En defensa del trabajo
Por Osvaldo Bayer
Es inexplicable la situación de la multinacional gráfica RR Donnelley. Tras la huida de sus directivos, el 11 de agosto de 2014, cerró sus puertas de la manera más ilegal. Dicha empresa está situada en Garín, provincia de Buenos Aires. Ese día, cuando los trabajadores llegaron para entrar y comenzar sus tareas, se encontraron con los portones cerrados. No hubo nadie que les explicara qué es lo que había pasado.
Los obreros cuentan que “Donnelley se fue de la Argentina de un día para el otro, sin previo aviso ni a sus trabajadores ni a sus clientes”, sólo dejaron un escueto comunicado pegado en la puerta que anunciaba que “Estamos cerrando nuestras operaciones en la Argentina y solicitando la quiebra”. Eso fue todo lo que dejaron. Los trabajadores quedaron en la calle.
El mismo día, el Juzgado Nacional en lo Comercial Nº10, a cargo del juez Gerardo Santicchia, decretó una quiebra express que dejó sin empleo a más de 400 trabajadores. Estos se reunieron de inmediato en asamblea. Por el voto unánime decidieron entrar en la fábrica, encender las prensas y encuadernadoras y poner en funcionamiento a las máquinas.
Dicen los obreros: “El 12 de agosto del 2014 nació la nueva gestión obrera y los trabajadores lucharon para que el Inaes los reconozca como cooperativa, dándoles la legalidad para producir y facturar sus productos. Así se logró mantener los clientes más importantes, como la Editorial Atlántida que sigue imprimiendo sus revistas”.
No puede haber otra intervención que la de la Justicia, ya mismo el Estado debe hacer valer la democracia del trabajo. Gente, Para ti, Paparazzi Billiken en la ex Donnelley, hoy cooperativa Madygraf.
Dicen los obreros: “De esta manera logramos mantener nuestros puestos de trabajo, aunque el juez Santicchia sigue retomando el 15 por ciento de la facturación de los trabajos, que se deberían cobrar como salarios”.
En 2011, a raíz de la lucha por la reincorporación de 31 despidos, se creó la Comisión de Mujeres para defender los puestos de trabajo de sus maridos. Cuando en agosto de 2014 la multinacional cerró, las mujeres salieron otra vez a la calle junto a sus maridos.
Dicen ellas: “En la primera etapa de esta lucha impulsamos una campaña nacional de solidaridad para el fondo de lucha y de alimentos para las familias Donnelley, que los asistió en los primeros meses al entregar cada semana bolsones de mercadería a las familias. Luego entramos a trabajar en la cooperativa y actualmente se está construyendo una guardería y juegoteca para los hijos dentro de la fábrica”. Es decir, un gesto admirable de trabajo social.
Tienen que actuar ya mismo la Justicia y el Ministerio de Trabajo para dar definitivamente la propiedad de la empresa a la cooperativa de trabajadores.
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