miércoles, 21 de septiembre de 2016

EL JUEGO DEL GRAN BONETE CON MALVINAS Por Nicolás Lantos




El presidente Mauricio Macri habló durante unos 15 minutos en su primer discurso ante la Asamblea General de la ONU.
Imagen: DyN




› MACRI ASEGURO QUE LA PRIMERA MINISTRA BRITÁNICA HABÍA ACEPTADO DIALOGAR DE SOBERANÍA PERO MALCORRA LUEGO LO RELATIVIZO


El juego del Gran Bonete con las Malvinas

El entredicho relegó su discurso. Macri contó que había acordado un diálogo por la soberanía. “No es un acuerdo”, dijo Malcorra.



Por Nicolás Lantos

Página/12 En Estados Unidos
Desde Nueva York



El primer discurso del presidente Mauricio Macri ante la Asamblea General en las Naciones Unidas quedó relegado a un segundo plano luego de las idas y vueltas generadas en torno al supuesto inicio de un diálogo formal con el Reino Unido por la soberanía de las islas Malvinas.

Según aseguró Macri, la flamante primera ministra británica, Theresa May, se acercó a saludarlo durante el habitual almuerzo de jefes de Estado que tuvo lugar al mediodía en la ONU. “Le dije que estoy listo para comenzar un diálogo abierto que incluya, por supuesto, el tema de la soberanía sobre las islas. Me dijo que habría que comenzar a conversar”, reveló Macri a la salida de la sede, en un breve contacto con la prensa. Pero, al cierre de esta edición, el gobierno británico no había realizado ninguna declaración confirmando o desmintiendo la apertura de negociaciones. En cambio, quien salió por la noche fue la canciller Susana Malcorra, en el papel de bombero a bajarle el tono a las afirmaciones presidenciales. “Por supuesto la primera ministra dijo que se encontrarían, pero no es que se habló de una hoja de ruta, o dónde van a ser los próximos pasos, que este tema esté cerrado y arreglado y avanzado”, interpretó, para concluir: “No es un acuerdo para avanzar en el tema de la soberanía”.

“Reitero nuestro llamado al diálogo, como mandan tantas resoluciones de esta organización, para solucionar amigablemente la disputa”, dijo Macri en el breve pasaje que le dedicó al tema durante su primer discurso ante la Asamblea General, llamando a establecer entre Buenos Aires y Londres “una relación bilateral que puede y debe ser mutuamente beneficiosa”. La premier inglesa no aceptó la reunión bilateral que buscaba con entusiasmo la cancillería argentina, aunque sí hubo tiempo para un saludo informal durante el almuerzo de jefes de Estado, sin foto ni declaración conjunta.

De acuerdo a la versión de Macri, durante ese breve diálogo lejos de las cámaras, May dio el visto bueno para iniciar conversaciones con un temario amplio que incluya la soberanía, algo que, de concretarse, marcaría el anuncio más importante en este tema desde la guerra de 1982. Por eso, se esperaba para hoy una confirmación desde Downing Street y más detalles sobre los alcances de este principio de acuerdo, pero Malcorra se apresuró anoche a bajar las expectativas sobre algo que había sido un contacto “informal”. “Puede que no lleguemos a nada, que avancemos en algunos temas y otros no o que nos tomen años. Es una señal de disposición de dialogar”, remarcó.

El antecedente inmediato de este anuncio había sido la controvertida declaración conjunta realizada por Malcorra la semana pasada con el vicecanciller británico Alan Duncan en la que Argentina se comprometía a “adoptar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos”. Ese primer acuerdo siguió ayer generando rechazos en la oposición, pero también posiciones encontradas en el oficialismo que obligaron a Malcorra de adelantar su disposición a ir a dar explicaciones al Congreso (ver página 9).

Además de su pedido por el Atlántico sur, en su discurso, Macri reclamó “mayor colaboración internacional” para esclarecer los atentados a la embajada de Israel y la sede de la AMIA –aunque sin mencionar a Irán–, y prometió ampliar la ayuda de Argentina a refugiados sirios y de otros países de Medio Oriente. También habló explícitamente acerca de la nominación de Malcorra, quien lo escuchaba desde las sillas correspondientes a la delegación argentina, para suceder al secretario general de la ONU, el surcoreano Ban Ki Moon, quien ayer dio apertura a la Asamblea General por última vez.
En campaña

El argentino fue uno de los oradores de la primera mañana de la Asamblea, un prime time por el que pasaron el flamante presidente brasileño Michel Temer, quien aprovechó la apertura de la sesión para justificar el golpe de Estado institucional contra la ex mandataria Dilma Rousseff; el local Barack Obama, que se despidió de la ONU con un encendido alegato de neto electoral sobre la situación en el país; Petro Poroshenko, de Ucrania, un Estado que resume los conflictos entre la OTAN y Rusia; Francois Hollande, de Francia, en el epicentro de la nueva ola de ataques terroristas de la Jihad en Occidente y el propio Ban Ki Moon, antes de encabezar un almuerzo con todos los jefes de Estado.

Los primeros minutos del mensaje de Macri, en la tónica de sus discursos del lunes ante la Iniciativa Global Clinton y la Bolsa de Nueva York, parecieron un discurso de campaña. “En la Argentina nos hemos planteado como horizonte tres grandes objetivos: la primera meta es avanzar hacia pobreza cero”, “el segundo objetivo es derrotar al narcotráfico”, “la tercera meta es unir a los argentinos a través del diálogo, el respeto a la ley y el fortalecimiento de la democracia”. Luego repasó logros de su gestión, sin números: “Normalizamos la macroeconom?a, comenzamos a fortalecer las relaciones con nuestros vecinos, y nos estamos vinculando de forma madura con el resto de los países y los organismos internacionales”.

Fue un texto con el que el Presidente buscó deliberadamente mostrarse diplomático, aunque para eso tuviera que decir cosas que jamás diría ante otras audiencias: “En los últimos años Latinoamérica hizo grandes esfuerzos para reducir la pobreza, gracias a políticas sociales robustas y a las condiciones económicas internacionales muy favorables”, dejó caer, aunque más no fuera como preparativo para gatillar una queja: “Hoy el contexto es diferente pues todos los países hemos visto disminuir nuestro crecimiento y el comercio global muestra un desempeño magro”, señaló.

En un sobrevuelo, habló del desafío del cambio climático y de la crisis de desplazados en Medio Oriente, dos temas fuertes de coyuntura en este 71º ciclo de la Asamblea General. Respecto al tema medioambiental, llamó a ratificar el Acuerdo de París para que entre en vigencia y destacó el trabajo que se está haciendo en el país en materia de energía renovable. Cuando se refirió a “la problemática de los refugiados”, prometió “ampliar la recepción de los refugiados de Siria o de sus países vecinos, privilegiando a grupos familiares con niños”.

Luego, aprovechó una reivindicación de la igualdad de género para hacer un proselitismo por Malcorra en la candidatura para la ONU. “Estamos trabajando para que la mujer tenga las mismas oportunidades que los hombres”, dijo. Y agregó: “En ese sentido, quiero agradecerle el apoyo que ha recibido nuestra canciller para la secretaría general de Naciones Unidas”. Citando, probablemente sin saberlo, un discurso de Cristina Fernández de Kirchner en el mismo auditorio, completó: “En el siglo XXI tener a una mujer al frente de esta organización sería un ejemplo alentador”.

También se refirió al “extremismo radical” que “amenaza inocentes y a poblaciones vulnerables”, e hizo una rápida mención a los ataques “en 1992 y 1994”, dando, al menos en la superficie, continuidad a una política de Estado instalada en la ?ltima década. El pedido de “mayor colaboración internacional para su esclarecimiento y castigo a los culpables” fue mucho más ligero, e incluso polisémico, comparado con los extensos alegatos sobre el tema que hicieron CFK y Néstor Kirchner cuando les tocó hablar en esa cita.

El discurso de Macri concluyó con una cita medio traída de los pelos al Papa Francisco –”Estamos juntos en esta casa común, que tenemos que cuidar y en la que tenemos que convivir en paz”– y un reconocimiento a Ban Ki-moon por su labor al frente de la ONU.

Fueron apenas unos segundos por encima de los 15 minutos, lo que sugiere las Naciones Unidas que deben durar los discursos, pero bastante menos del promedio de lo que suelen hablar los mandatarios en ese estrado. Le alcanzó para dejar una imagen sobria ante un auditorio global y mostrarse como referente centrista en una región en tiempos de cambios. Hoy tendrá su última jornada en esta ciudad, en la que podrá volver a dedicarse a su actividad favorita: buscar inversiones, antes de embarcarse por la tarde en el avión privado que alquiló para regresar a Buenos Aires.



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