¿Crónica de una devastación anunciada?
11 de Noviembre de 2015 | 12:00
Mauricio Macri prometió abrir las importaciones. Y sin dudas que así lo hará. Pero el menemismo del siglo XXI se propone muchísimo más: la implementación de un tratado de libre comercio (TLC) entre EE UU y la Argentina.
Por Federico Bernal
Mauricio Macri prometió abrir las importaciones. Y sin dudas que así lo hará. Pero el menemismo del siglo XXI se propone muchísimo más: la implementación de un tratado de libre comercio (TLC) entre EE UU y la Argentina. Súmese a esto el acuerdo entre el ex alcalde porteño y Paul Singer (fondos buitre) por Vaca Muerta y todo listo para la devastación del país. Para tomar verdadera conciencia del significado de "abrir las importaciones" un sucinto repaso al TLC suscripto entre México y EE.UU.
"Pobreza cero" e integración al mundo.
El ex presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) terminó su mandato con la firma de un TLC con EE UU. Al despedirse del gobierno, prometió que con el acuerdo "terminaría la pobreza, la migración y comenzaría 'la gran época' del campo mexicano". Se trataba, en pocas palabras y según sus propias palabras, del medio para alcanzar "el nivel de desarrollo de los países del Primer Mundo". El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se suscribió en 1994 y se puso en marcha con la administración de Ernesto Zedillo. El aparato productivo e industrial mexicano -hasta entonces portador de un importante nivel de desarrollo derivado de una política de sustitución de importaciones nada despreciable- fue arrasada por la industria maquiladora. Dicha industria, al estar desvinculada de todo encadenamiento manufacturero local y requerir una bajísima inversión tecnológica, remachó el subdesarrollo y el atraso socioeconómico del país. En paralelo y consecuencia del ingreso irrestricto de productos estadounidenses altamente subsidiados, el universo rural mexicano sería literalmente devastado. Se calcula que desde 1994, 1,87 millones de campesinos debieron abandonar la actividad (Periódico La Jornada - 2/01/14). La primarización económica disparó exponencialmente y, con ella, la pauperización de las clases populares, la emigración y el narcotráfico (analizado en nuestra columna del próximo miércoles).
Pobreza y desempleo masivo
Los autores del interesantísimo trabajo "La migración laboral México-Estados Unidos a 20 años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte" (Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales - Mayo/Agosto 2015) analizan los resultados del TLCAN. "El crecimiento económico observado durante el período 1994/2013, apenas alcanzó un 2,4% de promedio anual, cifra inferior si se compara con el ritmo de crecimiento mostrado durante el período 1960/1981 donde la tasa promedio de crecimiento anual fue de 6,8%". El lento crecimiento económico se vio acompañado de un incremento exponencial del empleo en maquiladoras, lo cual condujo a una expansión del desempleo y del sector informal de la economía (cerca del 60% de la población ocupada trabajó en el sector informal). Pero no termina allí la cosa. Las políticas neoliberales provocarían un fortísimo deterioro en las condiciones del mercado laboral: "En 2001, un 10,3% de la población ocupada obtenía ingresos equivalentes a cinco o más salarios mínimos; para 2013, la cifra se redujo al 8,4% de la población... a la vez que para este último año el 65% de los ocupados percibió ingresos iguales o menores a tres salarios mínimos". En otros términos y según datos oficiales suministrados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, cerca de 53,3 millones de personas (45,5% de la población) vivieron en situación de pobreza durante 2012.
Destrucción del sector agrario
El TLCAN tuvo entre sus principales objetivos la imposición de la producción agropecuaria estadounidense al pueblo mexicano. A propósito, los investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, autores del trabajo citado, señalan que se han perdido 4,9 millones de empleos en el sector desde la firma del TLCAN, siendo que su PBI cayó del 5% antes de la firma del tratado al 1,5% en 2014. La devastación del campo mexicano sería ahondada por un ajuste masivo en materia de subsidios para la producción agrícola. De acuerdo "con las cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en 1995 se asignaba al sector agrícola el 7,3% del gasto federal. En 2013, este se redujo a sólo el 3,1%". Asimismo, la balanza comercial agrícola incrementó su déficit: "Mientras que en 1980 la dependencia del país en alimentos era del 15%, para el año 2011 fue de casi el 50 por ciento".
Destrucción de la industria
La administración salinista aseguraba que con la apertura comercial y la liberalización económica, México se integraría al mundo. Lloverían entonces las inversiones extranjeras, derramando en exportaciones, empleo y desarrollo. Pero la experiencia histórica -y el caso mexicano lo confirma- demuestra que este argumento no es más que una vil mentira. A las naciones industrializadas no sólo no les interesa el desarrollo genuino de los países receptores (de sus famosas inversiones), sino que por el contrario no les conviene. Los investigadores nos explican al respecto que en su país y desde la firma del TLCAN "la inversión extranjera se dirigió básicamente hacia la industria maquiladora, cuyas consecuencias además de ser lesivas para los trabajadores no generan el tan ansiado desarrollo. Por un lado, ofrecen trabajos temporales con menores prestaciones, bajos salarios y sistemas de contratación en extremo flexibles". Otro de los problemas de esta industria, "es que no genera un derrame de conocimientos hacia la industria nacional, un valor agregado, debido a que se centran en el ensamblaje sin incorporar prácticamente componentes locales. Se puede decir entonces, que la política industrial que ha impulsado el país no ha detonado el desarrollo esperado... Los impactos del TLCAN sobre el sector agrícola e industrial provocaron que el crecimiento del PBI per cápita mexicano del 18,6% represente la mitad del promedio de América Latina; este bajo crecimiento no permitió combatir la pobreza del país, dado que el 52,3% de la población se ha mantenido bajo esa condición desde la firma del Tratado".
Expulsión de trabajadores y fuga de cerebros
El neoliberalismo provoca un drástico incremento de la desigualdad social, la pobreza y el desempleo. Las clases populares desprovistas no ya de todo bienestar sino de la más mínima de las condiciones de subsistencia, tienden a migrar buscando mejores condiciones sociales y laborales. África es el caso más conocido, aunque lo sucedido en la Argentina entre 1976-2003 -a mucha menor escala por supuesto- es parte del mismo fenómeno: expulsión de ciudadanos, trabajadores, científicos y técnicos. Volviendo al caso mexicano, veamos las consecuencias del libre comercio y su impacto en el flujo migratorio de este país. El TLCAN convirtió a México en el primer corredor migratorio mundial hacia Estados Unidos. Un 25% de los migrantes provinieron del sector agrario seguidos por un 17% del sector de la construcción. Ahora bien, debido a la primarización económica del país (escasas oportunidades laborales para los trabajadores altamente calificados), "cerca del 36% de los mexicanos que cuentan con el grado de doctor, se encuentran ejerciendo en EE UU, mientras que el 33% de los estudiantes egresados de las carreras de ingeniería y tecnología mexicanos salen al extranjero". Estas cifras, señalan los autores, "son preocupantes, pues el número de migrantes altamente calificados nacidos en México que residen en EE UU creció 2,4 veces entre 2000 y 2012, al pasar de 411 mil a 1 millón, lo cual equivale a que uno de cada diez mexicanos con título de licenciatura reside en el país vecino o que uno de cada cuatro mexicanos con estudios de posgrado vive en EE UU".
Macri y un TLC a la mexicana
El perverso neoliberalismo mexicano se sostiene macroeconómicamente por el envío de remesas (de los mexicanos que "trabajan" en EE UU) y por la desregulación y desnacionalización progresiva del sector petrolero, otrora en manos del Estado y su empresa paraestatal PEMEX. Las exportaciones petroleras y las remesas son los principales ingresos de dólares frescos a la economía, alimentando las reservas internacionales exclusivamente destinadas a amortiguar la volatilidad de los mercados y pagar los intereses y servicios de la deuda externa. En suma, el libre comercio ha fundido a México, el país más rezagado entre las naciones que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La desigualdad social, la desindustrialización y la pobreza no detienen su marcha. Cuando Macri propone "abrir las importaciones", propone en realidad un tratado de libre comercio a la mexicana, sostenido por una nueva desnacionalización del sector petrolero con la entrega de Vaca Muerta e YPF al terrorismo financiero y especulador occidental, el mismo que rige los destinos de nuestros hermanos mexicanos. El próximo miércoles analizaremos también desde el ejemplo de México, por qué el narcotráfico argentino apuesta por un triunfo de Macri. «
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