jueves, 13 de septiembre de 2018

OLLAS SÍ Por Tali Goldman

Fotos: Joaquín Salguero


ENTENDIENDO LAS NOTICIAS



Ollas sí

Por Tali Goldman





Bajo la consigna “Fuera el FMI, Basta de hambre” más de 150 mil personas organizaron ollas populares y marcharon por el centro de la ciudad. Fue una acción conjunta de los movimientos sociales, ATE y la CTA Autónoma. El título común en los medios fue “caos de tránsito”. Daisy, Paula y Dina son mujeres que se ponen detrás de las ollas para hacer frente a la situación. Aquí sus historias. Hoy el “caos de tránsito” volverá al centro para protestar por la maestra secuestrada ayer a la que le escribieron con un punzón en el abdomen: “Ollas no”.





Mientras Macri se reúne con los gobernadores para rogarles que le aprueben el presupuesto y le pide ayuda a la premier alemana Ángela Merkel teléfono; mientras Christine Lagarde todavía duda en prestarle plata del FMI para pagar los intereses de la deuda al ministro Nicolás Dujovne, que pasó la noche internado por un dolor abdominal; mientras la gobernadora María Eugenia Vidal anuncia un aumento del 15% para jubilaciones mínimas, asignaciones familiares y programas alimentarios que no alcanza para nada, miles y miles de integrantes de los movimientos populares dijeron basta. En las intersecciones de la Avenida de Mayo y 9 de julio y en todo el centro porteño 150 mil personas se congregaron bajo la consigna “Fuera el FMI, Basta de hambre”.

El día terminó con otro intento de silenciar la protesta. Esta vez violento. Una maestra del Centro Educativo Complementario (CEC) N° 801 fue encapuchada y secuestrada en un vehiculo. Le escribieron en el abdomen con un punzón: “ollas no”, según denunció Roberto Baradel, el titular del SUTEBA. Hoy los docentes se movilizarán para protestar por el brutal ataque.

“Las mujeres son las que paran la olla” es una de las frases que más se escuchan en los tiempos que corren. Y en este súper-miércoles de protestas y manifestaciones esa consigna del feminismo popular estaba frente a los ojos de todos. Decenas de ollas mezclaban el sabor de la cebolla sofrita, lentejas, arroz y fideos con el pedido desesperado de la emergencia alimentaria. Esas ollas populares son la visibilización del hambre. Cientos de mujeres revolvían para llenar las panzas de sus compañeros y de sus hijos, que ya no aguantan más la situación en sus barrios del conurbano bonaerense. Porque el pedido de las barriadas hoy, en 2018, es básico: comida.




Daisy es una de las que revuelve la olla. Es de La Matanza y mientras le agrega aceite a una cacerola enorme cuenta que vino de Bolivia hace dos años a trabajar de costurera y hoy tiene que ir a comprar ropa a La Salada porque ya no le alcanza para su hijo. O Pedro, un jubilado de 74 años también de La Matanza que su salario mínimo ya no le alcanza para su hijo discapacitado.

La jornada de protestas es parte de un plan de lucha que viene llevando adelante la CTEP, Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa: los tres movimientos sociales más importantes que a su vez nuclean otros miles de cada rincón del país. El pedido es concreto. En lo que va del año los alimentos aumentaron más del doble que el salario mínimo que sumado a la falta de trabajo y de changas, en los barrios populares las familias pasan hambre y los comedores han triplicado la cantidad de pibes y pibas que reciben.

Paula vive en Zárate y es cartonera hace veintidós años. Empezó en 2001 cuando tenía 20 y cuatro hijos chiquitos. “Tuve que rebuscármelas cartoneando en un tiempo muy difícil, no había forma acá en Zarate, me fui a capital porque era la única forma de ayudar a mis hijos”. Con lluvia o sol, Paula se subía todos los días al tren blanco que la llevaba a Capital porque era la única manera que tenía para darles de comer y comprarles un par de zapatillas. “Después de tantos años de lucha pude organizar en Zarate una cooperativa que se llama Esperanza dentro del MTE—Movimiento de Trabajadores Excluidos— donde muchos compañeros que trabajaban en la calle pudieron tener mejoras laborales. Por ejemplo conseguimos unos camiones alquilados y un colectivo para viajar a capital todos los días y seguir trayendo nuestro sustento”. Sin embargo, estos últimos años, los trabajadores de la economía popular como Paula sufrieron un retroceso feroz. “Hay mucha más gente en la calle pidiendo trabajo y más pibes en los comedores. En estos últimos años estamos retrocediendo lo que hemos ganado porque no nos alcanza, todo aumentó”. Sobre todo porque el precio del papel y de los materiales que juntan cartoneando no aumentan.




Dina Sánchez es una de las voceras del Frente Popular Darío Santillán y también coordinaba varias de las ollas. “La lucha de los movimientos sociales nace en la década del 90, empezamos a salir a protestar en un panorama parecido al de ahora. La lucha de los movimientos sociales siempre estuvo, el tema es que cuando asume este nuevo gobierno la situación se fue empeorando. En primer lugar no cumplieron con sus promesas de campaña como pobreza cero”. Y agregó: “Tenemos 8 millones de niñes pobres, la plata no alcanza y el ajuste lo pagamos los pobres. La lucha se ha ido agudizando. Las organizaciones sociales estamos todo el tiempo en pie de lucha y la situación en los barrios es cada día peor y es una realidad que no se aguanta. No es algo que estamos inventando y que los movimientos sociales estamos tratando de contener a las familias pero con un estado ausente. Estamos exigiendo que nos den respuestas, no que nos digan esperemos en el 2019 que esto va a cambiar. El hambre es ahora”.

Los movimientos populares no solo marchan para quejarse, sino que el programa por Tierra, Techo y Trabajo tiene propuestas concretas como Emergencia Alimentaria, Urbanización de Barrios Populares, Infraestructura Social, Agricultura Familiar y Ley de Adicciones.




El pedido desde el escenario fue también por el presupuesto. Esteban “Gringo” Castro, secretario general de la CTEP, exigió a los gobernadores que no convaliden los números del ejecutivo y que presenten un presupuesto alternativo. Que ese presupuesto es el que pide el FMI.

Detrás de cada olla están las historias de los miles de argentinos que en tiempos de Macri la están pasando cada día peor, que seguramente nunca vieron un dólar en su vida pero que son a los primeros que afecta la suba. Son los que habían logrado hacer de sus trabajos precarizados la base de una economía popular y sustentable pero que en estos tiempos de Macri son los primeros a los que se les recorta su sustento. ¿Cuánto más se puede aguantar? Sólo ellos lo van a determinar.




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