“El Onganiato” no vaciló en apelar a las medidas represivas más violentas. El 29 de julio la Policía Federal, que se hallaba bajo intervención militar, se lanzó sobre las facultades ocupadas, con especial furia sobre las de Ciencias Exactas y Naturales, y de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. En la primera de ellas, el decano Rolando García y el vicedecano Manuel Sadosky, figuras prestigiosas en el ámbito intelectual, intentaron oponerse pero su protesta fue acallada por golpes asestados por los bastones largos que esgrimía la fuerza represora. Seguidamente, ocuparon las casas de estudio donde detuvieron aproximadamente a 400 personas entre estudiantes, profesores y graduados, y siguiendo las órdenes furibundas de los militares golpistas, especialmente del general Eduardo Señorans, ingresaron a laboratorios y bibliotecas provocando toda clase de destrozos. Equipos completos fueron desmantelados e incluso se ensañaron con “Clementina”, como había sido bautizada la primera computadora que funcionó en Argentina. También desmantelaron el Instituto de Radiación Cósmica. Entre los profesores, se hallaba investigando en “Exactas” el profesor Warren Ambrose, estadounidense quien refirió, por carta al The New York Times, algunos de los graves hechos producidos. Allí relató que los decanos de las facultades se negaron a quedar bajo la dominación militar –que destruía la autonomía universitaria– corriendo la misma suerte de los “resistentes” y describe: “Escuché bombas de gases lacrimógenos y luego llegaron soldados que nos ordenaron a gritos, pasar a una de las aulas grandes donde se nos hizo permanecer de pie, contra la pared, rodeados por soldados con pistolas, todos gritando brutalmente… Luego, a los alaridos, nos agarraron uno por uno y nos empujaron hacia la salida del edificio. Allí nos hicieron pasar entre una doble fila de soldados, colocados a una distancia de 10 pies entre sí, que nos pegaban con palos (que se convertirán en los famosos “bastones largos” que dieron nombre a la represión) o culatas de fusiles y nos pateaban en cualquier parte del cuerpo. Pegaban tan duramente como les era posible y en mi caso, fui golpeado en la cabeza, el cuerpo y donde pudieran alcanzarme. Esta humillación fue sufrida por todos, mujeres, profesores distinguidos, el decano y el vicedecano, auxiliares, docentes y estudiantes… El profesor Carlos Varsavsky, director del nuevo radio observatorio de La Plata recibió serias heridas en la cabeza, un ex secretario de la Facultad, ya septuagenario, fue gravemente lastimado, como también Félix González Bonorino, el geólogo más eminente del país”.
Norberto Galasso
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