lunes, 15 de noviembre de 2010

MASSERA: INGENIERIA DEL TERRORISMO DE ESTADO


  
Emilio Massera:
"El indulto de Carlos Saúl Menem lo dejó sin la perpetua en 1990. Recobró la libertad y volvió a quedar privado de ella cuando en 1998 fue procesado por robo de bebés. Las leyes de Punto Final y Obediencia Debida impulsadas por Raúl Alfonsín –el mismo presidente que terminó en la Argentina con el ciclo de amnistías al anular la autoamnistía militar y pedir el procesamiento de las juntas– no beneficiaron a los ex comandantes pero sí a los jefes intermedios como Jorge Acosta, Alfredo Astiz, Juan Carlos Rolón, Jorge Perrén y Antonio Pernías".



Página 12, martes 9 de noviembre de 2010.-




"La muerte de Emilio Massera dejó la pregunta de cuántos juicios, cuántos cargos y cuántas condenas debió haber recibido. El indulto, la declaración de insania, las infinitas trabas que impidieron lo que debió suceder".

Página/12, Domingo, 14 de noviembre de 2010.-





"...El mal se hace todo junto...”


"El Príncipe", de Nicolás Maquiavelo.-


El siniestro y genocida almirante ha muerto. Con él se han ido tantas verdades como crímenes llevaba sobre su fatídica presencia. 

Fue uno de los principales ideólogos del golpe cívico-militar del '76, que iniciara el proyecto económico-financiero más salvaje que se haya conocido por estas pampas: el modelo basado en el liberalismo monetario impulsado por la banca extranjera y los organismos de poder internacional, a los cuales la oligarquía en su conjunto y las corporaciones extranjeras empresariales burguesas, le fueron enteramente funcionales. Representante leal de esos intereses, Massera y sus camaradas de la Junta, instauraron el terrorismo de estado como forma de gobierno, y así y sólo así , llevaron a cabo el proyecto citado, con Martínez de Hoz a la cabeza. Para su aplicación y consolidación fue necesario barrer íntegramente con todo tipo de resistencia popular; de allí el sistemático Terrorismo de Estado, ejercido en los secuestros, torturas, vejámenes, asesinatos, desapariciones de personas y también en el robo de bebés y propiedades, como autentico botín de guerra.

Las Juntas  fueron  la cloaca estatal más patente de la historia reciente, reflejada en sus miembros y sus subordinados, por la perversidad subsastancial, que Massera supo practicar con sobreabundancia en la E.S.M.A., uno de los más  grandes campos de concentración  y aniquilación con que la dictadura genocida contó en  Argentina.

Ellos delinearon   las tétricas redes de la muerte,  pergeñando  un brutal entramado represivo que destruyó todo centro de resistencia; aniquilando fundamentalmente los de la clase trabajadora.  A la cual apretaron en su puño en los  "chupaderos", los que interminablemente fueron, la quinta esencia de la atrocidad.

De tal modo, la fábrica de asesinos y su sádica maquinaria puso en funcionamiento sus infalibles engranajes del espanto.

Nunca pudieron haberlo hecho solos! Obviamente los apoyaron y fueron sus cómplices por omisión o  por acción amplios sectores de la denominada “vida institucional”, como la Iglesia Católica del Poder: La mayor parte de su jerarquía eclesiástica y las organizaciones religiosas y seculares nacionalistas-católicas y  conservadoras, como  A.C.A (Acción Católica Argentina);  T.F.P (Tradición Familia y Propiedad), el Movimiento Cursillista (del cual Videla era miembro activo) y el Opus Dei,  entre otros.

Merece un párrafo aparte, para ser muy justos, la otra Iglesia auténticamente cristiana, que hizo la opción preferencial por los más pobres y oprimidos y que permaneció junto a ellos, sufriendo en carne propia las mismas consecuencias funestas que otras organizaciones populares; prueba de ello es el martirio del Obispo de La Rioja, Mons.  Enrique Angelelli,  el de los sacerdotes de la Comunidad Palotina de San Patricio, el de las monjas francesas Alice Dumont y Loni Duquet, y  el de muchos otros curas, religiosos/sas y laicos comprometidos con una Iglesia que en palabras de Mons. Angelelli: “para servir debía tener un oído puesto en el pueblo y  el otro en el  Evangelio".

 Indudablemente y siguiendo con quienes se sumaron y fueron participes necesarios de la dictadura, estaban  La Sociedad Rural y la prensa,  especialmente Ernestina Herrera de Noble, Héctor Horacio Magnetto, Bartolomé Luis Mitre y Patricio Peralta Ramos, dueños de “Clarín”, “La Nación”,” La Razón” y sus sucursales de difusión masiva. Así,  el  autodenominado “Proceso”,  extendió sus dominios, anclando principalmente en esos centros de comunicación con operadores capacitados especialmente en la formación de la opinión pública,  que no era otra que la mentira organizada. Periodistas del proceso como Bernardo Neustad, Mariano Grondona y otras lacras de la farándula,  se instalaron con sus programas, a través de los cuales se practicó el más vehemente control y ajuste doctrinal, en un paradigma al estilo castrense, cuyo mensaje unificado expresaba esencialmente la subordinación al orden de facto; propiciando la delación, el silenciamiento, la sojusgación, y la autocensura entre otros modos de dominación cotidiana. Todo aquello se transformó en una verdadera escuela de disciplinamiento social. 

El almirante  entonces, ramificó su programa político con vistas a  una  salida electoralista,  que le permitiese posicionarse  como el líder del futuro régimen que sucedería al Proceso en el contexto nacional. Para su épica  mesiánica, no solo  sumó  el omnímodo  poder de la Junta,   sino también,  el de distintos organismos cívicos-políticos, como ya lo apuntáramos,  en toda su amplia gama, pertenecientes a la partidocracia decimonónica nativa.  Aquí es necesario recordar,  que Massera era referente fundamental en el País   de  la organización internacional "Propaganda Due" o "P 2", logia masónica nacida en Italia en 1877 y que  asociada a las tareas de dominio económico político mundial, estrechó vínculos con el Proceso, teniendo como uno de sus miembros fundamentales a Emilio Massera, desde hacía por lo menos dos años antes del golpe.

De esta manera  se va perfilando lo que más tarde  se denominó masserismo,  que acercamiento mediante, afinó  motores con distintos burócratas sindicales y políticos, dando  a luz el engendro  intitulado “Partido  para la Democracia Social”. Y esto es sin lugar a dudas su estrategia más ambiciosa y distintiva que lo diferencia de los otros comandantes; tan genocida como ellos, pero con la perversa inteligencia que imaginó  un régimen de liderazgo personal, parado sobre "los frutos del Proceso" para la posteridad. Pretendiendo  legar,  al estilo pinochetista,  una sociedad  que no concluiría  jamás de salir de su estructura autoritaria de poder. 

Por aquella época, fuera de “las tareas” de exterminio popular, Massera está asociado al secuestro y asesinato de Helena Holmberg, agregada de prensa de la embajada de la dictadura en París, y también de dos empresarios.

Con los años el régimen iría trastocándose en una seguidilla de Juntas, unas más podridas que las otras, finalizando desgraciadamente, con la sangre de nuestros chicos en Malvinas.

Sin embargo Massera persistiría  en su afán, en enero de 1983 se candidateo para las elecciones presidenciales que marcaron el retorno de la democracia pero en junio de ese mismo año  fue detenido por la Justicia Federal por la desaparición de un empresario. La “epopeya política" de Massera se fue diluyendo…
Por último la salida democrática selló sus delirantes anhelos de sucesión en el poder. 
En  1983, cinco días después de asumir, el Presidente Raúl Alfonsín,  sancionó los decretos 157 y 158. Por el primero se ordenaba enjuiciar a los dirigentes de las organizaciones guerrilleras ERP y Montoneros; por el segundo se ordenaba procesar a las tres juntas militares que gobernaron el país desde el golpe militar del 24 de marzo de 1976 hasta la Guerra de las Malvinas. Efectivamente, fueron procesados y condenados a cadena perpetua, en el histórico Juicio a las Juntas.

El ahora ex comandante continuaría una larga y ajetreada "vida judicial", como lo referencia el artículo de Página 12  en el epígrafe de esta nota.


Un día como el de ayer, lo encontró la muerte y no pudo pactar con ella. No pudo… él que la había hecho su más preciada socia, él que era su arcángel, siempre a su disposición y a sus órdenes, esta vez impotente obedeció su último designio. Fue una muerte corriente, natural, como una especie de último privilegio que ella le asignó en virtud de los más altos servicios prestados a su causa…

En realidad lo más injusto de todo, en definitiva es que el almirante embarcó para siempre, prácticamente libre y casi impune, amparado en este estado de derecho formal y en un  Poder judicial en crisis,  heredero de ese Proceso en muchos de sus estamentos, que no terminan nunca de decantarse. Con una justicia que lo declara, al final, inhabilitado para ser juzgado... y que en verdad,  no concluyó a tiempo con Justicia,  porque no supo, no pudo o no quiso resolver definitivamente su causa,  como  sus crímenes de lesa humanidad lo exigían. Y en esto el triunfo, por ahora,  también  es de los suyos, los otros hijos de puta que aún perduran precisamente por este motivo inconcluso, refugiados en la iniquidad, vivitos y coleando.
A esos, definitivamente no hay que olvidarlos!!
                                                                                         
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Raúl Olivares
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