CUBA
Fidel Castro y su papel en la historia
Fidel Castro ocupó un lugar central en la historia política de la segunda mitad del siglo XX. Fue la cabeza y la voz de la única revolución socialista triunfante de nuestra América Latina y para muchos un símbolo de la resistencia frente al imperialismo. Lideró una burocracia que hoy dirige un proceso de restauración del capital.
Facundo Aguirre
Fidel fue una leyenda, un verdadero mito que concitó la veneración de más de una generación de luchadores sociales y el odio visceral de los gobiernos norteamericanos y de la contrarrevolución cubana exiliada en Miami. Sobrevivió a más de 600 atentados en su contra orquestados por la CIA.
Fidel supo sobrevivir al asalto al Moncada en 1953 e increpar a sus jueces y desafiarlos "Condenadme, no importa, la historia me absolverá". En 1956 se lanzó, como parte de un fallido plan insurreccional, a la aventura del Granma. Combatió junto a Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, desde las entrañas de la Sierra Maestra a la brutal dictadura de Fulgencio Batista. Al calor de esta lucha se fue ganado el apoyo de los guajiros, pero también la simpatía de la prensa imperialista que veía en los barbudos de la Sierra a los héroes de la libertad. Uno de los momentos más simbólicos de la revolución fue el ingreso de Fidel Castro a La Habana en enero de 1959 encabezando la columna del Ejército Rebelde que lograba tomar la capital del país gracias a una huelga general que derrotó las últimas maniobras del régimen de Batista por impedir la victoria de las masas.
Fidel fue un demócrata burgués que se vio obligado a llevar adelante un programa socialista. En los primeros días de la revolución, Fidel Castro se esforzaba por contener a la burguesía dentro del gobierno afirmando que “Esta revolución es tan verde como las palmas”. Ante el abandono apresurado de la burguesía y los intentos del imperialismo de poner fin a la Revolución, Fidel fue la cabeza de una "revolución de contragolpe", tal como la definiera el Che Guevara frente a Jean Paul Sartre. La revolución había liquidado al Ejército burgués dejando su lugar a las milicias del Ejército Rebelde integradas por peones rurales, obreros y campesinos que acompañarán al nuevo poder y serán la fuerza social que empuje a la radicalización del proceso revolucionario y la expropiación de la burguesía y los terratenientes.
Cuba fue el símbolo de que la victoria de las masas obreras y campesinas era posible y de que la lucha por la tierra y por la independencia nacional solo podía ser llevada adelante mediante el programa y los métodos de la revolución socialista.
Desde entonces Fidel, el Che y la revolución anidaron en en el corazón de las masas del continente como su causa. Fidel se transformó en el referente de toda una generación de luchadores sociales, que vieron en el ejemplo de la Sierra Maestra y el método guerrillero una vía para derrotar al imperialismo en América Latina. Una lectura errónea y una concepción burocrática, alentada por el castrismo, de un profundo proceso social cuyo verdaderos protagonistas fueron las masas. Una auténtica tragedia estratégica que condujo a la derrota a quienes intentaron el camino del foco y la lucha guerrillera aislados y sin darle valor combatiente al movimiento real de las masas.
En enero de 1961 los norteamericanos rompen relaciones oficiales y en abril organizan la invasión de los exiliados cubanos (a partir de entonces llamados gusanos por el pueblo cubano), armados por la CIA, a Bahía de los Cochinos. Las milicias populares derrotan la incursión en pocos días y se proclama el carácter socialista de la revolución.
Fidel fue la cabeza de un régimen bonapartista que bloqueó el surgimiento de órganos del autogobierno de obreros y campesinos y concentró el poder en un partido único. Con el tiempo el nuevo régimen cubano fue ahogando poco a poco las libertades políticas que toda revolución auténtica necesita para desenvolverse. La alianza con la URSS se hizo más estrecha y con ella la luz que irradiaba la revolución cubana se fue ensombreciendo.
La persecución a los homosexuales para imponer una moral burocrática calcada de los prejuicios patriarcales del capitalismo, mostró el carácter opresivo de la burocracia que ejercía el poder. Fidel apoyó la represión del Ejército Rojo que ahogó en sangre a la Primavera de Praga en 1968 y jugó un importante papel en el proceso de apoyo a la Unidad Popular en Chile que se planteaba asimismo como la "vía pacifica al socialismo". Una conclusión opuesta a la de la Revolución Cubana que había demostrado que era necesario derrotar a las fuerzas represivas y militares del Estado burgués para alcanzar la victoria.
En los años oscuros de las dictaduras del Cono Sur, Cuba fue un santuario para miles de exiliados. Sin embargo, la política internacional del castrismo, alineada con el Kremlin, se niega a denunciar a la dictadura genocida en Argentina, ya que la misma proveía de granos a la URSS.
En 1980 la revolución vivió una de sus crisis más importantes. Luego de que un grupo de cubanos intentaron entrar por la fuerza a la Embajada peruana para pedir asilo político, ante la crisis abierta, Fidel permitió la salida del Puerto de Mariel a miles y miles de cubanos que se embarcaron hacia Miami, transformandose en una crisis para la administración de Jimmy Carter en los EEUU.
Durante la revolución nicaragüense Cuba fue un apoyo fundamental del FSLN y Fidel se preocupó por señalarle a los dirigentes del sandinismo que "Nicaragua no debía ser una nueva Cuba". La revolución nicaragüense será finalmente derrotada en 1990, restaurando en el poder a la representante de la burguesía contrarrevolucionaria, Violeta Chamorro.
Fidel Castro fue el último sobreviviente de un mundo que dejó de existir en el año 1989, cuando los regímenes del mal llamado "socialismo real" se desplomaban como castillos de naipes y se abría paso a la restauración capitalista. En aquellos acontecimientos Fidel tomó partido por la burocracia soviética y de los países del Este de Europa. En 1981 había apoyado el golpe del general Jaruselzky en Polonia para acabar con al movimiento obrero organizado alrededor del sindicato Solidaridad, en 1989 defenderá al régimen de la Stassi (policía secreta) de Alemania Oriental encabezado por Erich Honecker. La revolución cubana pendía de un hilo porque su principal sostén económico, la URSS, estallaba en pedazos dejando sin ayuda material a la Isla. Aquello sucedía porque Fidel había optado por la alianza con la burocracia del Kremlin y desechado el planteo de Ernesto Che Guevara de llevar a cabo un programa de industrialización y de poner los esfuerzos en extender la revolución más allá del territorio cubano. Fue nuevamente la resistencia de las masas de obreros y campesinos quienes toleraron el hambre y la escasez del llamado periodo especial, lo que permitió la supervivencia de la revolución. En 1994 miles de cubanos se lanzan en balsas improvisadas al mar tratando de huir de una situación desesperante bajo el auspicio de los EEUU que quería derrocar al gobierno cubano.
A partir de 1997 la revolución da un giro en su política abriéndose a la inversión extranjera y la instauración de empresas capitalistas que le permiten salir de la situación desesperante del periodo especial. Ningún cambio existe por el contrario en el régimen político. En 1998, Karol Wojtila, Juan Pablo II, uno de los artífices de la caída del Este Europeo, visita Cuba y la Iglesia católica cubana es rehabilitada como interlocutora del régimen.
En sus últimos años al frente del Estado cubano, Fidel orientó su política internacional al apoyo al chavismo y los gobiernos progresistas de América Latina. En Argentina estuvo en el año 2003, dando un histórico discurso en las escalinatas de la Facultad de Derecho donde planteó la llamada Batalla de las Ideas, en reemplazo de la lucha por el poder obrero y campesino.
Después de estar 47 años de manera ininterrumpida al frente del régimen cubano Fidel Castro abandonó el poder en el 2006, por problemas de salud. Raúl Castro, cinco años menor, tomó el mando entonces provisionalmente y dos años después, en 2008, lo sucedió formalmente como presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros.
Fidel Castro se mantuvo como baluarte moral de la revolución y fue un apoyo fundamental tanto para la profundización del giro restauracionista de la burocracia cubana, como para la histórica apertura de negociaciones con los EEUU, donde el papa Francisco jugó un papel fundamental. En política internacional Fidel se pronunció contra la Primavera árabe viendo detrás de ella la mano del imperialismo.
Fidel fue una figura controvertida, amada por sus seguidores y odiada por el imperialismo. Ocupa sin lugar a dudas un lugar en la historia de Nuestra América. Deja como legado el haber resistido todos y cada uno de los intentos del imperialismo por derrocarlo, pero también una Cuba asfixiada por una burocracia privilegiada y amenazada por la restauración capitalista que avanza sobre las conquistas que obreros y campesinos lograron con su revolución en 1959.
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