sábado, 5 de diciembre de 2015

BOMBARDEO BRITÁNICO EN SIRIA Por Marcelo Justo


Un manifestante protesta en contra de la participación de Gran Bretaña en los bombardeos en Siria.
Imagen: AFP




› ATACARON SEIS CAMPOS PETROLIFEROS DEL ESTADO ISLÁMICO


Bombardeo británico en Siria

Planteando que los bombardeos son una reacción defensiva, el ministro de Defensa Michael Fallon señaló que el Reino Unido ya estaba en guerra y que “vimos cómo mataban a nuestros ciudadanos, simples veraneantes, en las playas de Túnez”.




Por Marcelo Justo / Desde Londres

El miércoles por la noche el Parlamento británico votó a favor de los bombardeos aéreos a las posiciones de Estado Islámico en Siria. Unos 54 minutos más tarde, rozando la medianoche, cuatro Tornados GR4s partieron de la base de Fuerza Aérea Real británica en Chipre y atacaron seis campos petrolíferos en Al Omar, una zona desértica controlada por EI.

Según el comunicado del Ministerio de Defensa británico, la misión fue un “éxito”, los “sofisticados sensores” de los aviones de combate permitieron detectar que no había civiles en la zona y se infligió un “significativo impacto” a uno de los campos más importantes de la organización “que representa más del 10 por ciento de sus ingresos petroleros”. En el marco de su gira europea, el primer ministro David Cameron insistió ayer en Bulgaria en que los bombardeos son un golpe contra Daesh (nombre en árabe de Estado Islámico) que “ayudará a un acuerdo político en Siria”.

El mensaje gubernamental procura calmar la ansiedad que produjo la votación del miércoles y reasegurar a los británicos que no habrá daños colaterales, eufemismo militar para las víctimas civiles, y que el plan de fondo es político. Planteando implícitamente que los bombardeos son una reacción defensiva, el ministro de Defensa Michael Fallon añadió que el Reino Unido ya estaba en guerra y que “vimos cómo mataban a nuestros ciudadanos, simples veraneantes, en las playas de Túnez este año”. En otras palabras, los bombardeos son inevitables y continuarán. Fallon señaló que dos Tornados adicionales y seis Typhoons (los aviones de combate británicos muestran una inclinación por los fenómenos meteorológicos extremos) se sumarán a los combates en los próximos días.

La realidad en el terreno es mucho más complicada que el optimismo de estos comunicados y declaraciones. La coalición liderada por Estados Unidos y Francia ha realizado 59.015 incursiones aéreas en Irak y Siria desde 2014: solo 8573 han terminado en bombardeos. Esta gigantesca disparidad indica que la mayoría de las misiones aéreas terminan con un regreso a las bases sin haber hallado ningún blanco. El mismo presidente Barack Obama lo reconoció recientemente al decir que el problema es que en esta guerra particular “hay pocos blancos”.

Central en la estrategia británica de extender su operativo aéreo contra Irak era que la virtual capital del Califato de Estado Islámico en Raqqa se encuentra en Siria: atacar un país y no otro no tenía sentido ante un enemigo que no conoce fronteras. El problema es que según el analista militar turco Metin Gurcan las incursiones aéreas no han golpeado “un solo centro de control de Estado Islámico”. En los últimos 14 meses Estados Unidos realizó 2934 incursiones aéreas contra Raqqa sin afectar la capacidad operativa ni el control de la ciudad por parte de Estado Islámico.

Según los especialistas la ofensiva aérea está impactando los centros de comunicación, entrenamiento y reclutamiento y ha sido efectiva en el campo de batalla cuando fueron coordinadas con fuerzas terrestres como la guerrilla Kurda del YPG. Con la frontera turca prácticamente cerrada, Estado Islámico se ha visto obligado a modificar sus tácticas ante el peligro aéreo y hoy tiene una estructura altamente descentralizada con operaciones ejecutadas por unidades de 8 a 10 combatientes. La contrapartida es que con un mini Califato de seis millones de habitantes bajo su poder EI tiene una población cautiva para el reclutamiento que, con frecuencia es voluntario, ya que el ejército es uno de los pocos empleos que existen (se estima que Estado Islámico paga unos 300 dólares a sus combatientes). Según el analista del The Independent Patrick Cockburn, Estado Islámico podría tener una fuerza de unos 100 mil efectivos. “Nos estamos enfrentando a un formidable maquinaria militar”, indicó.

El Chatham House de Londres, uno de los centros de análisis internacional más antiguos del Reino Unido, estima además que el bombardeo de infraestructura puede provocar tanta oposición en los civiles como el “daño colateral” de otras operaciones. “No nos damos cuenta que los llamados blancos blandos como la infraestructura petrolera controlada por Estado Islámico es la misma que abastece a los civiles. De manera que atacar yacimientos corta el financiamiento de la organización, pero también impacta la calefacción de los hogares o el aprovisionamiento de los vehículos”, señaló al The Independent Tim Eaton, de la sección de análisis sobre Siria de Chatham House.

Mientras tanto el principal derrotado de la votación del miércoles, el líder del laborismo Jeremy Corbyn, que vio a una cuarta parte de sus parlamentarios respaldar el bombardeo, obtuvo un respiro a sus casi tres meses de atribuladísimo liderazgo partidario. En la elección para cubrir el escaño de Oldham West y Royton en Manchester, el candidato laborista Jim McMahon derrotó de manera convincente y con una mayor amplitud que en las elecciones de mayo al del derechista antinnmigratorio UKIP. Era la primera prueba en las urnas para Corbyn que ha sido salvajemente atacado por los medios desde que fue electo el 12 de septiembre y que ha contribuido con errores propios e improvisaciones al estado caótico partidario, dividido a muerte entre moderados parlamentarios de la época de Tony Blair y unas bases militantes que quieren un fuerte giro a la izquierda.

En la votación del miércoles los moderados acusaron los dos grupos más afines a Corbyn, el Stop the War, que el líder laborista copresidió, y Momentum, de una campaña de mails intimidantes que incluían insultos de todo tipo y hasta una amenaza de muerte si votaban a favor de la propuesta militar del gobierno conservador. En algunos casos, la tentación ultraizquierdista ha llevado al absurdo de que el Stop the War marchara a la sede del Partido Laborista el martes para protestar contra la decisión de Corbyn de conceder el voto a conciencia a sus parlamentarios. Ante el creciente malestar interno partidario el mismo Corbyn calificó ayer de “inaceptable” esta conducta de sus propios aliados.


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