La deuda de todos para financiar la fiesta de pocos
Los dólares llueven, sí, pero no como inversión extranjera directa: los dólares que entran vuelven a salir como ganancias de las empresas y de los especuladores, mientras el Estado acumula deuda externa en dólares a ritmo récord, que otra vez será impagable. La eliminación total de las restricciones a la fuga de capitales hace que la sangría se incremente día a día y se “equilibre la balanza” con más y más deuda pública, cada vez más cara. Un círculo vicioso igual al de la dictadura, el menemismo y el delaruismo.
Por Martín Sosa
La “lluvia de dólares” moja a unos pocos. Poca inversión y mucha fuga podría resumirse el panorama financiero argentino. La Inversión Extranjera Directa (IED) se sigue desinflando y la gran mayoría de los dólares que ingresan vienen por endeudamiento externo salen nuevamente como ganancias de las empresas. Los otros llegan para reproducirse y volar multiplicados gracias a la bicicleta financiera. Solo 1 de cada 5 dólares que ingresan se invierte en la economía real.
Los datos de enero del BCRA ya marcaban que “los ingresos por inversiones directas” habían retrocedido “respecto del fin de 2016” . Al día de hoy, la tendencia a la baja continúa, ya que los números de febrero señalan que de los U$S 588 millones que personas no residentes ingresaron al país durante ese mes, sólo U$S98 millones se destinaron a una actividad productiva. Los U$S 491 millones “restantes se volcaron a inversiones de portafolio o financieras, para aprovechar el diferencial de rendimiento que ofrece el país frente a otros mercados semejantes en un mundo aún caracterizado por los bajos retornos para este tipo de colocaciones” según indica La Nación.
Esto significa que sólo 1 de cada 5 dólares que ingresa al país tiene por fin la inversión no financiera, es decir, en la economía real. El dato golpea de lleno la polémica visión del gobierno de que la reactivación y el desarrollo serán impulsados por la IED. La golpea por dos razones: primero porque las inversiones, sencillamente, no llegan y segundo porque, además, está comprobado que ese tipo de inversión no permite la apropiación nacional de las tecnologías complejas, que en los casos de la IED siguen en manos de las empresas foráneas.
Sólo 1 de cada 5 dólares que ingresa al país tiene por fin la inversión no financiera, es decir, en la economía real.
El oficialismo no logra generar en los hechos lo que promueve en su discurso: en febrero, no sólo decreció la IED por segundo mes consecutivo sino que, además, se aceleró la inflación (2,5%), y se desplomó el consumo, que cayó -6,6%.
Más liberalización, poca confianza y más deuda
En un reciente informe de CEPA (Centro de Economía Política Argentina) se analiza el fenómeno del endeudamiento externo y su vínculo con la fuga de capitales. El estudio destaca que “el festival de deuda no cesó en 2017” y que el gobierno de Cambiemos, al igual que durante 2016, “continuó endeudándose en dólares” con “bancos privados (a través de REPO), actores locales (con LETES) e internacionales (a través de la colocación de bonos a 5 y 10 años)”.
Sin embargo, -y pese a la liberalización económica generalizada- la mentada “confianza” de los mercados no se hace presente. “Las constantes rectificaciones de rumbo y la seguidilla interminable de pésimos indicadores en los 15 meses de gobierno que ya lleva su gestión no hacen más que agravar” el panorama, advierte CEPA. “El gobierno no logra convencer a los mercados internacionales ni al mercado local sobre la consistencia del “cambio” en términos económicos y políticos” agrega. Sobre este punto se explayó el hace algunas semanas el periodista Marcelo Bonelli, en Clarín. Desde su columna de opinión resaltó que el escaso nivel de inversión se debía a que la ex mandataria, Cristina Fernández de Kirchner, se encuentra todavía en libertad. Por supuesto no lo señaló personalmente, sino que lo apuntó poniéndolo en boca del ex mandatario español, Felipe González. Según Bonelli, el ex líder del PP le habría expresado en forma privada a Macri: “Quiero que sepas que nadie va a invertir en serio en Argentina hasta que los hechos de corrupción de Cristina sean juzgados y condenados”. La cita era llamativa. Resultaba extraño que Felipe González dijera expresamente “corrupción de Cristina” y no haya realizado una mención más genérica, sobre todo en un momento en el que grandes medios de prensa internacional como el New York Times, el Washington Post, el francés Liberation o el inglés The Guardian, se hacen eco de los escándalos que ubican al Presidente argentino de los dos lados del mostrador. Finalmente, el propio González se encargó de desmentir al periodista del Grupo Clarín e incluso afirmó que “no se eliminan adversarios por la vía judicial”.
Lluvia de golondrinas
En base a datos del BCRA, CEPA destaca que durante el primer año de Macri en el gobierno, los niveles de IED no se mostraron muy disímiles a los del 2013 o 2007, cuando gobernaba el kirchnerismo. De hecho, fueron más bajos que en 2008, 2011 y 2012.
Incluso, para profundizar el análisis, CEPA analiza el ratio de inversión extranjera según PBI en los países de la región y los resultados son categóricos: “Argentina fue el que ostentó el ratio inversión extranjera/PBI más bajo” de toda la región suramericana, apenas “superando a Ecuador”.
Es preciso resaltar sobre la peligrosidad de la situación que se está gestando ya que el Gobierno parece no contar con un plan B que reemplace -o modifique al menos- su actual proyecto de que la economía se reactive de la mano de la inversión extranjera directa. Como indica el informe, ante “la evidente negativa del capital internacional de instalarse en nuestro país”, se está acelerando “bruscamente el proceso de endeudamiento”.
El modelo: las penas son de nosotros, los dólares son ajenos
CEPA plantea la pregunta: ¿para qué necesita dólares una economía en recesión? Y la respuesta es preocupante: “el Estado toma deuda para que los grandes actores de la economía puedan fugarlos”.
Para sustentar esta conclusión, el informe explica que “las reservas no tienen mayores utilidades, dado que el BCRA no opera de manera directa en el mercado cambiario. Por ello, el único fin del endeudamiento es el financiamiento artificial de la fuga de capitales”. En palabras del propio BCRA:
“El sector público no financiero se constituyó como el principal tomador de crédito externo, dada la estrategia de reducción gradual del déficit fiscal heredado. En un régimen de tipo de cambio flexible como el elegido por el BCRA para darle sostenibilidad al proceso de desinflación, es esperable que el sector privado se transforme en quien adquiera las divisas ingresadas por el sector público (tanto para la formación de activos externos como para el giro de utilidades, transacciones que se encontraban restringidas anteriormente).” Informe de Política Monetaria del BCRA, Enero de 2017, Pag. 19; (negrita añadida)
Como se desprende de la cita anterior, la fuga de capitales actual es parte de un modelo donde el Estado es el prestador del servicio de endeudamiento. Toda similitud con el menemismo y la dictadura no es casual. La burbuja amarilla no para de inflar los bolsillos de grandes empresas transfiriendo dólares que deberemos pagar todos los argentinos en forma de deuda externa.
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