jueves, 28 de junio de 2018

LA BATALLA DE SAN PETERSBURGO Por Douglas Ceconello






críticas y ficciones


milagro en el mundial / messi el rojo / desde brasil

la batalla de san petersburgo



Por Douglas Ceconello 
Fotografía: Gustavo Ortiz


Un periodista brasileño no puede creer cómo la selección Argentina pudo lograr la clasificación sin técnico. Entonces bucea en referencias históricas y alusiones ideológicas para explicar el prodigio. Y da en el blanco.





Cuando la estructura amenaza con derrumbarse hay que tirar todo abajo, comenzando por las cabezas peladas donde todo se refleja y nada prospera. Esta es la lección de los visionarios jugadores albicelestes que, tras el anuncio de derrumbe en los dos primeros partidos del Mundial, decidieron quitar de facto, si bien no de iure, la superflua autoridad de Jorge Sampaoli e implantar por cuenta propia una autogestión anarquista en la selección argentina.

En el partido decisivo contra Nigeria, poco después del pitazo inicial, las cámaras enfocaban a un siempre frenético Sampaoli haciendo mil gestos al borde de la cancha. Pero casi con seguridad se trataba de un acto vacío: ahí adentro, los once insurgentes ya habían tomado los medios de producción del equipo y funcionaban como un organismo autónomo que, en base a un esquema táctico libertario y libertino —y darle la pelota a Messi— intentaba conseguir una improbable clasificación.

En el primer tiempo el equipo funcionó como hasta entonces no pasaba en este Mundial. Con dificultades para acoplarse, por supuesto, porque la revolución no llega de un día para otro. Pero teníamos en Banega, por ejemplo, a un inspirado ladero de Messi que dominaba el mediocampo y soltaba pases precisos, como el que terminó en el primer gol. El mismo Messi, antes postrado como quien solo ve el gris de las fábricas, abrió la ventana para hacer que comience la fiesta. Todos le rendían cuentas a Javier Mascherano, este Bakunin en bombacha de gaucho, de atrofiado desempeño práctico el martes, pero con una brillante influencia teórica.

Naturalmente, las fuerzas opresoras de la tecnología que todo lo transforman en objeto iban a intentar frenar las estruendosa consagración de este bólido caótico, copero y colaborativo que había cortado una cabeza desorientada para que sus miembros y órganos tuviesen una vida más. No vaya a ser cosa de que la ola se propagara a otros continentes y otras selecciones haciendo notar que la mayoría de los técnicos podrían ser substituidos por una canasta con frutas al costado del campo de juego. Entonces, un fortuito y autoritario silbatazo vio un abrazo de oso donde todo era platonismo, y aquel penal amenazó con sofocar el levantamiento castellano.

La insurrección, sabemos, es impaciente. Cuando se la conduce con nerviosismo se transforma solo en griterío y corridas, como quedó a la vista en el descontrol de la selección argentina después del gol del empate. Parecían lunáticos luego de perder esa frescura rebelde de los momentos iniciales. Todo parecía indicar que sucumbirían al individualismo errático. Y ni siquiera la presencia divina de un Maradona debilitado, castigado por trescientas noches blancas, parecía capaz de socorrerlos... Nadie es ateo a los cuarenta del segundo tiempo.

Sin embargo, mientras haya un brazo levantado hay esperanza. Que de ese brazo salga una piedra o un gesto de conmemoración, son las circunstancias las que deciden. Que en medio del caos transiberiano apareciera una pierna —en este caso, de Rojo—, justo ese color porque así se escribe la historia, y que esa pierna haya lanzado un cóctel Molotov en una botellita de 300 ml inflamada con nafta y fernet, fue una explosión y al mismo tiempo apenas la punta de la mecha. En la tierra de los sóviets, la autogestión anarquista con un técnico decorativo, está más viva que nunca y el sábado que viene va a tratar de reescribir la Toma de la Bastilla. Que Griezmann y Robespierre se preparen para la guillotina.



La versión original de este artículo fue publicado en Globoesporte.com



http://www.revistacrisis.com.ar/




miércoles, 27 de junio de 2018

CRÓNICA DE LOS DESPIDOS MASIVOS Y EL DESGUACE DE TELAM Por Celia Carbajal


Fotos: Gentileza de trabajadores de Télam





A VOS TE CREO

Crónica de los despidos masivos y el desguace de Télam



Por Celia Carbajal



Ayer, mientras muchos se preparaban para celebrar la victoria de Argentina contra Nigeria, cientos de trabajadores de la Agencia Télam recibían los primeros telegramas de despido. El plan de ajuste de Lombardi supone dejar sin trabajo a 354 personas. Celia Carbajal es trabajadora de la Agencia y asegura que intentaron dividirlos, celebraron con cinismo los despidos pero la lucha recién comienza. La “reestructuración” contada desde adentro.





 Escuchame Celia, están despidiendo gente. A mí me llegó un telegrama pero no lo recibí para no notificarme. A Ernesto, Lautaro, al hijo del Negro, a Betty, insólito… qué se yo, no sé.


Así empezó el martes 26 de junio para los trabajadores de Télam en las sedes centrales, las 23 corresponsalías provinciales y para la decena de corresponsales extranjeros. Se sucedieron infinidad de mensajes de compañeros en lista de “bajas”, hasta que la perversión rasgó el aire con un correo electrónico a las casillas personales:

“Fulano de Tal. Sos parte de la nueva Agencia Télam. Confiamos en vos para la construcción de una agencia profesional, pluralista, democrática y federal, con capacidad para producir contenidos informativos confiables que nos permita abastecer a la industria periodística basada en el desarrollo de nuevas tecnologías. Por eso esperamos que sigas sumando tu aporte para llevar a Télam a instalarse no sólo en el mercado nacional sino también en el internacional. El directorio de Télam”.

Otra catarata de mensajes de los compañeros, esta vez lamentando haber sido seleccionados para ser “confiables” según un directorio que llegó a la Agencia para ejecutar una faena de exterminio.

–A mí me llegó ese mail perverso en el que se me comunica que sigo, me dijo una compañera.

Esa fue la drástica desmentida de que “la restructuración” tuviera “criterio”, que tuviera otra lógica que no fuera la del genocidio. La de hacerte ver arder la aldea de enfrente y obligarte a agradecer que no haya sido la propia.

Pero en la cultura de lucha que hay en Télam, que afrontó intentos de cierre en 1996 y de cierre y liquidación en 2000, el intento de dividir entre despedidos y “confiables” fue contraproducente, y una masiva asamblea abierta frente a Bolívar 531 decidió ocupar ambas sedes y marchar para tomar la imagen emblemática de la lucha que recién empieza: una foto grupal en Plaza de Mayo, con fondo Casa Rosada. Lidiamos con eso. Es ellos o nosotros.

– Son psicópatas, escuché decir en los pasillos.

Es decir: predadores carentes de empatía, remordimientos, sentimientos, a los que les complace el resultado de su crueldad.

Es psicópata alguien que anuncia en el programa de Jorge Lanata en Radio Mitre que los telegramas serán 354 y, simultáneamente, publica en una red social: “Hoy ganó el periodismo y ganaron los ciudadanos. Los ciudadanos porque recibirán de la agencia Télam información objetiva, veraz e independiente. El periodismo porque podrá desplegar, sin presiones ni chantajes, su noble oficio. Hoy ganó el periodismo y ganaron los ciudadanos”. Así, repetido por el ministro Hernán Lombardi.




No hubo que esperar mucho para la solidaridad con los trabajadores de la agencia nacional, a la que queremos pública y con control parlamentario. Llegó desde todo el país, desde la inmensa mayoría de los sectores, desde casi todos los partidos políticos, desde todas las redacciones, y desde el mismísimo Mundial en la imagen de los periodistas acreditados en Rusia 2018, fotografiados con un cartel manuscrito: No a los despidos en Télam.




Los despidos consumados responden a trabajadores de todos los sectores, de toda antigüedad, de todas las pertenencias políticas o populares. Lo que hay es un desguace, un proyecto para desmantelar a los tres medios con presupuesto estatal: TV Pública, Radio Nacional y Télam.

Las medidas de lucha se irán definiendo cada jornada en asambleas abiertas a las 12 en la puerta del edificio de Belgrano 347. Se lucha para revertir la totalidad de los despidos, para impedir el desguace, para recuperar la función de Télam como contralor de la publicidad oficial, ahora sin control y al arbitrio del Poder Ejecutivo. Para informar sobre los acontecimientos sociales relevantes de manera cierta. Se luchará cada día forjando una historia que continuará…




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sábado, 23 de junio de 2018

AHORA EE.UU EVALÚA ENVIAR A 20.000 NIÑOS MIGRANTES A BASES MILITARES Por Juan Andrés Gallard







Internacional



INMIGRACIÓN


Ahora Estados Unidos evalúa enviar a 20.000 niños migrantes a bases militares



Juan Andrés Gallardo@juanagallardo1




Tras el rechazo generalizado a la política de separación de familias impulsada por Trump, el Ejército recibió una solicitud para "albergar" a 20.000 niños migrantes en instalaciones militares.




Cuando aún no se había disipado el repudio generalizado contra la política de "tolerancia cero" de Trump, que implicaba separar a las familias de migrantes, ahora el gobierno estadounidense evalúa enviar a 20.000 niños "no acompañados" a instalaciones militares.

La noticia se conoció en medio del descontrol por la separación de niños y niñas de sus madres y padres que todavía no se resolvió, a pesar de la marcha atrás que dio Trump.

El Ejército de Estados Unidos confirmó el jueves que recibió la solicitud de que se prepare para albergar a 20.000 niños.

La portavoz del Pentágono Dana White, dijo que si bien aún no se ha tomado una decisión, el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por su sigla en inglés) ya evaluó tres bases militares en Texas y revisaría otra en Arkansas.

White dijo que el HHS le pidió al Pentágono "determinar sus capacidades para proporcionar hasta 20.000 camas temporales para niños extranjeros no acompañados" en instalaciones militares.

Aún no está claro cuántos de los niños que podrían ser enviados a las bases ya están detenidos en otras instalaciones, pero se trata de una nueva decisión escalofriante del gobierno de Trump que ya anunció que si bien no va a separar a las familias sí va a seguir encarcelando a todos los inmigrantes que crucen la frontera. Es decir que ahora las familias estarán juntas... en la misma jaula.

La noticia se conoció al mismo tiempo que se hizo público que muchos de los niños y niñas migrantes que se encontraban encerrados habían sido drogados a la fuerza en los centros de detención.

La feroz crítica externa e interna contra la política de Trump obligó al mandatario republicano a dar marcha atrás y firmar un decreto el miércoles para mantener juntas a las familias detenidas durante los procedimientos de inmigración.




Sin embargo hasta el jueves por la noche todavía no estaba claro cómo y cuándo esos niños y niñas se reunirían con sus madres y padres, y dónde serían retenidas las familias mientras los mayores enfrentan acusaciones penales.

La forma de separación fue tan brutal que en muchos casos no se tienen registros certeros sobre los familiares o relación entre la situación de los adultos y los niños y niñas encerradas.

Un grupo de personas que fueron deportadas a Honduras el jueves le contaron a la agencia Reuters que antes de que el avión en el que fueron transladados partiera de Estados Unidos, funcionarios estadounidenses preguntaron quién tenía niños detenidos y los cuatro que levantaron la mano no fueron puestos en el vuelo. Un ejemplo gráfico de la brutalidad con la que se manejaron la Border Patrol y la polícía migratoria al momento de separar a las familias, sin ningún tipo de registro de lo que estaban haciendo.

Ante el escándalo provocado, Trump retrocedió con las medidas más brutales pero sigue presionando para que el Congreso apruebe un paquete de medidas antiinmigratorias como así también una partida millonaria para la construcción del muro con México. Sin embargo la relación con los parlamentarios se ha venido deteriorando en extremo, incluso con los miembros de su propio partido, el republicano.

Mike Coffman, uno de los diputados republicanos de la Cámara de Representantes, pidió el jueves a Trump que despida al principal asesor de la Casa Blanca, Stephen Miller, quien ha presionado por un enfoque de línea dura sobre la inmigración.

"Este es un desastre de derechos humanos. Le corresponde al presidente limpiarlo y despedir a las personas responsables de hacerlo", expresó Coffman.

El nuevo enfrentamiento de Trump con su propia bancada se suma a los problemas domésticos en torno al caso del "rusiagate" que se viene cerrando aceleradamente en torno a su figura. Con las elecciones de medio término en el horizonte inmediato, nadie quiere perder capital político ante una acción que fue mucho más allá de lo que la mayoría estaba dispuesta a aceptar.

Esto no significa que el establishment político estadounidense sea "inmigrante friendly", sino más bien lo contrario. Tanto demócratas como republicanos tienen acuerdo en mantener una política migratoria que permita mantener a millones de personas en la ilegalidad, conformando una enorme masa de mano de obra barata. El propio Barack Obama es responsable de la deportación de más de 2,7 millones de inmigrantes bajo sus dos gobiernos, superando ampliamente a Bush hijo, y también puso en práctica el encarcelamiento de niños separados de sus padres.

En las redes sociales circuló el jueves una imagen extendida de la tapa de la revista Time que se volvió viral durante el día. En la original una pequeña niña hordureña lloraba frente a un gigante Trump inmutable. La versión "retrabajada" de esa tapa mostraba una fila detrás de Trump que continuaba con Obama y Bush. Una imagen certera sobre el racismo y la xenofobia que en el principal imperialismo del mundo es una cuestión de Estado.








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HORAS DE INCERTIDUMBRE PARA LOS NIÑOS MIGRANTES



Las tapas de Time y The New Yorker ironizan sobre el trato que Trump les da a los inmigrantes. 





Tras el decreto de Trump no saben cómo ni cuándo se reunirán con sus padres presos en Estados Unidos

Horas de incertidumbre para los niños migrantes





Basta con dejar de perseguir penalmente a los indocumentados, pero la firma de una orden ejecutiva ante las cámaras da siempre una imagen de acción gubernamental y es algo que a Trump le gusta. Ahora, un tribunal debería derogar el Acuerdo Flores.






Los más de 2.300 niños, que fueron apartados de sus padres al cruzar ilegalmente la frontera entre México y Estados Unidos viven ahora una situación de incertidumbre. Aunque la separación de las familias fue frenada con un decreto del presidente estadounidense, Donald Trump, todavía no se sabe la forma como reunificarán a las familias y cuánto tiempo tomará hacerlo.

La directora de la Comisión de Derechos Migratorios y Justicia para Mujeres Refugiadas, Michelle Brané, aseguró que la incertidumbre sobre el futuro sigue latente para los miles de pequeños y sus padres, provenientes en su mayoría del llamado violento Triángulo del Norte centroamericano (El Salvador, Honduras y Guatemala). “La orden ejecutiva que el presidente Trump firmó no es una solución. Primero, hay más de 2.000 ya separados de sus padres; y segundo, la medida encarcela a las familias completas”, señaló Brané en un comunicado.

“Las dudas sobre el nuevo encierro, porque esos niños van a seguir encerrados, son infinitas”, afirmó Virginia Gutiérrez, una mexicana que llegó hace más de dos décadas a Estados Unidos como turista y se quedó. “No le creo nada a Trump”, insiste la mujer a las afueras del Homestead Branch, uno de los albergues adonde cientos de menores han llegado desde el 19 de abril. “Este decreto no es más que otra estrategia de este señor (Trump)”, insistió Gutiérrez. “Hasta no ver, no creer”, dijo, por su parte, Martin Levine, un abogado y activista de 62 años que desde hace días aguarda en la entrada del albergue temporal de menores inmigrantes del sur de Florida.

El Homestead Branch está ubicado a unos 50 kilómetros al sur de Miami junto a una base de la Fuerza Aérea y reabrió sus puertas hace pocos meses tras su cierre en el Gobierno del presidente Barack Obama. Medios locales han calculado que el costo de su funcionamiento ronda los 300 millones de dólares anuales.

El Departamento de Sanidad y Servicios Humanos (HHS por sus siglas en inglés) recibió bajo la llamada política de cero tolerancia (a la inmigración ilegal) de Trump a los pequeños en albergues que se extienden por estados como Texas, Florida, Virginia, Nueva York y Carolina del Sur, adonde llegan en vuelos comerciales de aerolíneas como American Airlines y Unites, que son pagados por el Estado. Las imágenes de niños en jaulas llorando y preguntando por sus padres en un centro temporal de Texas fueron determinantes en la polémica. Por esa razón, legisladores y ciudadanos de Florida decidieron presionar durante varios días a las afueras del Homestead Branch para saber las condiciones de los pequeños allí.

El albergue del sur de Florida, en donde hay cerca de 1.000 niños que fueron separados en la frontera o que cruzaron solos, está rodeado por una lona de color negro que impide ver su interior y tiene en su fachada muros de color arena. La seguridad en el lugar es extrema y el acceso de particulares, ni siquiera de voluntarios, está permitido.

El HHS reveló fotografías y un video sin audio de su interior. En las imágenes se ven a los menores -que aparentan todos más de 12 años de edad-cubriendo sus rostros, comiendo, pintando, haciendo operaciones matemáticas, viendo televisión y jugando. Los avisos a lo largo de los pasillos son en español y la supervisión es similar a la que reina en cualquier centro carcelario. Las caminatas en fila, el silencio, las habitaciones compartidas entre seis o más y la división de género son algunas de las reglas que se deben cumplir al interior. “Estos niños tienen miedo, están solos, se sienten desamparados. Ellos no entienden las leyes de este país. Esto es inhumano y perverso”, opinó por su parte Nora Sandigo, directora de una fundación que lleva su nombre y que ha tenido contacto con al menos 70 pequeños del albergue de Homestead.

Hasta abril, la mayoría de los inmigrantes detenidos tras cruzar ilegalmente la frontera eran imputados por cargos civiles y dejados en libertad controlada mientras se resolvía su situación migratoria. En aquel mes, el fiscal general ultraconservador, Jeff Sessions, dio orden de que todos fueran procesados penalmente, medida que la administración Trump bautizó como de “tolerancia cero” con la inmigración ilegal.

El procesamiento penal implica el envío a la cárcel del procesado y la ley prohíbe tener a niños en prisión. Esta ley, llamada “Acuerdo Flores”, es un fallo judicial de 1997 que fijó que un niño no puede estar en un centro de detención más de 20 días. Con ello es con lo que la administración Trump justificaba la separación de las familias. Por eso es que los críticos afirman que el decreto firmado el miércoles no era necesario si se trataba de evitar separaciones. Hubiera bastado con dejar de perseguir penalmente a los indocumentados. Lo que hace el decreto es permitir que los niños permanezcan con los padres bajo privación de libertad. Para ello se crearán centros de detención para ese propósito. La orden pide al Pentágono, por ejemplo, que ponga instalaciones a disposición de la administración, construyéndolas también si es necesario. La sede del Departamento de Defensa ya anunció que inició los preparativos para acoger en bases militares hasta 20.000 niños inmigrantes que lleguen solos al país. Ahora, un tribunal debería derogar el Acuerdo Flores y aprobar que los niños puedan estar más de los 20 días que fija la ley privados de libertad, lo que abriría la puerta a que lo estén indefinidamente.




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Inakayal vuelve / REBOBINAR LA MARCHA DE LA MUERTE Por Sebastián Hacher








Inakayal vuelve


REBOBINAR LA MARCHA DE LA MUERTE










Hace más de un año Sebastián Hacher borda fotos del genocidio Mapuche para devolverles la luz. Las imágenes en alta calidad son de los prisioneros de la “Conquista del desierto” y las consiguió en el Museo de La Plata: la sorpresa de quienes bordan sobre ellas al ver la cara de sus antepasados es parte fundamental del proyecto #InakayalVuelve. En las vísperas del Wiñoy Tripantu - el cambio de ciclo para los Mapuche- viaja por tercera vez a la Patagonia para bordar junto a las comunidades.




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La British Library tenía casi todas las fotos online. Las bajé en una resolución media, escaneadas de forma más o menos decente. Las retoqué con photoshop, las pinté, las llevé al mejor impresor de fotos de Buenos Aires.

-Con mucho amor -dijo Gerardo Dell’ Oro, dueño y guardián del laboratorio- las podemos estirar hasta 18 por 24 centímetros.

Lo del amor fue clave. Trabajar con imágenes producidas en campos de concentración del estado argentino es delicado. Los protagonistas son los sobrevivientes de la “conquista del desierto”: las familias de los lonkos Sayhueque, Inakayal, Foyel y Chagallo. Casi todos ellos estuvieron encerrados en el Museo de Ciencias Naturales de la Plata. Las fotos fueron tomadas allí, la mayoría de las veces para estudiarlos.

Dell’Oro las imprimió en el papel más delicado que tenía: algodón de 300 gramos. Quedaban hermosas, pero me parecían pequeñas. Recurrí a quienes creía me podían ayudar para conseguirlas en mejor resolución. No hubo caso. Me resigné a que el material era eso: lo que había conseguido en Internet.

Pasé varios días trabajando con cada foto en el taller de bordado de Guillermina Baiguera. Al principio no sabía muy bien para qué las bordaba. Las miraba largo rato, les prendía una vela, cantaba para ellas, inventaba rituales. Entendí lo que estaba haciendo mientras lo hacía: las había pintado para sacarlas de la oscuridad en las que fueron tomadas. Bordaba sobre ellas para devolverles la fuerza que les habían robado.

Hice el proceso completo sobre doce fotos. A mediados del año las expusimos en el Centro Cultural Matienzo, en una muestra que compartimos con Mariana Corral. Publiqué una crónica en Anfibia para contar el proceso y pensé que todo ser terminaba ahí. Nada que ver.






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El primero que me habló del relato de Katrülaf fue el escritor Adrián Moyano. Katrülaf es uno de los sobrevivientes: contó su historia en 1902, en una casa de La Plata que compartía con otros paisanos que también habían pasado por lo mismo. Del otro lado lo escuchaba el antropólogo alemán Lehmann Nitsche. Su testimonio estuvo decenas de años en un archivo hasta que lo descubrieron distintos académicos y lo tradujeron al español.

Katrülaf narró toda su vida y se detuvo en la marcha de la muerte: la larga caminata a la que fueron sometidos los prisioneros luego de rendirse en Fortín Villegas. ¿Cuantos kilómetros caminaron? ¿Cuántos murieron en el camino? No hay números exactos, pero las distancias y las penurias fueron largas. En algunos pueblos del sur todavía quedan los restos de los campos de concentración en los que los encerraban. Hay historiadores que trabajan sobre el tema y todavía se escuchan algunos relatos orales. En Carmen de Patagones los cargaron en barcos y los llevaron hasta Buenos Aires. De allí, al Tigre, a la Isla Martín García y a algunos al Museo.

Mientras Adrián me contaba la historia lo pensé por primera vez. Me imaginé recorrer todo el trayecto de vuelta, hacer el camino inverso al que hicieron aquellos prisioneros.¿Sería posible rebobinar esa marcha de la muerte? 

Esa noche soñé que lo hacía, y que a medida que avanzaba sembraba hombres de madera que mojonaban el camino. Más tarde supe que eran chemamulles, las primeras estatuas Mapuche que señalaban los lugares sagrados.

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¿Cuantas sincronías puedan darse juntas? A principios de noviembre la comunidad Epu Lafken nos invitó junto a Mariana a llevar la muestra a Los Toldos, provincia de Buenos Aires. En la muestra había un hombre de barba, con leve aire a Rick Grimes, el líder de la resistencia en The Walking Dead. 

El falso Rick miró las fotos con detenimiento, parándose un tiempo largo ante cada una.

-Soy Máximo Farro -se presentó-. La muestra me conmueve porque me interpela. Trabajo en el archivo del Museo de La Plata.

Mientras comíamos el lechón con el que nos recibieron, me contó que las fotos eran accesibles en alta resolución. Habló de gigantografias, de muchos megas. Lo invité a volver con nosotros en el auto. Yo tenía la fantasía de ir hasta La Plata, pasar por el museo y que me muestre los archivos, pero era domingo.

Unos días más tarde llegó Adrián a Buenos Aires.

-En septiembre -dijo- se cumplen 130 años de la muerte de Inakayal. Queremos hacer una muestra en Bariloche con las fotos bordadas.

Conseguir las fotos en un tamaño decente. Llevarlas al último lugar donde Inakayal y su gente cabalgaron libres. Hacerlo rebobinando el camino de los prisioneros. De eso se trata #InakayalVuelve.






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Los primeros archivos que pedí en el museo fueron los retratos de Inakayal. Son dos imágenes: frente y perfil, como dos fotos de prontuario. Me llegaron por mail. Eran dos jpg de más de cinco megas, casi un milagro.

En la foto en alta resolución encontré detalles que antes no estaban. Inakayal tiene el pelo cortado a cuchillo por debajo de las orejas, el bigote mal afeitado y una enfermedad en los ojos: las tres cosas se repiten en los prisioneros. El saco le queda grande y tiene una camisa desarreglada, quizás puesta para la ocasión. La imagen está sin retocar. 

Primero trabajé en los niveles: levantar los grises, el contraste, los blancos. Y después en el color. Cuando una foto es buena y se encuentra un tono de piel realista, colorearla es un encuentro poderoso.

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Imprimí en 50×60 centímetros. La foto queda hermosa, imponente, pero el tamaño plantea un problema técnico. ¿Cómo bordar sobre una foto tan grande? En piezas pequeñas, las fotos se dan vuelta una y otra vez para completar un punto. En fotos de este tamaño, hacer eso sería destruirlas.

En un un taller de telar la genia de Milagros Álvarez Colodrero me leyó en voz alta los diarios de Emma Reyes, una artista colombiana que se formó bordando en un convento. El primer trabajo de Emma fue de asistente. Ella se recostaba bajo el bastidor sobre el que se bordaba. Las monjas pinchaban la tela, ella recibía la aguja y debía devolverla por el lugar donde se completaba el punto. La escena terminó por iluminar cómo sería el proceso. Cuando salí de esa clase, escribí:

“Para poder manipularla y bordar sin dañarla, una foto de ese tamaño tiene que ser montada sobre un bastidor de madera que la mantenga fija y la proteja. Esto dificulta que sea bordada por una sola persona. La técnica correcta para hacerlo es poner el bastidor de forma perpendicular a la mesa y trabajar entre dos: un bordador o bordadora de cada lado. Mientras la que está frente a la foto introduce la aguja de un lado, la segunda la recibe y la devuelve para completar el punto. La técnica al principio resulta desconcertante -el bordado suele ser un trance individual- pero con el correr de los puntos la actividad se convierte en una especie de danza”. 

Si bordar una foto es un diálogo con la memoria de la imagen y una forma de liberar lo que quedó encerrado en ella, hacerlo en una danza colectiva permite que el proceso se vuelva mucho más poderoso. El diálogo que se establece es con la imagen de frente y de perfil, pero también es necesaria una sinergia fina entre las dos personas que manejan la aguja. Además de coordinar la entrada y la salida del punto, ambas personas deben regular la tensión del hilo de la misma manera -el bordado sobre papel de algodón es un muy delicado- y cuidar de no dañar la imagen con las manos. Si bordar es acto de belleza, dejar que lo hagan otros y otras es un camino que no tiene vuelta atrás.






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Llevo las fotos en una caja de madera que tuve que fabricar a medida para poder despacharlas en el avión. La cargo en el baúl de un auto ajeno y viajo por distintos pueblos. Empiezo a orillas del Río Azul, en Lago Puelo. Luego El Bolsón, Paraje Foyel, Bariloche. Y más tarde en Los Menucos y Maquinchao con Lof Ñanco Nehuen y en el espacio Emi Kolilaf en Ingeniero Jacobacci. En algunos lugares bordo con amigos y amigas de manera individual. En otros lugares me esperan comunidades enteras.

Intento explicar lo que hago. No me sale muy bien. Hasta que no abro la caja y saco las fotos, siento que nadie entiende nada. Recién cuando los ojos de Inakayal brillan frente al interlocutor de turno empieza a generarse algo.

Registro las reacciones de los participantes de cada jornada:

Referente político Mapuche curtido por la vida del campo, el trabajo manual: contiene el aire. Se queda diez minutos en silencio. 

Mujer anciana de edad indefinida: la acaricia con la palma de la mano, como dando una bendición. No quiere dejar de bordar. Nadie se anima a pedirle su puesto.

Niña de doce años ausente en su celular: bordado preciso, sostenido. Trabaja con la misión de avanzar rápido.

Albañil de treinta y pico, remera de un grupo punk, pañuelo en la cabeza. Borda y se ríe. Contiene la fuerza en cada puntada. Le gusta.

Empleada doméstica de pañuelo negro en la cabeza: empieza tímida pero levanta la mirada. En algún momento se va de forma misteriosa y vuelve con una bolsa de tortas fritas.

Militante campesina, 75 años, problemas de miopía: le pide a la nieta que la ayude para ver donde van los puntos. Orilla las perforaciones, la mano floja pero experta.

Hombre de apellido Mapuche tradicional que lleva un chivo en su camioneta: escucha la propuesta de bordar y escapa.

Dos maestras y un militante cristiano: silencio profundo después de bordar una tarde entera.

Una tejedora. Un escritor. Un abuelo de ochenta y cinco. Un antropólogo de ciudad. Un militante de base. Una ceramista. Una cantante Mapuche. Una familia entera en Paraje Foyel.






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La foto de Inakayal en alta resolución impacta: es como ver la foto de un pariente del que siempre te hablaron pero al que nunca viste. Lo que suelen circular son fotocopias de mala calidad, imágenes pixeladas. La foto que reproduce los rasgos permite la identificación. Me hace acordar a mi abuelo. Es parecido a mi tío. Es igual a la foto que le hicieron a mi papá antes de que lo desalojaran.

Yo mismo me encuentro con sorpresa frente a la foto del lonko Foyel. Nunca lo había visto así: cada arruga, las bolsas debajo de los ojos, la cara de cansancio. Me hace acordar a los lonkos que conocí a fines de los 90, en mis primeros viajes al sur. Foyel es un personaje casi mítico para mí; compañero en las buenas y en las malas de Inakayal, hombre poderoso y valiente, lo veo casi como a un héroe. Y ahora me lo encuentro así, sin poncho, mirando la cámara de frente.

¿Qué te pasó en los ojos, Foyel? ¿Qué son esas nubes grises? ¿De qué color las pinto? ¿Por qué ese labio apenas mordido, ese gesto de contraer la mandíbula, como queriéndote meter hacia adentro de vos mismo? ¿Quién te cortó la melena de esa forma, igual que hicieron con tus compañeros? Prometo bordarte un poncho hermoso. Pero también prometo otras cosas. Cada reacción ante las fotos reafirma una misión nueva: hay que dejar una copia para cada persona que participe del bordado, expandir la imagen como un virus.

La mejor manera de hacerlo tiene un nombre extraño: Van Dick Brown. Es una técnica del siglo XIX que revela las imágenes usando la luz del sol. La idea es copiarlas mientras la gente borda: usar la luz del sol y el agua de cada lugar. Montar un proceso para terminar de devolver las fotos al lugar de donde nunca tendrían que haber salido.

En Jacobacci, una mujer acaricia la foto mientras la revela. Más tarde me contará:

-Le hablé, le pedí que me mostrara lo que yo necesito ver.

La imagen quedó hermosa: el proceso alquímico está en marcha.






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Hace unos meses tomé clases de Mapuzungun en Buenos Aires. Había escuchado decir que aprender la lengua implicaba cambiar la forma de mirar el mundo: no se puede entender la espiritualidad Mapuche sin entender el idioma.

Aprendí a saludar, a presentarme y un poco de la lógica de cómo se construyen las palabras.

El mapudungun es una lengua viva, cambiante:

-Hablarla es habitar otro pensamiento -dijo una mujer al inicio de una de las jornada de bordado.

Mientras trabajamos escuchamos música Mapuche: cantos tradicionales, pero también reggaeton. En las conversaciones se cuelan palabras y algunas frases en la lengua originaria. Usarla es un forma de mantenerla viva, de recuperar la propia historia. Uno de los pibes que borda me cuenta que su padre solía cantar en Mapuche solo cuando estaba borracho: que ellos creían que estaba loco, pero ahora entiende que era el único momento en el que podía conectarse con su raíz. Una me cuenta que su abuela cantaba mientras bordaba, pero que recién ahora entiende que aquello que su familia consideraba un síntoma de delirio era en realidad un ülkantun.

A la vuelta de la última jornada de bordado, luego de varios días de estar por ahí, manejo solo varias horas por la línea sur. Quedo en estado de shock de tanto escuchar hablar Mapuche. Como si volviera de una ceremonia muy larga.

-Que nadie te saque ese estado -dice Adrián cuando le cuento.

Ese estado me dura varios días, hasta que la vida cotidiana lo diluye. Antes de que se vaya del todo decido invertir todos mis ahorros en comprar más fotos en el museo, pintarlas, imprimirlas al mayor tamaño posible. Me gustaría hacer gigantografías y bordarlas por toda la Patagonia. 

Y tengo otro objetivo nuevo. Ya no solo quiero bordar y copiar fotos. En septiembre hacemos una muestra en Bariloche con el Espacio de Articulación Mapuche. Antes de hacerla quiero reconstruir las placas de vidrio, hacer réplicas exactas de las originales. Rebobinar también el camino que hicieron las fotos, devolverlas de manera simbólica al Nahuel Huapi. Todavía no se como ni con qué recursos. Habrá que atender las señales y confiar.














  • Sebastián Hacher

    CRONISTA

    Sebastián Hacher caminó por más de tres años La Salada y alrededores: publicó Sangre salada, un libro de no ficción sobre el mercado informal más grande de América Latina. Hacher, chico de colegio salesiano, adolescente viajero y explorador, dejó en los noventa la casa paterna en Ciudadela para partir a Neuquén como activista luego de los piquetes de Cutral Có, se convirtió en periodista en Indymedia y, después de un paso exitoso por la fotografía, se le dio por la pluma y la palabra. Ver más
http://www.revistaanfibia.com/




OPERACIÓN BARBAROJA: LA INVASIÓN NAZI A LA URSS Por Matías Gali / A 77 años









A 77 AÑOS


Operación Barbarroja: la invasión nazi a la URSS








El 22 de junio de 1941 el relámpago nazi golpeó con todas sus fuerzas las puertas de la burocratizada tierra de los soviets. ¿Qué salvó a la Unión Soviética y al mundo de un triunfo fascista?





El imperialismo, un titánico matadero industrial


No fue el "mal", ni un hombre maléfico, ni las buenas intenciones de unas naciones "democráticas" y libertadoras contra otras fascistas y opresoras. Fue la propia naturaleza de las potencias imperiales, y sus capitalistas, que llevó al mundo a su más extraordinaria carnicería en pos de una distribución de los negocios y mercados mundiales, la lucha anárquica por asegurarse mayores ganancias, la que empujó a las grandes potencias a saldar un reparto inconcluso tras la primer gran guerra. Y así como en la anterior, fueron sus ideólogos los que le aseguraron a los trabajadores del mundo que sería la última: la guerra que acabaría con las guerras "sólo" exigía al obrero su sangre para defender los "intereses de su nación", enfrentándolo en la arena de batalla con su par extranjero. Pero lejos de ser una contienda (sólo) entre naciones, la Segunda Guerra Mundial fue una verdadera guerra de clases, y a la hora de aplastar a las grandes huelgas, levantamientos y resistencias obreras, ni los fascistas, ni los "democráticos" ni los estalinistas ahorraron plomo y esfuerzos. Pero eso quedará para una futura nota. Veamos que pasaba en la URSS.

La URSS maniatada desde adentro

Corría el año 1941. El cambio de década amaneció ensangrentado. Las cruentas purgas de Stalin y la burocracia gobernante de la URSS se llevaron a los viejos dirigentes de la revolución de octubre de 1917 (incluyendo asesinatos fuera de la URSS como al mismo Trotsky en México un año antes), a los jóvenes, los mejores hijos de la revolución, críticos y opositores de todos los niveles. También a los generales y veteranos del Ejército Rojo de Lenin y Trotsky. De esta forma el estalinismo intenta cortar los hilos de continuidad de la tradición revolucionaria en su afán de reducir las enormes tensiones y riesgo a una revuelta social dentro de la URSS capaz de voltear a su casta de burócratas y reinstaurar la democracia obrera. La ejecución de Tujachevsky, cerebro del ejército es acompañada por las cabezas del 90% de los altos mandos, curtidos durante la dura guerra civil y las contiendas contra 14 ejércitos invasores, sustituidos por arribistas e incompetentes, serviles al aparato burocrático.

Ya en 1939 quedó demostrada la terrible incapacidad militar del Ejército Rojo en la llamada Guerra de Invierno, en donde la URSS invade Finlandia logrando finalmente algunos objetivos pero con un saldo de alrededor de 48.000 bajas en una operación desastrosa, y perdiendo el apoyo del pueblo finés por su política burocrática y despótica.

Hitler y la apertura del Frente Oriental

Con posterioridad Hitler declararía: "cuando comencé la Operación Barbarroja, abrí la puerta de un cuarto oscuro, sin visibilididad". Los nazis, como los británicos o los norteamericanos calculaban que le llevaría a la poderosa Wehrmatch (las FFAA de la Alemania nazi) entre 3 y 8 semanas doblegar y conquistar la URSS. Esta subestimación del enemigo se debe en parte a la falta de información precisa del Estado Mayor nazi acerca de la capacidad de rearme soviética así como una profunda ignorancia sobre la moral de un pueblo que, aunque degradada y corroída por su burocratización, consideraba a la URSS como SU república y se negaba a ser una colonia alemana.

La Operación Barbarroja sufrió algunos contratiempos. La avanzada de la Luftwaffe (fuerza área alemana) sobre las islas británicas no logró derrotar al Reino Unido, y además, con una lógica aventurerista, Mussolinni, el "duce" de la Italia fascista aliado de Alemania, arriesgó posiciones en el norte de África y Grecia que obligaron a Hitler a intervenir y destinar fuerzas en estos frentes.

Hitler temía la posibilidad de combatir en un frente oriental y otro occidental simultáneos, y para evitar esto en parte necesitaba un tratado de paz con los ingleses. Además era plenamente consciente del inconmensurable potencial industrial y militar norteamericano (que se armaba y preparaba para entrar en combate), y sin la conquista de Rusia y sus recursos no sería lo suficientemente fuerte como para poder vencer al poder del "nuevo mundo". El destino del mundo se jugaba en territorio soviético.

El 22 de junio de 1941 tres grupos de ejércitos alemanes (norte hacia Leningrado, centro hacia Moscú y sur hacia Stalingrado) iniciaron su blietzkrieg (guerra relámpago, consistente básicamente en el avance veloz sobre el territorio y las tropas enemigas encabezada por el cuerpo de blindados) sobre la URSS. El tridente nazi avanzaba con decisión.

La guerra relámpago y "el Jefe" cabeza de avestruz

La invasión tomó por sorpresa a Stalin. El brillante espía soviético en Japón Richard Sorge ya había advertido al "Jefe" sobre la inminencia del ataque. Detrás de las líneas enemigas, el director de la Orquesta Roja (red de espionaje soviética) en territorio nazi, Leopold Trepper también había anticipado el ataque. El burócrata georgiano se negó a creer en esta información y confió en que Hitler no rompería aún el pacto de no-agresión entre la URSS y Alemania. Intentó evitar con todo tipo de maniobras políticas/diplomáticas involucrarse en la guerra, incluso maniatando a las secciones del partido comunista de distintas naciones, cuando no traicionando abiertamente procesos revolucionarios como el de España. Su meta: lograr el visto bueno de las potencias y evitar involucrarse en el conflicto. Su temor: que la guerra produjera un levantamiento de masas que arriesgara su posición como casta gobernante; incluso una revolución triunfante en otro país podría desencadenar el malestar insoportable y provocar el estallido.

Hitler olió su miedo y la desmoralización del Ejército Rojo decapitado y arremetió. Las tropas germanas avanzaron despedazando a los rojos que se retiraban desordenadamente. Durante diez días Stalin desapareció. Luego lanzó un mensaje radiofónico instando a la población a realizar la "brillante" táctica de "tierra arrasada" (que consiste en quemar y destruir todo, emigrar para no dejarle nada a los invasores), y mudar parte de la industria pesada a los Urales.

Así, con miles de bajas, tanques destruidos, casi medio millón de prisioneros, la fuerza aérea diezmada (el grueso de los aviones soviéticos fueron destruidos en tierra), los alemanes dieron por derrotado al Ejército Rojo a casi un mes de iniciado el ataque. Pero el "cuarto oscuro" al que entró el führer depararía muchas sorpresas.

La tenaz y heroica resistencia obrera: ¡No Pasarán!

No fue la vastedad del territorio soviético, ni la cruenta helada lo que derrotó a los nazis en la URSS, si bien fueron factores que operaron en su contra. El esfuerzo colectivo del pueblo soviético, ya sea en batalla donde murieron más de 3.000.000 de combatientes (de los 20.000.000 que cayeron a lo largo de la Segunda Guerra), o en las fábricas que produjeron el "milagro" de reconstruir los aviones, blindados y municiones dejando literalmente la vida en las líneas de producción en muchos casos, fue el factor decisivo.

A la disciplinada y experimentada Wehrmatch y sus generales se le plantó un pueblo decidido a detenerlos hasta las últimas consecuencias. Se formaron milicias obreras en las ciudades donde los escombros de los bombardeos oficiaban de fortalezas peleando metro a metro con escaso armamento pero con una moral inquebrantable. En los bosques y zonas difíciles las guerrillas de partisanos atormentaban permanentemente a los regimientos alemanes. La ciudad de Leningrado por ejemplo sufrió un sitio de casi tres años, muriendo más de 1.000.000 de habitantes de hambre y frío.

Los llamados aliados, apostando al desgaste mutuo entre Alemania y la URSS aportaron una modesta ayuda de provisiones y en menor medida equipos y municiones jugándose a dilatar lo más posible los enfrentamientos y maximizar las pérdidas de ambos bandos.

La resistencia en ciudades como Sebastopol y Rostov, empezaron a mostrar que no está vencido quien pelea, para pasar luego a las victorias en Moscú y Stalingrado. Después de esta última la iniciativa pasaría al bando soviético hasta la batalla de Kursk, donde tras su derrota, a las tropas del führer sólo les queda retroceder desgastando al Ejército Rojo en un interminable camino hacia Berlín.

El final es algo conocido. Las tropas soviéticas llegan a Berlín antes que los Aliados, y ante la inminente caída Hitler se suicida. La Gran guerra llega a su fin, no sin nuevas matanzas, como la de Dresde en el avance aliado hacia la capital alemana, los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, o la "pacificación" en Grecia e Italia de los obreros sublevados, pero eso también quedará para un nuevo artículo.





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