Ensayo sobre la ceguera
12 abril, 2016
Durante los días que vendrán, algunos medios dirán que Cristina se hunde entre tanto lío, con los tobillos atados a Bonadio, mientras otros dirán que Macri tiene el agua hasta acá, sumergido entre papeles de Panamá. Y no, che, ¿sabés qué? Bajo agua no está ninguno. Bajo agua estamos los vecinos de la villa 21, que seguimos día a día este desconcierto de gritos, como si no estuviera abierto el tenedor libre de mosquitos; largas colas de larvas que alfombran el piso y techan el cielo, sobrevolando el guiso de Riachuelo. Pero bueno, ahora que la Justicia define políticas monetarias, tal vez defina las obras hidráulicas necesarias, para que puedan sobrevivir los seres humanos, habitando tremendos pantanos de insectos y prefectos, donde “atrapar al narcotraficante” sigue siendo la coartada: vivimos en un charco gigante de agua estancada. Si bien pasaron y fumigaron algunas zonas, para disimular un poco el abandono de personas, ni siquiera las familias afectadas tienen sus casas desinfectadas. ¿Te acordás cuando repetían con ahínco que descacharrear era lo aconsejable? Pues bien, la manzana 25 no tiene agua potable y la UGIS responde, como corresponde, con una solución “mejor que los pozos”: tachos que se vuelven focos infecciosos. ¿Lo vieron por televisión? Denuncias de corrupción, contradenuncias de cotillón, unas tandas pautadas y volvemos con la información, pero acá seguimos cagándonos a trompadas con la contaminación, a espaldas de los bolazos que rellenan el diario: tenemos 600 casos, en un solo barrio. O no, para dar la información completa, falta gritar que Zavaleta también carga con la cruz de las cacharrerías, pero encima está sin luz, hace más de 9 días. ¿Cómo nos prendemos entonces a la novedad, al cachengue o al show de la primicia? Por acá, sobra la impunidad y el dengue sigue prófugo de la Justicia.
http://www.lapoderosa.org.ar/
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