lunes, 12 de noviembre de 2018

EL "CHACHO" PEÑALOZA, "PADRECITO DE LOS POBRES"




A 155 años de su asesinato
1863 - 12 Noviembre - 2018









"El Padrecito de los pobres" (como lo llamaban sus paisanos).-
“Peñaloza diz que es muerto
No hay duda que así será.
Tengan cuidado, magogos,
No vaya a resucitar”.


Copla popular que se cantaba en las pulperias.-



"El caudillo era el sindicato del gaucho"
Arturo Jauretche.-


(...) En este asunto de los cabecitas negras, estoy defendiendo algo en lo que creo tener alguna parte, aunque más se refiere al peón de estancia... La culpa que confieso es haber lanzado las palabras estatuto del peón ante quien podía establecerlo y esto lo hice recogiendo de labios del Dr. Luis Güemes el relato de un verdadero estatuto del gaucho, que había implantado el caudillo de Salta para proteger a sus paisanos, cuando amurallaban con sus pechos el frente Norte de nuestra independencia. Cuando murió esa institución rastreada vaya a saber en qué reminiscencia visigótica, cayó en el olvido. Y después se preguntan por qué el gaucho apoyó a los caudillos. ¡Qué civilización y barbarie y qué niño muerto! El caudillo era el sindicato del gaucho. (Los Profetas del odio y la Yapa. La colonización pedagógica, página 69, “El Estatuto del Peón”, Arturo Jauretche).




"El mártir de Olta"







El 12 de noviembre de 1863, era asesinado salvajemente en Olta, provincia de La Rioja, Ángel Vicente Peñaloza, el Chacho. El mayor Pablo Irrazábal con expresas ordenes del entonces gobernador de San Juan y director de guerra, Domingo F. Sarmiento, designación que le fuese dada por Bartolomé Mitre, fue su cobarde verdugo. Su atroz crimen, después de haberse entregado pacíficamente, fue uno de los hechos más impunes acaecidos en esas épocas y que aún hoy sorprende por su injustificada saña. Lanceado por Irrazábal y varias veces baleado por sus hombres, cuando ya estaba en el suelo, el mayor ordena su decapitación y la colocación de su cabeza en una pica de la plaza de Olta para su exhibición y escarmiento. Una de sus orejas fue enviada a La Rioja y luego a San Juan como prueba de su muerte(¡!) y como "souvenir" de la civilizada clase patricia sanjuanina. Su esposa Victoria Romero también fue sometida a otros vejámenes: con cadenas, fue obligada a barrer la plaza de la provincia. Lejos de ser reprobado el crimen, al contrario fue celebrado por Sarmiento, quien al referirse a la ejecución, dijera: 


"No se que pensaran de la ejecución del Chacho, yo inspirado en los hombres pacíficos y honrados he aplaudido la medida precisamente por su forma, sin cortarle la cabeza al inveterado pícaro, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses."


Contraste de esos tiempos es el siguiente texto de José Hernández:


Asesinato atroz. El general de la nación don Angel Vicente Peñaloza ha sido cosido a puñaladas en su lecho, degollado y llevada su cabeza de regalo al asesino de Benavídez, de los Virasoro, Ayes, Rolta, Giménez y demás mártires, en Olta, la noche del 12 del actual."



He querido recordarlo como uno de los más grandes lideres populares que la historia argentina ha legado a estas generaciones. El único caudillo que se enfrentó solo, después de la evidente traición de Urquiza, al recientemente consolidado, Estado Nacional. 



Uno de los estrategas más hábiles de la guerra de guerrillas (modalidad de ataques sorpresivos y contundentes a caballo, con una retirada veloz para eludir el contraataque del enemigo), siempre al frente de las montoneras y sin dudas un Caudillo de una valentía y fidelidad a su pueblo que estremece. Pero lo que más destaca su extraordinario espíritu de lucha, no son precisamente los triunfos, sino todo lo contrario, las derrotas, unas tras otras son casi una constante, y sin embargo, el Chacho volvía, resistía, golpeaba nuevamente y se organizaba, sin necesidad de pedirle nada a su gente, que espontáneamente, luego de ser vencidos, volvían ellos también, junto a su líder, a formar parte de ese ejercito de héroes sin más ni más que el corazón henchido por la causa y el enorme valor como bandera. Este aspecto de su guerra continua, su empecinado coraje, su perseverancia acerada, consistente en no cesar de producir, de generar aquí y allá, con los escasos recursos y fuerzas que disponía, múltiples y significativos alzamientos populares, persistentes y sostenidos; de tal manera, entonces, más parado sobre las contrariedades ciertas, sobre los diversos reveses de sus batallas vencidas, esta firmeza nos dice que a ese hombre no lo detenía nada ni nadie. De pie frente a las muchas adversidades, erguía su legado: El proyecto de un gran caudillo es superior a la antagónica realidad coyuntural que lo acedia, ese sueño, esa meta, no la verá consumada él mismo quizá, pero lucha para que otro, algún día, quién sabe cómo y cuándo, la alcance, y eso, es lo más importante, lo trascendente, lo que hace la diferencia...



Un hombre sencillo y de honor, tanto es así que José Hernández, nos cuenta la entrega de prisioneros después de una batalla tomados por el caudillo riojano."¿Ustedes dirán si los han tratado bien?", pregunta éste. "¡Viva el general Peñaloza!", fue la respuesta a gritos de la tropa nacional. 

A continuación, el Chacho pregunta a los jefes del ejercito del Estado nacional:"¿Y bien, dónde están los míos?... ¿Por qué no me responden?... ¡Qué! ¿Será cierto lo que se dice? ¿Será verdad que todos han sido fusilados?"...

Los "coroneles de Mitre" (de nacionalidad uruguaya, que este "suma" al ejercito nacional, para la instituida guerra de policía, no convencional, todos estos fueron tristemente celebres por su implacable rigor militar: Paunero, Sandes, Arredondo, Rivas), en este doloroso relato, enmudecieron, "confundidos" por semejante acto de dignidad y consideración de aquel "bárbaro" enemigo que supo demostrar lo que significan los códigos de guerra. Ellos, "los espurios hijos de la culta Buenos Aires" (como los llamaba el General Peñaloza), habían ordenado el degüello impiadoso para toda la montonera que había caído en sus manos. Hombres y mujeres fueron vilmente pasados por las armas, sin contemplación alguna...El joven periodista José Hernández, testigo-histórico e infausto de estos acontecimientos, dijo en su oportunidad-, "Bedoya y los propios jefes militares, conmovidos, sienten asco por haberse mezclado en la negociación".


¡Y después dicen que es malo
el gaucho si los pelea!



Este relato habla claramente de quién era el Chacho y cómo era su lucha. Un caudillo extraordinario en un tiempo feroz, de feroces enemigos!! 

En estos días donde pocos se acuerdan de él, casi olvidado, medio nombrado, pero sin mucho énfasis, excepto-y debo reconocerlo-por algunas corrientes nacionales o didácticamente, por algunos medios de comunicación social. En su defecto, tristemente el Chacho, si no es en sus pagos, "no existe"... Una dolorosa realidad, porque su inconmensurable figura de Patriota y Padre de los más pobres (como lo llamaban), pudiera sin lugar a dudas ser un modelo de constante aplicación para todo aquel que se digne de ser revolucionario. Claro que la identidad se construye a fuerza de verdad y coraje y también de tiempo, pero no vaya a ser que mientras estemos discutiendo como cambiar el país, la revolución este pasando por otra calle, con otros que ya entendieron como viene la historia y nosotros quedemos afuera, patéticamente como pagando, mientras el "Chacho" junto al pueblo, nos sonría desafiante desde esa otra esquina, donde muchos todavía, no han sospechado que debían llegar.




Santiago Kaiuls.-
todos los derechos reservados
aportes en la crisis.-




Resultado de imagen para chacho peñaloza




Eduardo Gutierrez [Fragmento de "El Chacho"




"El Chacho no tenía elementos de dinero ni para mantener en pie de guerra una compañía. Y sin embargo él levantaba ejércitos poderosos, mal armados y peor comidos, que sólo se preocupaban de contentar a aquel hombre extraordinario.

El Chacho no tenía artillería, pero sus soldados la fabricaban con cañones de cuero y madera, que se servían con piedra en vez de metralla, pero piedra que hacía estragos bárbaros entre las tropas que lo perseguían.

No tenía lanzas, pero aunque fuera con clavos atados en el extremo de un palo, sus soldados las improvisaban y se creían invencibles. El que no tenía sable lo suplía con un tronco de algarrobo convertido en sus manos en terrible mazo de armas, y si faltaba el alimento comían algarrobo y era lo mismo.

De esta manera el Chacho tenía en pie un ejército con el que hacía la guerra al Gobierno Nacional, sin que hubiera ejemplo de que se le desertase un solo soldado, porque todos sus soldados eran voluntarios y partidarios de Peñaloza hasta el fanatismo.


El Chacho era valiente sobre toda exageración. Era un Juan Moreira, en otro campo de acción, con otros medios y otras inclinaciones. Generoso y bueno, no quería nada para sí: todo era para su tropa y para los amigos que lo acompañaban.


Para éstos no tenía nada reservado, ni su puñal de engastadura de oro, única prenda que llevaba consigo y que, en mejores tiempos, le regalara su amigo el general Urquiza.


Este puñal tenía una inscripción en su puño que le había hecho grabar el mismo Chacho, y que decía así:


"El que desgraciado nace
Entre los remedios muere."


Rara inscripción que se presta a tantas interpretaciones y que prueba el horror que tenía Peñaloza a la ciencia médica.


Este solo bien de fortuna que poseía el Chacho, era la especie de varita de virtud que lo sacaba de apuros, en sus trances más amargos.

Cuando algún amigo, que para él lo eran todos sus oficiales y soldados, acudía al Chacho en demanda de dinero para salvar un compromiso, éste en el momento sacaba su puñal y lo entregaba para remediar el mal.


-Si la necesidad es grande -decía con su acento bondadoso-, vaya, empeñe esa prenda por cincuenta o cien pesos, que ya habrá tiempo para sacarla.



El feliz poseedor de la prenda acudía con ella a la casa de negocio más fuerte y solicitaba los cincuenta o cien pesos que necesitaba sobre el puñal del Chacho, que todos conocían.



¿Quién iba a negar el dinero, cuando era Peñaloza quien lo pedía sobre su puñal?



El comerciante entregaba su dinero y la alhaja, que volvía a poder de su dueño."


"El Chacho" 



Indiscutido sucesor de Juan Facundo Quiroga, nació en la localidad de Huaja, también reducido vecindario de la Costa Alta de los llanos de La Rioja, en 1798.

Sus padres fueron Don Juan Esteban Peñaloza y Agüero y Doña Ursula Rivero.

Muy joven se puso a las órdenes de Juan Facundo Quiroga, integrando la milicia de los llanos.

Se destacó siempre por su gran coraje y habilidad.

Luchó contra Rosas, integrando la Coalición del Norte; al ser ésta derrotada tuvo que refugiarse en Chile por muchos años.

Al levantamiento de Urquiza, se suma a la campaña de éste y se incorpora al Ejército Grande, participando en la batalla de Caseros, que puso fin a la tiranía de Juan M. De Rosas, gobernador de Buenos Aires.

Durante la presidencia de Urquiza fue nombrado jefe de la Guardia Nacional en La Rioja, aquí alcanza el grado de general de la Nación en la Provincia.

El triunfo de las tropas de Bs. As. en Pavón dio origen a un alzamiento montonero en los llanos.

Sin descanso y sucesivamente va produciendo levantamientos en distintas zonas del País, los cuales inmovilizarían los ejércitos porteños, y darían crédito que al nuevo régimen encabezado por Mitre, no le sería fácil instalar su proyecto centralista y hegemónico. "Derrotado decenas de veces, Peñaloza nunca será vencido. Lo acompaña el fervor del paisanaje, su complicidad, su fidelidad entrañable: los llanistas se dejarán matar antes que revelar el paradero de su General: uno llega a suicidarse al ser interrogado…" (Felix Luna, "Tres caudillos de L a Rioja").

Baja vencido desde Tucumán. La Rioja ha sido invadida por columnas nacionales, y parecía que su arremetida en Tucumán sería un desastre completo al regresar a sus pagos. Pero apenas entran en La Rioja las tropas invasoras, la región de los llanos se insurrecciona en masa.

A fines de febrero llega el Chacho a La Rioja, vencido. Sin embargo asombrosamente viene como un triunfador, aclamado por todos los pueblos a su paso.

Sigue la lucha y sitia San Luis. A fines de abril cae sobre la ciudad de la Punta de los Venados, con el triple de fuerzas que tenía al ser vencido en La Aguadita de los Veldeses; luego ataca y asedian La Rioja durante varios días, extendiendo un frente fluido de guerra en una línea de más de 500 kilómetros.

Mitre y Paunero hartos, decretan el tratado de "La Banderita" (30 de mayo de 1862) convenido entre Peñaloza y la representación centralista, muy a pesar de los que forman la "línea dura", como Sarmiento, los Taboada y algunos coroneles que consideraban que la única forma de terminar con la insurrección montonera, era violentamente.


"… el campamento en marcha".


El tratado firmado encargaba la pacificación de La Rioja al propio Chacho, de hecho, esta fue llevada a cabo por Peñaloza; no obstante la constante oposición de la "línea dura" de la que hablábamos, especialmente Sarmiento, quien se había hecho nombrar gobernador de San Juan. El mismo azuzaba continuamente la posibilidad de la vuelta a la guerra. Un acontecimiento de menor importancia -Un caso de cuatrerismo- que se había producido en San Juan, dio la ocasión al gobernador sanjuanino de "prender la mecha", exigiendo a La Rioja la entrega de varios de los cabecillas montoneros, para su procesamiento, hecho que fue negado por Peñaloza aludiendo que los mismos "son soldados valientes y amigos buenos " y "todavía pueden ser útiles a la Nación". Lo que fue interpretado por Sarmiento como una declaración de guerra (¿?). En Chepes , como consecuencia de esto, se le exige al Chacho, que se rebele de nuevo. Mitre ante los hechos consumados por la "línea dura", Mitre ante los hechos consumados por la "línea dura", encarga a Sarmiento la dirección de la guerra, que debe ser- le indica- "una guerra de policía", lo que indica que para el proyecto centralista los caudillos y sus seguidores ya no serian tratados como soldados, con el código de honor militar, sino como bandidos, como delincuentes simples y llanos; por eso la guerra debe ser de policía.

Por abril de 1863, el General Peñaloza le escribe a Mitre manifestando sus agravios y a sus paisanos, a la vez, les redacta un manifiesto. La fecha del documento indica con estas palabras: "el campamento en marcha". Será la última insurrección del caudillo riojano. La sublevación se extiende por gran parte del noroeste y en las sierras de Córdoba. Ante la amenaza, los gobernadores de Santiago, Tucumán y Catamarca, resuelven iniciar la guerra contra Peñaloza por iniciativa propia. El proceso de "pacificación" pergeniado por los Taboadas, se ha puesto en marcha y en su cumplimiento un ejercito conjunto de los gobernadores liberales avanza sobre La Rioja, que desguarnecida cae, y a unas leguas, en el río Mal Paso, se produce un enfrentamiento que termina con la victoria de Taboada con gran cantidad de muertos entre el gauchaje.

Por su parte, Sarmiento, dispone la arremetida contra La Rioja. Dos semanas después de la derrota de Mal Paso, el coronel Sandes, uno de los más crueles elementos del ejército de los nacionales, encuentra en los Llanos riojanos al Chacho y le inflige una enorme derrota. Pero así y todo, el caudillo logra siempre eludir al enemigo y resurgir con más fuerza.

El 20 de mayo ha peleado en Loma Blanca; el 7 de junio está en el valle de Punilla, desde allí le envía una carta a Urquiza (espera que el caudillo federal se levante). Una semana más tarde, Peñaloza ingresa y toma Córdoba!! ante el estupor de todo el País.

Esperando la sublevación de los cordobeses contra el gobierno liberal, y sobre todo la de Urquiza (le vuelve a escribir urgiéndole a "ponerse al frente de la reacción política") y permanece por dos semanas en Córdoba. El 27 de junio de 1863 se enfrentan las fuerzas del ejército nacional, bien armado y pertrechado con 4000 efectivos expertos, veteranos, y los 2000 paisanos montoneros, mal armados y con muy pocas probabilidades…

La batalla de Las Playas fue lejos una masacre; no tanto por la acción en sí, sino por los fusilamientos que le siguieron.

Peñaloza sigue su marcha perseguido, asediado por el enemigo. Y sin esperanzas de ayuda en Córdoba, San Luis, Catamarca, y Mendoza. Huye prácticamente solo, pero no abatido.

Toca la frontera del norte de La Rioja, llega hasta la cordillera de los Andes, podría pasar a Chile pero desiste de hacerlo para continuar luchando; vuelve bordeando la frontera por San Juan, y llega, después de haber recorrido en cuadro la Pcia. al mismo lugar a donde había dejado a sus enemigos 15 días después. Lo destacamos como una verdadera proeza de estrategia, inteligencia y valentía del caudillo; quien a la postre había dejado a sus perseguidores "…asombrados y desconcertados al saberlo, después de haber destruido sus caballadas y encontrándose casi bloqueados en la ciudad de La Rioja; pues pasando por los pueblos de esta corrida fabulosa, el Chacho volvió a resucitar las montoneras…" (escrito por el mismo Sarmiento, en un relato donde no oculta su admiración por el Chacho).

Entretanto, en La Rioja se ha establecido una autentica dictadura de las tropas nacionales y ello hace que toda la Pcia. se declare en rebeldía: Sebero Chumbita en Arauco, Felipe Varela en Chilecito, Carlos Angel en el oeste… en este sentido dice el historiador Felix Luna: "Es increíble; parece cosa de locos esta resistencia." En respuesta, la represión de los "pacificadores" adquiere caracteres de vesanía." 

A fines de Agosto reaparece el Chacho -a quien muchos daban por exiliado- y se afirma en Patquia, centro estratégico de La Rioja, para bajar a San Juan o meterse en las sierras cordobesas. Desde aquí envía al General Paunero, jefe del ejercito de los liberales, sendos mensajes ofreciendo deponer las armas. Sin embargo, el planteo táctico es otro: destaca a Ontiveros para tomar San Luis y piensa, que este movimiento engañara a los nacionales; Lo que facilitaría su objetivo primordial: atacar San Juan.


El director de la guerra de policía


El 30 de octubre de 1863, Sarmiento se entera que la montonera está a un paso de la ciudad de San Juan, ha tomado con éxito Caucete y se prepara para sitiar la ciudad cuyana. La angustia y el temor de Sarmiento es puesta de manifiesto en la carta que envía al mayor Irrazábal, ordenándole que "vuele" a dar auxilio a Arredondo.

Peñaloza comete un erró fatal: da un corto respiro a sus hombres…


Imagen relacionada
San Juan. Batalla de Caucete, parte de los soldados del Chacho Peñaloza tomados prisioneros por las fuerzas nacionales comandadas por el Mayor Irrazábal, 1863. En el centro un cañoncito de cuero que disparaba piedras. Los soldados estaban descalzos y vestían harapos. La mayoría fueron pasados por las armas (lanceados, para no gastar munición)Archivo General de la Nación 


Irrazabal llega desde Mendoza, con esta fuerza y las mínimas que se suman de los aterrados sanjuaninos, la montonera es sorprendida en Caucete y desbandada cae derrotada. Los que logran huir, acompañan al Chacho, siempre junto a su mujer Doña Victoria Romero, logrando alcanzar los Llanos. En Olta, pasa tres o cuatro días, le envía una carta a Urquiza, ordena reorganizar sus tropas o lo que quedan de ellas y descansa en la casa de un amigo.
Perseguido por el mayor Irrazábal, bajo las ordenes de Sarmiento; fue capturado por una partida ligera al mando del capitán Ricardo Vera en la casa de Felipe Oros, quien le había dado asilo. El "Chacho" estaba acompañado por su esposa Doña Victoria Romero y 5 0 6 de sus hombres. Habiéndose rendido a Vera y entregado su famoso puñal, el "Chacho" fue víctima de la furia del enemigo que en la mano de Irrazábal culminó con el crimen y las vejaciones al cuerpo del gran caudillo.

De este hecho Felix Luna narra en su "tres Caudillos de La Rioja", los últimos momentos de la vida de Peñaloza:

"…Ya llega Irrazábal, avisado de su captura ( la del Chacho). Desmonta y entra a la casa, lanza en ristre.
-¿Dónde está ese bandido Chacho? - ruge.
-Yo soy el Chacho y estoy rendido- contesta mansamente el caudillo.
Son sus últimas palabras. La voz de Peñaloza es apagada por los alaridos de Doña Victoria y los bramidos de Irrazábal mientras atraviesa el pecho del prisionero inerme."




Según palabras de Joaquín V. González: "En ningún periodo de la historia, La Rioja presenció mayores horrores que en el quinquenio que siguió a su muerte".



El 12 de noviembre de 1863, a los 67 años, el "Chacho" cae. Luego por orden del mismo Irrazabal fue rematado a tiros, decapitado y su cabeza expuesta en la plaza de Olta, como terrible advertencia contra quien osara alzarse en armas contra el orden establecido desde Buenos Aires.








Textos consultados:

Historia de La Rioja, de Armando Bazán.-
Los coroneles de Mitre, de Ricardo Mercado Luna.-
Tres caudillos de La Rioja, de Félix Luna.-
La sangre derramada, de José Pablo Feimann.-
La Rioja Heroica, de Dardo de la Vega Díaz.-
Llanistos del XIX, de Miguel Bravo Tedín.-
Mitre y el Chacho, Dardo de la Vega Díaz.-






No hay comentarios: