Hasta que al fin caemos en el tiempo, tendidos,
y nos lleva, y ya nos fuimos, muertos,
arrastrados sin ser, hasta no ser ni sombra,
ni polvo, ni palabra, y allí se queda todo
y en la ciudad en donde no viviremos más
se quedaron vacíos los trajes y el orgullo.
y nos lleva, y ya nos fuimos, muertos,
arrastrados sin ser, hasta no ser ni sombra,
ni polvo, ni palabra, y allí se queda todo
y en la ciudad en donde no viviremos más
se quedaron vacíos los trajes y el orgullo.
“Ya se fue la ciudad”, Pablo Neruda.
En los años que van desde que la otrora Capital federal, se transformase a la vez, en Ciudad Autónoma, con la instauración de su Constitución y la nueva categoría política del llamado Jefe de Gobierno, se han sucedido varios de ellos: ninguno nos ha generado tanto daño como Macri.
Cada vez la situación de indigencia y pobreza empeora de manera geométrica, por la ausencia notable de políticas públicas en los sectores más carenciados de la ciudad. Cada vez la educación decae en un proceso que no se detiene, al contrario, avanza hacia estatus de deterioro pedagógicos que van a ser muy difíciles de revertir. Especialmente allí donde hay más pobreza los niños de las escuelas públicas del gobierno de la ciudad, se ven sumergidos en una danza constante de penurias que van desde la falta de alimentos a infraestructura adecuada, sin hablar de la calamidad que supone la crisis institucional frente a la realidad de las adicciones y otros fenómenos como la violencia armada en los establecimientos. De lo cual no se hace prácticamente más que retoques de barniz, que no solo no solucionan el problema sino que al no enfrentarlo responsablemente, lo empeoran aun mucho más.
En los últimos días hemos asistidos estupefactos a imágenes brutales en hospitales sin seguridad de ningún tipo, con atentados contra la personas que van a atenderse y terminan siendo asesinadas en ese mismo lugar. La negligencia es criminal en este sentido y a nadie en el gobierno autónomo le importa un bledo lo que suceda, claro mientras no altere su agenda electoral.
Los hospitales no tienen vendas (no es un cliché, yo lo vi en Lugano, donde no podían vendar a los pacientes por falta de insumos), tienen lo elemental, si lo tienen, y ahora con el conflicto Nación-Ciudad, directamente cierran las salas de primeros auxilios. La gente mayor o los niños, corren riesgo de muerte por falta de atención: en menos de 24 horas, en Lugano 1 y 2 fallecieron dos vecinos porque no llegaba la ambulancia o no recibieron auxilios a tiempo., dos vidas, dos vidas…
Con el presupuesto que recibió de Nación y el propio se podrían haber destinado recursos para construir cientos de viviendas para muchos que hoy están en situación de calle, por el contrario se saturó la ciudad de emprendimientos inmobiliarios suntuosos, que obscenamente se presentan como la cara “progre” de la “nueva metrópoli”. Da vergüenza ajena ver semejante “urbanización” faraónica, inmersa en la misma mierda donde está la gente que no sabe si hoy duerme en un banco de plaza o bajo un puente de autopista.
L a ciudad cada día, va dejando de ser una urbe para transformarse en una pocilga, donde cohabitan la suciedad, la delincuencia y otras patologías sociales, conjuntamente con la elegancia decadente del norte hiperdesarrollado, con sus barrios “chic” y sus habitantes de “mundo”.
Por supuesto que a Macri todo esto no le importa absolutamente nada. Escribo estas líneas, en la esperanza de que alguien entre todos los que somos, tomemos conciencia de lo que nos está pasando y giremos el motor de la historia (aunque sea el motor de esta ciudad que no es más ni menos que nuestra casa).
Raúl Olivares.-
Todos los derechos reservados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario