Sábado 14 de noviembre de 2015 |
Polemizando con el FIT
Mi nota dirigida a los compañeros del FIT ha provocado, como era de esperar, una respuesta, esta vez a cargo de Facundo Aguirre, en “La izquierda diario” del 10 de noviembre último, titulada “Galasso y el voto a Scioli por izquierda”.
Norberto Galasso
Sostiene Aguirre: “Pero Galasso se refiere a que en el balotaje se enfrentan dos políticas burguesas, una que define como nacionalista y otra, como proimperialista y que el deber de la izquierda es acompañar a la primera. Pero las dos fracciones patronales enfrentadas coinciden en lo esencial en pagar a los fondos buitres, ajustar las cuentas públicas, devaluar y reprimir a la protesta social, es decir, no tienen diferencias sustanciales entre sí ni con el imperialismo. No se trata de optar entre Braden o Perón, como lo quiere presentar Galasso (no es el tema, pero si se tratara de tal escenario, el principio socialista sería bregar por la independencia de los trabajadores frente al nacionalismo burgués)”.
Aclaraciones: 1) No afirmé que el posible gobierno de Scioli sería “nacionalista”; 2) Sin embargo, la política del kirchnerismo respecto al imperialismo lo fue desde el ALCA, el Unasur, el CELAC, que no fueron proimperialistas sino todo lo contrario; 3) Tampoco es cierto que Macri se posicionó frente a los buitres de igual manera que el kirchnerismo pues su posición fue, desde el principio, que “si Griesa lo sentenció, hay que pagar”, inclusive en una época en que regía la cláusula RUFO y hubiera significado que -al pagar lo que los buitres reclamaban- el 93% restante de los acreedores hubiera reclamado igual trato y la deuda se hubiera multiplicado varias veces; 4) Tampoco es cierto que las políticas sociales (Asignación universal por hijo, prenatal, estatización de AFJP, etc.) fueran iguales entre el kirchnerismo y el macrismo; 5) Aguirre sostiene que yo asemejo esta situación a la opción Braden o Perón y afirma: “que no es el tema”, pero que “si se tratara, debería bregarse por la independencia de los trabajadores frente al nacionalismo burgués”. Este es otro error o confusión: ni he sostenido que Trotsky les pidiera a sus compañeros que se hicieran cardenistas, ni “Frente Obrero” -que apoyó el 17 de octubre- les pidió que se hicieron peronistas. En ambos casos se planteó apoyar, entre los sectores en pugna, a aquel cuya acción resultaba más favorable a los trabajadores, salvo que Aguire continúe sosteniendo que el embajador yanqui Braden y el militar obrerista Perón eran lo mismo, supuesto que no me sorprendería pues desde la llamada izquierda de aquel tiempo, Victorio Codovilla, en nombre del Partido Comunista, distinguía la diferencia, pero al revés, apoyando a Braden; 6) Luego, curiosamente Aguirre omite mi referencia a que Marx felicitó a Lincoln por su triunfo en la guerra civil norteamericana pues aplicando el criterio del FIT concluiría en que Carlos Marx era un vulgar nacionalista burgués que escandalosamente fomentaba el desarrollo del capitalismo yanqui. Después, me acusa de falsificación ideológica, sosteniendo: “Trotsky apoyó una medida de defensa nacional frente al imperialismo de un gobierno burgués, no al gobierno burgués de conjunto”, como si yo hubiese sostenido que Trotsky aconsejó hacerse “cardenista”, lo cual es falso. Tampoco “Frente Obrero”, en el 45, aconsejó hacerse peronista: intento, con las pocas fuerzas que tenía, que los obreros se hicieran socialistas pero mientras luchaba por ello distinguía entre el imperialismo y Perón, acompañando, desde afuera, a los obreros, en su experiencia peronista. Agrega Aguirre que “Trotsky llamaba a los revolucionarios a aprovechar la crisis con el imperialismo para avanzar en las posiciones revolucionarias de la clase obrera exigiendo la administración obrera del petróleo nacionalizado en oposición al gobierno burgués y no en su apoyo”. Pero resulta que por esas “desgracias del destino”, los trabajadores no estaban en el poder, con su partido, sino que quien podía nacionalizar el petróleo era Cárdenas o nadie, es decir, lo que hubiera venido muy bien al imperialismo.
También se equivoca Aguirre cuando pretende hacerme decir que Trotsky propiciaba el apoyo al Kuomintang cuando lo que sostuve es que coyunturalmente planteaba aliarse con el Kuomintang para no ser esclavos de los japoneses, es decir la unidad reacción en el terreno militar, como sostiene el mismo Aguirre. Solo eso y nada más allá.
Como si estas tergiversaciones fueran pocas, en el resto de su refutación Aguirre sostiene que “Galasso nos quiere hacer creer que Scioli es representante del interés de los explotados, burrada típica de su mentor intelectual Abelardo Ramos, quien predicó en 1945 que los trabajadores tenían que obedecer al peronismo en nombre de la unidad del Frente nacional”. Se equivoca una vez más: en 1945, Ramos decía lo mismo que hoy dice Aguirre, que eran dos fuerzas burguesas disputaban el poder (Revista Octubre número 1, con el seudónimo Víctor Guerrero) recién en noviembre de 1946 (Revista Octubre número 2) descubrió la diferencia. Y luego, Aguirre saca la conclusión que como Ramos entregó a los trabajadores (que nunca tuvo) a Perón, que los lideraba, Ramos “se hizo apologista del menemismo”. Parece ignorar que desde hace años, después de una breve militancia junto a Ramos (1964/1971), me aparté completamente de él y además me tomé el trabajo de investigar cuál fue su posición en octubre de l945 (Revista Octubre número 1), distinguiéndola claramente de la posición de Frente Obrero agrupación que dio apoyo al 17 de octubre, desde una posición independiente en lo político, lo ideológico y lo organizativo pero que falló en su intento de convertirse en el partido de los trabajadores. Yo los reivindico pero reconozco que las innúmeras organizaciones de izquierda tampoco lograron formar ese partido –partido obrero con obreros- con la diferencia de que la Izquierda Nacional acompañó a los trabajadores en su experiencia, desde afuera, y hoy reitera su acompañamiento sin que por eso se haya hecho sciolista. Como decía Lenin, hoy “golpea al mismo tiempo al enemigo común, pero marcha separado” y, mañana lo seguirá haciendo si el gobierno sciolista se volviese macrista, como ocurrió con el menemismo, (cuando Ramos ya nada tenía que ver con la Izquierda Nacional). En resumen: estar en la izquierda significa estar decididamente en contra de todo aquello que signifique perjuicio para los trabajadores y acompañarlos en su experiencia hasta alcanzar la fuerza necesaria para disputar el poder “y cambiar el estado de cosas social y político existente”. Algo de eso dice -¿recuerda Aguirre?- un manifiesto de 50 páginas que lanzaron Marx y Engels en 1848.
No quiero personalizar la polémica pero como discuto con Facundo quiero recordar que hace unos cuantos años aprendí algo así: “Facundo (por Quiroga, para revisarlo históricamente) sin Marx es inexplicable; pero Marx (abstracto, sin historia) sin Facundo, puede conducir a error”.
(Anticipo que, por mi parte, doy por terminada la polémica -muchas veces diálogo entre sordos- porque considero que –hoy- hay que usar el tiempo para centrarlo en la lucha para que el macrismo no acceda al poder).
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