martes, 8 de noviembre de 2016

NEOLIBERALISMO, RELACIONES QUE ENFERMAN Por Rubén Dri


artículo destacado






Neoliberalismo, relaciones que enferman


Las relaciones que predominan en una sociedad construida por el neoliberalismo son relaciones de muerte, enfermizas, en las cuales el otro es un potencial enemigo. La articulación entre el gobierno de Cambiemos, un sector de la justicia, sectores económicos y el conglomerado de medios hegemónicos, dan la batalla por afirmar el control social a través del temor y la desesperanza.



Por Rubén Dri*

(para La Tecl@ Eñe)


En los relatos evangélicos se narran muchos episodios de curaciones aparentemente producidas por Jesús, el campesino galileo de Nazaret. Uno de los más célebres de esos episodios es el narrado por Marcos al inicio mismo del relato evangélico.


“Al entrar de nuevo en Cafarnaúm días después, se supo que estaba en casa. Se juntaron muchos, de suerte que ya no cabían ni siquiera en el vestíbulo ante la puerta. Y les predicaba la palabra. Y vienen trayendo a él un paralítico, transportado por cuatro. Y no pudiendo llevarlo ante él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde se hallaba, y habiendo hecho una abertura, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Y viendo Jesús la fe de ello, dice al paralítico: “Hijo, tus pecados son perdonados”. Estaban allí sentados algunos de los escribas, y cavilaban en sus corazones: ¿Por qué éste habla así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar los pecados sino uno solo, Dios? Y al punto, dándose cuenta Jesús en su espíritu que así cavilaban dentro de sí mismos, les dice: ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: ´son perdonados tus pecados, o decir: Levántate, toma tu camilla y anda? Pues para que vean que el Hijo del Hombre tiene potestad para perdonar pecados sobre la tierra, dice al paralítico: ´Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa´. Entonces se levantó, y al instante tomó la camilla y salió delante de todos, hasta el punto de asombrarse todos y glorificar a Dios diciendo: “Nunca vimos tal cosa” (Mc 2, 1-12).

Cafarnaúm era la ciudad donde se encontraba la casa de Pedro que se transformó en el centro de la actividad de Jesús. Atraídos por sus liderazgo los sectores populares, formados en su mayoría por campesinos, se agolpaban para ver, escuchar y si fuera posible tocar al líder, o sea, al profeta.

Normalmente se interpreta el episodio atribuyéndole a Jesús poderes taumatúrgicos, o sea, que los episodios de sanación, como el narrado en este episodio, eran obra pura y exclusivamente de Jesús.

Si nos fijamos bien en las relaciones que nos presenta el relato, podemos sacar una conclusión diferente que, sin pronunciarnos sobre dichos poderes, nos abre el espacio para una comprensión más compleja y, en consecuencia, más cercana a la objetividad de lo sucedido, en la medida en que las relaciones sociales presentan siempre un elevado nivel de complejidad.


Se dan relaciones entrelazadas de diversas maneras:

  • Las relaciones de los “escribas” tanto con Jesús, a quien acusan de “blasfemo”, como con el paralítico, el cual consideran que debe seguir siendo paralítico, porque “algo habrá hecho”; y con la “multitud” presente, a las que ven como simples cosas, objetos, que no pueden tener ningún tipo de intervención creativa.
  • Las relaciones de los cuatro amigos del paralítico con éste, al que, dándose mañas, llevan para que Jesús lo cure.
  • Las de la multitud tanto con el paralítico, con los cuatro y finalmente con Jesús, de expectativa a medio camino entre la participación y la pura expectación, y la aprobación final.
  • Las de Jesús con los escribas, a los que enfrenta, con el paralítico al que “aparentemente” cura, con la multitud a la que convoca para cambiar las relaciones y con el paralítico al que le ordena que se abandone su pasividad y “ponga lo que hay que poner”.



Para poder avanzar en la interpretación debemos tener en cuenta que el sentido del episodio, o sea, de la curación del paralítico, tiene que ser visto en el marco del proyecto político, social, religioso en que se inscribe la narración evangélica de Marcos.


Dicho proyecto tenía como meta una profunda revolución de la sociedad hebrea del siglo primero, revolución que implicaba como momento esencial un profundo cambio de relaciones sociales, porque como dice Marx en una de las Tesis sobre Feuerbach, retomando un concepto hegeliano: “La esencia humana es el entramado de relaciones sociales”. No dice que el sujeto, el hombre, o la esencia humana “tiene” relaciones sociales, sino que “es” el entramado de relaciones.

Ello significa que las relaciones “sociales”, que son a la vez, personales, amigables, familiares, sentimentales, económicas, jurídicas, políticas, no son agregados o accidentes de los sujetos sino que son “constitutivas” de los mismos. Somos el entramado de relaciones sociales.

Ello hace que la salud y la enfermedad, el vigor y la flaqueza, dependan del tipo de relaciones que nos constituyen. Pueden ser relaciones que enferman o relaciones que curan, relaciones que matan o relaciones que dan vida, relaciones que nos arrojan en el abismo de la depresión o nos alzan en las alas del entusiasmo.


Ahora podemos volver al episodio narrado por Marcos. Las relaciones entabladas por los “escribas” con el paralítico, y, en consecuencia, con la multitud y con Jesús, son relaciones de muerte. Eran las relaciones de la sociedad hebrea bajo el dominio sacerdotal y del imperio romano. En el seno de las masas populares se propalaban las enfermedades de todo tipo causadas por esas relaciones. 


Ésas son las relaciones que predominan en una sociedad construida por el neoliberalismo, relaciones enfermas, de muerte, de no reconocimiento del otro. En este tipo de relaciones, “el otro” nunca es el amigo, el compañero, sino el enemigo actual o potencial. El otro es el que me roba mi libertad, el que siempre está dispuesto a hacerme mal.

Mi libertad termina donde comienza la del otro. Son dos espacios cercados por un muro o una grieta, lo mismo da. En ese espacio nos movemos como fieras enjauladas, dispuestas, al menor descuido del otro, a saltarle en la nuca.

Mauricio Macri realizando pésimas “contorsiones” en un escenario, interpretadas como “baile”, mientras una multitud de trabajadores llena el espacio público reclamando por salarios que les permitan vivir como seres humanos, es la estampa perfecta de ese tipo de relaciones no ya sólo enfermizas, sino “mortales”.


"El Neoliberalismo genera relaciones enfermizas, relaciones de muerte. En este tipo de relaciones “el otro” nunca es el amigo, el compañero, sino el enemigo actual o potencial. El otro es el que me roba mi libertad, el que siempre está dispuesto a hacerme mal."


Los popes de la CGT que debiera ser lo que dice su sigla, “Confederación General del Trabajo”, mirando pasivamente como el exterminador va desollando a sus víctimas.

Michetti, la vicepresidenta, bajando el mensaje a los sectores populares en el sentido de que “son pobres” y que como tales deben vivir y, en consecuencia, tienen que aceptar perder los derechos que el kirchnerismo les hizo creer que tenían.

Rogelio Frigerio, el ministro, mintiendo descaradamente y en forma despreciativa, como lo hace todo el elenco gubernamental macrista, que el gobierno no tomó ningún a medida a favor de los ricos, cuando no ha hecho más que transferir todos los recursos de los pobres a los ricos.

Lanata, los Leuco, Majul, Longobardi, Morales Solá, vomitando odio diariamente por todos los poros; Bonadío, Marijuan, Ercolini, y tantos otros fiscales y jueces prestándose a ser instrumentos de muerte en manos de los dueños de todas las riquezas del país.

Neoliberalismo, relaciones enfermizas, relaciones de muerte. Milagro Sala presa por ser negra, mujer, líder que organiza y hace que los olvidaos cabecitas negras recuperen niveles superiores de vida y de dignidad.

Un sentido diametralmente opuesto tienen las relaciones, de los cuatro amigos y las de Jesús con el paralítico. Son relaciones de amor, de compañerismo, de amistad, relaciones de vida que crean un ámbito de salud, de alegría, de fiesta.

Compañeros de los movimientos sociales, de las cooperativas, de los distintos emprendimientos populares, de los trabajadores, entablan relaciones en las que fluye la vida, y la bronca se transforma en lucha y organización.

No es Jesús el que personalmente cura. Lo que hace es cambiar las relaciones que, de relaciones de muerte se transforman en relaciones de vida. Tantas veces lo comprobamos. Las concentraciones populares que realizábamos cuando el kirchnerismo era gobierno, eran todas concentraciones de vida. En ellas se forjaban nuevas relaciones, nos reconocíamos en los compañeros. Era la vida en pleno que florecía.

¿Qué transformó una celebración de vida en estos oscuros tiempos macristas? Ellos, los ricos, los que tienen el poder, sienten la necesidad de poner vallas para que el pueblo no se acerque. Se produce una situación de muerte, algo parecido al cementerio. Vallas custodiadas por todos los poderes de la muerte.

Jesús no cura, cambia las relaciones, crea un espacio formado por un entramado de relaciones vitales. Por eso, le dice al paralítico: “tus pecados te son perdonados”. Traducimos: los sacerdotes y escribas te han convencido de que estás en pecado, en falta, es decir, en malas relaciones. Te han mentido. Y para que veas y vean todos que te han mentido: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.

Con ese cambio de relaciones de abajo hacia arriba, desde los distintos espacios populares se fue gestando el proyecto de liberación. Así también hoy en la tarea de frenar el proyecto de muerte del neoliberalismo macrista.



Buenos Aires, 6 de diciembre de 2016



*Filósofo y teólogo. Autor del libro "La hegemonía de los cruzados: la iglesia católica y la dictadura militar​", Editorial Biblos, 2011





Fuente: http://www.lateclaene.com/






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