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A Rosarito Salmoral.
Hace algunos años pude ver una
bellísima película que cambió mi manera de ver, desde mi fe, el
significado del verdadero amor y el de la Vida en su sentido
trascendente. Ese film era "El Jesús de Montreal",
un extraordinario paralelismo entre aquel Jesús de Nazareth y ese que
se dramatizaba en la historia que contaba la transformación que asume un actor
que interpreta a Cristo y su calvario en una parroquia de Montreal, Canadá.
Ese vía crucis lo va acercando cada vez más en el presente, a la forma en que
el Jesús histórico hubiera vivido este mundo, esta realidad
y en el final la identificación es total, ya no hay diferencias, se trata del
mismo Dios hecho hombre que se entrega y muere según la Pasión.
Pero lo que "me dio vuelta la cabeza" por así decirlo,
fue el modo en que se manifiesta la Resurrección como Acto
de fe y de Vida concreta. No es sino a través de la dramática muerte
del joven actor, que su imitación de Cristo, tiene un sentido idéntico, porque
su muerte en esta película, se convierte en plena oblación solo y solamente así, cuando
sus órganos donados empiezan a Vivir en otros: En aquel que era
ciego y ahora ve, en aquel que necesita un corazón y ahora late con él, en
aquel que no podía vivir sin un pulmón y ahora respira y vive, Vive en
el prójimo, esa es la exégesis de la Resurrección del "Jesús
de Montreal".
Al otro día,
tomé mi moto, me dirigí a una farmacia en el centro de Quilmes, donde vivía y
pedí la solicitud de donación de órganos. Me llamó la atención la sonrisa que
me dio la empleada al ver lo que le entregaba. Me fui de allí satisfecho y
feliz.
Que
me disculpen los que no vieron esta excelente y esencial realización que
recomiendo enfáticamente, pero la causa que dio origen a
este relato, vale muchísimo más. De igual modo, yo la volví
a mirar otras tres veces y aun siento que deseo revivirla nuevamente.
Ahora, sé que no es solo la película, ahora sé que se trata de mi, de quien
pudiera leer esta nota y sentir lo mismo que siento yo frente a aquellos que
sufren la espera de la Vida que debiera llegar en condiciones
criticas... Como aquella clásica imagen del naufrago que arroja una
botella con un mensaje de auxilio en la vastedad del mar, en la esperanza
que alguien lo encuentre para salvarlo, para rescatarlo de aquella
isla en ultramar, perdida y desconocida para muchos, aquella insondable pero
vecina ínsula llamada angustia...
Raúl Olivares.-
Todos los derechos reservados.-
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