días con carne, harina y lácteos. Eso se contrapone a lo vivido después de una década y pico donde los consumos en leche, harina y carnes llegaron a niveles récords. Entonces, con el derecho a la exportación Macri lo que intenta es volver a desvincular el mercado de consumo de alimentos de la situación internacional. Pero lo han hecho de una forma débil.
–¿Te referís a que fijaron la tasa de retención fija y en pesos?
–Claro, porque el objetivo es que la retención sea muy transitoria y obre como un freno de morigeración de los precios. Además, el hecho de poner la retención en pesos para la soja, por ejemplo, implica una suba mínima con respecto a la tasa actual. En paralelo, el gobierno busca un efecto recaudatorio. Cambiemos va a sumar a las arcas fiscales unos 300 mil millones de pesos con las nuevas medidas. Pero volvamos a la cuestión del dólar: el Fondo le dice al gobierno devalúen, dejen flotar al dólar. Por eso se dice –a mí no me consta– que (Carlos) Melconian pedía el Banco Central pero que chocó contra los objetivos de Caputo. Porque la tesis de Melconian es que tiene que haber un dólar Miami, y un dólar fideos. Cuando afirma eso la tropa de Cambiemos lo chicanea diciendo que es igual a Guillermo Moreno. Y, claro, ¿algo de razón tenía Moreno, no? Por eso, repito, así como no podes tener un modelo industrialista con salarios bajos, no es posible en Argentina un tipo de cambio que flote libremente sin reventar el consumo de alimentos. Vincular el precio internacional y local en energía y alimentos termina en una colisión muy grande. Por ejemplo, estuve en la última audiencia pública de gas y pude ver una gran discusión. ¿Qué pasa? Producto de la última devaluación las productoras de gas le reclaman a las transportistas una suba de precios; a su vez, las transportistas pretenden transferir esa suba a las distribuidoras. A todo esto, el titular de Enargas, en lugar de defender al usuario, establece que esa puja de precios entre los distintos actores de la cadena se zanje en un acuerdo entre las partes. Que el Estado no tiene nada por decir al respecto. Bien de libre mercado. Transforman el gas en un commodity más. Por eso, abrieron la exportación de gas a Chile. Repito, transforman el gas en un bien exportable y no en un bien de consumo esencial que la gente usa para cocinar y abrigarse. Lo mismo han hecho con la exportación de carne. Al abrir la venta a todos los mercados, incluido China, ese bien naturalmente se aprecia. Antes, con la cuota Hilton exportabas los cortes premium al mercado europeo principalmente. El 85 por ciento era faena interna, y el 15 por ciento exportación. Pero actualmente China te compra todo, la res entera. Con lo cual no te deja resto ni para vender carne picada en el mercado interno a un precio accesible.
–¿La exportación de carne a China es un dato nuevo de la economía?
–Claro, porque nosotros restringíamos las exportaciones. Durante nuestros gobiernos no se podía exportar trigo hasta que no se alcanzaba el abastecimiento del mercado interno. En ese momento, la cosecha de trigo era de entre 12 y 13 millones de toneladas y el abastecimiento del mercado interno estaba fijado, más o menos, en 8 millones de toneladas. La premisa de nuestro gobierno era que para levantar la barrera exportadora había que abastecer, primero, la cuota fijada a los molinos para garantizar la demanda interna de fideos, galletitas y pan a precios populares. Después, sí, se habilitaban los cupos de exportación. Lo mismo pasaba con el maíz. Con la soja no teníamos esa política.
–Últimas preguntas: ¿consideras que puede haber una promoción bajo las sombras de la llamada causa de los cuadernos por parte de actores económicos extrarregionales? Concretamente, así como la causa Lava Jato, más allá de los datos duros y objetivos del proceso judicial, tuvo como consecuencia fáctica el desarme de las multinacionales brasileñas, ¿la causa Gloria podría también ser consecuencia de una guerra de posiciones geopolítica en el campo económico?
–Hay una política de Trump de acabar con la lógica comercial manifestada en lo que va del siglo XXI, que tenía más o menos el siguiente patrón: Estados Unidos le compraba a China, y China le compraba a la región latinoamericana. A su vez, si observamos las relaciones económicas entre Argentina y los Estados Unidos, es muy notoria la falta de complementariedad entre las dos economías, un factor que sí estuvo presente en el vínculo con el Imperio británico. Entonces, en este momento, Trump aparece sumamente decidido a romper la relación con China. Eso es la política de Estados Unidos. Pero nosotros, en términos domésticos, le agregamos otro dato a esa trama: la pérdida de renta que están registrando los sectores ubicados en la parte superior de la pirámide económica. Si sumamos los dos elementos podemos ver como factible una oleada extranjerizadora sobre las empresas argentinas. No es la primera vez que sucede, claro, una ofensiva de ese tipo: pasó en 1890, le tocó vivirlo a (Arturo) Frondizi, sucedió durante el menemismo y, ahora, también puede darse. Sin embargo, ya que lo preguntas, la trama de la causa Gloria evidencia, sobre todo, según mi visión, las tensiones intra-elite del sector empresarial dominante. Un sector de las corporaciones puja por desplazar al bloque empresarial que dominó el financiamiento de la política en los últimos 35 años.
–Es decir, ¿hay movimientos de ajedrez para reordenar el tablero empresarial?
–Exacto. Podría estar Estados Unidos atrás, pero sobre todo observo intereses domésticos en marcha. Más que la CIA operando en las sombras yo veo una fractura de los sectores dominantes. Eso suele suceder cuando no hay renta. Y hoy, gracias a Macri, hasta los sectores agroexportadores ven disminuir sus tasas de ganancia. Entonces, cuando no hay renta, se discute la propiedad del capital. Es decir, si el empresariado no tiene ganancia porque el mercado está en recesión, como ocurre en Argentina, busca maximizar posiciones tomando a otras empresas. Está a la vista las consecuencias del modelo macrista: caída de las acciones de las principales empresas, depreciación de los activos producto del efecto devaluatorio. En un año, los activos y patrimonios argentinos cayeron un 70 por ciento. Muchas firmas están a un paso del take over.
–¿Cuál debería ser el programa económico de un gobierno popular para morigerar la pesada herencia de Cambiemos?
–El próximo gobierno debería tener en cuenta que somos parte de un mundo con mucho nacionalismo económico y que, además, por ahora, no cuenta con mucha liquidez internacional. Por lo tanto, hay que equilibrar la cuenta corriente. Segundo, otra prioridad debería pasar por volver a fortalecer el mercado interno. Volver a colocar al Estado como redistribuidor social. Por último, generar un fuerte consenso con los sectores empresariales y con los sectores sindicales para acordar un horizonte común de precios, tarifas y salarios que permita expandir la economía con cierta estabilidad.
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