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Ensayos, relatos, poemas, ponencias, intervenciones y notas periodisticas
Foto: Sergio Kowalewski
16 noviembre, 2015
CRISTIAN RITONDO, NUEVO MINISTRO DE SEGURIDAD DE LA PCIA. DE BUENOS AIRES
De la Masacre del Puente Pueyrredón a dirigir la “mejor policía del mundo”.
Del gabinete de Duhalde al de la Vidal pasando por el de Macri para confirmar que la “nueva derecha” es mucho más continuidad de la derecha peronista y procesista de los 90 , que fruto de las ONG y los globos amarillos
Cristian Ritondo empezó su carrera política como puntero peronista en el barrio de Mataderos en pleno menemismo. El jefe de gobierno de la Capital Federal (todavía lo nombraba el presidente de la Nación) era el inefable Grosso (el de las escuelas shopping y tantos otros aportes al imaginario neoliberal) que lo llevó a su lado como secretario de la Juventud de la ciudad.
Su inclinación por las cuestiones de “la seguridad” son muy tempranas y se vincula a la Side de la mano de Miguel Ángel Toma, ex secretario de Seguridad Interior durante el menemismo y ex jefe de la Side durante la gestión de Duhalde .
Ritondo es ascendido al cargo de vice Ministro del Interior de Duhalde entre el 2001 y el 2003, bajo la gestión de Matzkin, uno de los personajes claves en el armado de la Operación Masacre del Puente Pueyrredón , en junio de 2002, que terminó con la vida de Darío y Maxi.
Como explicamos en otro articulo ( http://cronicasdelnuevosiglo.com/2015/09/04/la-responsabilidad-politica-del-asesinato-de-maximiliano-kostecky-y-dario-santillan-debe-ser-juzgada-y-castigada/) “el crimen de Estado es un delito altamente organizado y jerarquizado, quizá la manifestación de la criminalidad organizada por excelencia” y por ello en la investigación reabierta a fines del año pasado a instancias de los familiares de Darío Santillán y con el apoyo de un amplio espacio de organizaciones y fuerzas populares a las que la Apdh La Matanza y la Liga Argentina por los Derechos del Hombre prestamos respaldo jurídico, figuran todos los funcionarios del gobierno de Duhalde, por ejemplo dos de los candidatos a gobernador en las últimas elecciones: Felipe Solá y Aníbal Fernández y también el entonces vice ministro del interior, Cristian Ritondo dado que si algo está bastante probado es que hubo un operativo conjunto de fuerzas nacionales y provinciales de las llamadas de “seguridad” y que generalmente son las que perpetran los crímenes más horrendos. El operativo fue responsabilidad directa del Ministerio del Interior donde revistaba Ritondo; la hipótesis de que fue el Segundo de la Side, Rodríguez, el enlace entre Duhalde y Franchiotti no hace más que aumentar las sospechas sobre el papel del ex Side y funcionario de Duhalde en junio de 2002.
La responsabilidad puntual de Ritondo, así como la de todos los implicados, se revelará en la investigación judicial (si es que finalmente tal investigación avanza y revela la trama oculta del crimen de Estado de junio de 2002), pero sus comienzos en la Side, su presencia en el gabinete de Duhalde y su posterior recorrido en el Pro hasta llegar al lugar de Ministro de Seguridad como primer ministro designado por la Vidal (lo que es toda una definición de prioridades y programa real de gobierno) nos dicen mucho más del Pro que los ríos de tinta que se han escrito tratando de convencernos de que “una nueva derecha” ha surgido en la Argentina, tan civilizada y virginal como la imagen de la gobernadora.
El fracaso del operativo montado el 26 de junio de 2002 sepultó los sueños de Duhalde y abrió un tiempo político que pareciera estar terminando.
Durante un largo periodo la derecha se inhibió de decir lo que pensaba y de actuar como quería. No pudiendo reivindicar el terrorismo de Estado ni defender la impunidad, se concentraron en instalar una idea de la seguridad que vincularon a los delitos menores resultado de las prohibiciones de actuar que el “galantismo” impuso a las fuerzas de Seguridad, en primer lugar a la Bonaerense, según ellos.
Despatarrados por el estallido del ideario neoliberal en diciembre de 2001, se vieron obligados a un largo rodeo: sobredimensionar los delitos que afectan la propiedad y la integridad física de los ciudadanos de modo tal que se instale como primaria la necesidad de “seguridad” para tratar de instalar una “respuesta” que se podría resumir –siguiendo a uno de los principales intelectuales orgánicos del status quo, el inveterado Mariano Grondona- en la secuencia: policía indefensa por efecto del discurso de los derechos humanos que los inhibe y facilita la labor de una delincuencia alimentada por la inmigración regional, los pobres y los jóvenes; los cuales en caso de ser detenidos son liberados por una justicia esterilizada por el “garantismo” que sólo es para los delincuentes porque no se aplica a los militares y policías “presos políticos” que de ser juzgados, y siempre recalcan el condicional “de ser”, deberían serlo al mismo tiempo que los “subversivos” que están en el gobierno y los organismos de derechos humanos.
Con ese catalogo alimentaron el fenómeno Blumberg, al comienzo del kirchnerismo (que se plegó claudicante ante tal chantaje y facilitó los votos para consumar regresiones jurídicas tales como las reformas al Código Penal, que lo caotizó irreversiblemente) y la oleada punitivista que no dejó de crecer de la mano de Scioli, Granados, Casal y toda la derecha que le exigía más y más. Agarrados a esa idea como al hilo de Ariadna, fueron remontando la cuesta y recomponiendo ideas y fuerzas.
La llegada de Ritondo al Ministerio de Seguridad no puede menos que presagiar que se potencien los peores aspectos de las políticas punitivas, estigmatizadoras y represivas del gobierno de Scioli (implementadas por el dúo Granados Casal) que le ganaron la calificación de “colapso de los derechos humanos” por la Comisión Provincial de la Memoria. Políticas de tortura en sede policial y condiciones perversas en las Cárceles, políticas de armado de causas y gatillo fácil como las que costaron la vida de Luciano Arruga pero también de Lucas Cabello en la Boca por la Metropolitana.
Algunos dirán más de lo mismo. Otros diremos que la impunidad es siempre la madre de nuevas y más graves violaciones a los derechos humanos. El caso de Cristian Ritondo es un nuevo ejemplo de ello.
* La imagen no corresponde al artículo publicado en este sitio web.-
aportes en la crisis.-
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