Foto: Luis Angeletti
LA CALLE SIGUE SIENDO EL ESCENARIO
Cristina Fernández de Kirchner en el Foro Mundial de Pensamiento Crítico
Cristina iba a terminar. “¿Saben por qué me puse esta camisa?”, dijo. Era una blusa apenas verde, pero el verde estaba ahí. A esa hora, luego de una hora de exposición, con el sol ardiendo bajo las chapas del microestadio de Ferro, la camisa estaba completamente empapada. “Es la camisa de una marca de ropa que acaba de cerrar”, dijo. “Cuatro empleadas de Chocolate, que se quedaron sin trabajo cuando cerró, reconocieron a mi sobrina, se fueron a conversar aparte, volvieron, y le dijeron: Pusimos plata para que se la lleves a tu tía. ¡Cuatro pibas que acaban de perder el trabajo! Y estaban felices porque con nosotros habían tenido trabajo. ¡Como no voy a creer, entonces, en la solidaridad y en el amor!”
Pablo Gentili presentó a Cristina Fernández de Kirchner en el escenario del Primer Foro Mundial del Pensamiento Crítico organizado por CLACSO. La Presidenta que transformó la historia argentina y latinoamericana, la que le devolvió a su país la dignidad, la mística y la movilización, dijo. Cristina repasó los números de los últimos tres años. Habló de política doméstica y geopolítica. Fue a la revolución francesa para pedir una reforma jurídica e institucional que refleje la nueva estructura de poder financiero. Revisó la Segunda Guerra para explicar Bolsonaro y el 2001 para entender por qué la gente aguanta. Pero empezó con una línea programática. A la que volvió más de una vez.
“Es necesario acuñar una nueva categoría, la del pueblo”, dijo. “No sirve la división de izquierda y derecha, esas son categorías viejas, perimidas”. Y dijo: “Hoy hay que crear un frente social, un frente cívico y patriótico, capaz de agrupar a todos los que se sientan agredidos por las políticas del neoliberalismo, que no es de derecha o izquierda, no, no señor”.
En ese esquema, agregó: “No puede ser esa la división. No puede ser la división entre los que rezan, y a los que no rezan, una división que no es nacional ni popular. Un lujo —aclaró— que no nos podemos permitir”.
Y siguió:
“Entre nosotros están quienes llevan el pañuelo verde. Pero también quienes tienen pañuelo celeste. Aceptar eso sin que nos lleve a una división: ustedes saben que yo puedo tener muchos defectos —dijo—, pero mentirosa, no soy”.
La sala aplaudió. Y una joven le dijo a los gritos:
—Las pibas te queremos como sea.
Cristina sucedió en el escenario a Dilma Rousseff. Presentada como presidenta electa de Brasil, Dilma instó a los pueblos a resistir y enfrentar el neoliberalismo y el neofascismo. Y en clave de fases ascendentes explicó el camino que comenzó con la construcción del Estado de Excepción vía impeachment, siguió con la reforma laboral, continuó con la prisión de Lula y terminó con el ascenso jurásico. Durante estos días, Ferro reúne una maratón de líderes progresistas de la región en un festival de arte y política para repensar las alternativas latinoamericanas. El espacio se presentó como Contra-Cumbre en respuesta al encuentro de los mandatarios del G20 de la próxima semana. Pero aquí, el secretario ejecutivo de CLACSO aclaró que eso no es así porque la Contra-Cumbre organizada contra los pueblos es la que harán los presidentes. Por el escenario pasarán Alvaro García Linera, Manuela D’Avila, Boaventura de Souza Santos, José “Pepe” Mujica y el español Juan Carlos Monedero, entre los 300 invitados. Abajo estuvieron en la primera fila del primer día Adolfo Pérez Esquivel, Jorge Taiana, Agustín Rossi, Atilio Borón, Verónica Magario e integrantes de los organismos de derechos humanos, Horacio Verbitsky, Lita Boitano y Eduardo Tavani.
Cristina hablo con densidad magistral. Muerta de calor. Transpiró, “porque transpiro”, dijo, ante una sala a la que ella misma le paró los cantos porque acá estamos para pensar, dijo. “Pocas veces la historia da la posibilidad de contraponer dos modelos de país en tan poco tiempo: el próximo 9 de diciembre van a cumplirse tres años desde que el neoliberalismo se instaló en nuestro país”, arrancó. Habló de la igualdad, pero también de las diferencias entre los individuos, que deben ser respetadas. Y arrancó la carcajada general cuando dijo que todos los seres humanos son distintos. “Iguales son los gatos”. Y agregó: “Todos los gatos son gatos. Todos los perros son perros. Y todas las yeguas son yeguas”.
A partir de ahí enumeró una lista cargada de datos y de símbolos.
- Deuda: “Fuimos el único gobierno que desendeudó a la Argentina. Pagamos la deuda en 2005 al FMI. Y eso nos permitió llevar adelante políticas públicas sin tutela ni órdenes de nadie. La deuda convierte a los gobiernos en meros gestores de las políticas de afuera. Una deuda externa contraída sin precedentes que hoy nadie sabe dónde, es el cepo estructural de la economía argentina, como lo tuvo este país desde 1976″.
- Crecimiento: de +2.5 a -3.5 % del PBI entre 2015 y 2018.
- Dólar: de 9.7 a 36.5 pesos entre 2017 y noviembre de 2018.
- Industria: de la reindustrialización a un 11 % de caída.
- Pobreza: “Yo los desafío, dijo, a que recorran hoy la ciudad de Buenos Aires y me digan cuándo han visto en otro momento de la historia argentina, la cantidad de familias en la calle que hay hoy.”
- Trabajo: de 5.9 a más de dos dígitos de desocupación.
- Consumo: “Antes se escuchaba que nadie quería ir a un supermercado el fin de semana porque había que hacer demasiada colas. Hoy los supermercados están literalmente vacíos”.
- Inflación: de 19.8 en los diez primeros meses de 2015 a 38 % este año, según los números de la Ciudad.
Populismos
La construcción del capitalismo es política, dijo, no es una teoría económica. El Estado de Bienestar no fue una ideología, fue una construcción política. La primera parte apareció tras la Segunda Guerra Mundial con el mundo disputado entre Este y Oeste, como pieza del cambio para parar al comunismo. Con la caída del Muro de Berlín, y terminada la amenaza comunista, llegaron las recetas del Consenso de Washington. En los últimos años, la región planteó otras alternativas: la apuesta a la igualdad. “La igualdad es una construcción política, no es parte de la condición humana, todo lo contrario”, dijo.
El neoliberalismo apareció así como nueva respuesta a las políticas que trabajaron sobre la igualdad. “El neoliberalismo también trabaja con psicólogos y psiquiatras para construir nuevo sentido común, nuevas subjetividades”. Los espacios populares trabajamos por la igualdad de derechos, en ese tipo de perspectivas. El neoliberalismo exacerba los aspectos negativos. Apuesta a la meritocracia, al individualismo. En las elecciones de 2015, Cambiemos ganó por una diferencia de 600.000 votos, explicó. Para lograrlos operó para romper los vínculos de la sociedad: ahí entran las quejas por esos programas de inclusión, las quejas por ‘los planeros’, por la AUH o por ganancias.
Y ese fue el punto: las operaciones sobre la trama social. Y las que todavía aguantan. “¿Saben por qué la gente aguanta?”, dijo. Porque todavía hay un colchón, un entramado social que construyó la Asignación Universal por Hijo (AUH) o el número de trabajadores registrados. En 2001 no había eso, no había AUH, no había jubilados, hoy todo eso todavía está. “Y eso genera una organización que no había, ni por asomo, en 2001. ¡En 2001 los piqueteros cortaban las calles! Hoy están los movimientos sociales, que son hijos de nuestro gobierno”. Y el grado de organización, esa trama, también se logra a partir de las conquistas que se desarrollaron en doce años y medio de gobierno.
Brasil
Otro punto fue Brasil. “Acá no se produce el fenómeno Brasil”. Primero, dijo y rió, por la inhibición para expresar esas ideas (de Macri, se entiende). Y dijo: las inhibiciones también hacen a la condición humana. Segundo, porque no hubo campaña neoliberal o neofascista. “¡Para nada, al contrario, se dijo que nadie iba a perder derechos y se les aseguró trabajo a todos!” Tercero, porque luego del fallo del 2×1, “la sociedad argentina se volcó masivamente a la calle para repudiar eso, y es una diferencia que no es menor”.
Y tampoco fue hacia el modelo de Brasil el año pasado. Cristina revisó las elecciones de mediano término. Dijo que el gobierno no ganó, como dijo que ganó, y que Alfonsin, Menem y Kirchner ganaron la primera elección de medio término. Recordó que en 2017, para no perder, Cambiemos abrió grifos de préstamos, retrasaró aumentos de tarifas y frenó despidos. Y que más que un triunfo, aquello debió haber sido leído por Cambiemos como un síntoma de alerta. Y en tono de programa, agregó: “Y eso, teniendo en cuenta que nosotros fuimos separados”.
Good Bye, Lenin
¿Cómo se hace con un gobierno que no cumplió las promesas de campaña?, preguntó. Y fue a la revolución francesa. Pasó por la burguesía. Y habló de una cuestión central: en términos reales, los poderes renovables del Estado —Ejecutivo y Legislativo—, representan un 20 o 25 por ciento de los poderes reales que operan el Estado. El resto son nuevas formas de poder. El capital financiero, los flujos de dinero global, los medios. “Estamos con un sistema de gobierno creado en 1789, de cuando no existía la luz eléctrica”, dijo. Y no hay una institución hoy que refleje esa nueva estructura de poder.
“Ahora que dijimos ganó el capitalismo, dejen que consumamos, nos dicen populistas”, dijo. “El régimen comunista se cayó porque la gente quería ir a comprar del otro lado. Y por el control social del Estado con gente que era tomada como rata de laboratorio, con un régimen que te decía cómo pensar, cómo actuar y cómo decidir”. Habló de las películas Good Bye, Lenin y La vida de los otros. Dijo que hoy los medios digitales parecer volver a ese punto. “Nos convierten en ratas de laboratorio con los meta datos y las fake news. Estamos en una nueva época. No podemos negarlo, pero la calle siempre sigue siendo el escenario de grandes transformaciones del país, por eso sigo apostando a la condición humana”.
Cuando iba a irse, Gentili volvió a llamarla. La sala seguía levantada. Del vamos a volver, al no nos han vencido. Las caras mojadas. Su camisa transpirada. Gentili logró decirle que iban a hacerle un regalo. Quiso hablar. No pudo. La sala seguía cantando. Puso, entonces, la imágenes de una pareja de mujeres con la vida trasformada por la sanción de la Ley de matrimonio igualitario, que luego del spot subieron al escenario para agradecerle a Cristina.
En otra nota de esta edición, el discurso completo de Cristina. Hubo dos salas dentro del Micro Estadio habilitadas para escucharla, un playón y la cancha auxiliar. En total, unas 25 mil personas dentro del predio. Cuando todo terminó, Cristina caminó hasta la cancha auxiliar para saludar a la militancia.
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