viernes, 21 de diciembre de 2012

"EL 19 y 20 de 2001":LA UTOPÍA REVOLUCIONARIA




El año pasado publique esta nota a diez años del 19 y 20 de Diciembre de 2001. La vuelvo a publicar porque creo que aun tiene ese valor de las palabras expresadas en tiempos de reflexión y madurez, tanto mio, como indudablemente el de la realidad que me llevó a escribirlas. Cuando veo la lista de los mártires de aquellas jornadas, pienso que en definitiva, ninguna palabra es justa...

En un intento de honrar su memoria y por Justicia, me veo a la gran distancia,  y me digo que yo solo soy el cronista de sus heroicas luchas, aquellas que no pasaran jamas.

Raúl Olivares.-


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“Ohhh, que se vayan todos,
Ohhh, que no quede, ni uno solo...” 


 “A ver, a ver,
Quien maneja la batuta,
Si el pueblo unido
O el gobierno hijo de puta"

  Cantos populares del 19 y 20.- 


Esas horas y esos días no pasaron, no lo hicieron o si fue así, solo se trata de una cuestión del tiempo y de la historia. Entre esa rebelión popular y la que continua en las calles,  aquí,  en otras latitudes y con otras personas, solo hay una diferencia: su aprendizaje en la lucha es otro y La Dignidad también es otraLa Dignidad de los hombres y los pueblos, esa misma que se plantó frente al poder y dejó su legado a quienes quieran saborear su invaluable sentido de la vida: La Utopía revolucionaria


La voz de los indignados actuales, la de los egipcios, españoles, sirios, la de los griegos, italianos, islandeses, todas ellas y todos ellos, eran un extraordinario grito anticipado en nuestras manos con piedras, en nuestras cacerolas abolladas, en nuestros compañeros resistiendo en los barrios, en las villas y en las calles argentinas. El pueblo se hartó y las condiciones de la vida material, económica social y política de la clase trabajadora,  ya no pudieron soportar al poder establecido que con la más salvaje rapiña, profundizaba una de las más graves crisis del capitalismo neoliberal de entonces. Fueron los tiempos del blindaje, del megacanje y finalmente del denominado "corralito", que en síntesis no significó otra cosa que la manera más temeraria del sistema de anunciarnos lisa y llanamente, que si no nos rebelábamos,  ellos estaban decididos a ir por todo, como al fin de cuentas,  lo intentaron hacer...





La descomposición final de la sombra de un gobierno endeble y desvinculado de la sociedad, en un Estado fallido, los enormes y jugosos intereses de la banca privada internacional y nacional, el traspaso de la deuda fastuosa de esos pulpos a nuestra costa, la anuencia de las corporaciones mediáticas como las del grupo "Clarín" entre otros, la "Banelco" en marcha como modo eficaz de "legislar" el manejo de la crisis, todo respondió aceitadamente al ajuste impuesto por los organismos imperialistas, que necesitaban mantener a flote un modelo que drenara constantemente super-rentabilidad financiera, deuda pública y fluida fuga de capitales. Este  complicado y denso entramado de la dependencia, hizo factible el estallido social, los calificados saqueos , el caos tan temido sin solución de continuidad entre nosotros... La catástrofe del terrorismo de Estado del pasado reciente y sus previsibles consecuencias, ganaban un considerable batalla en el tiempo: El macabro y cruel Proceso catapultaba sus nefastas y luctuosas consecuencias sobre un territorio sembrado de sangre, desparecidos y una incipiente democracia que no supo o no pudo resolver esa encrucijada letal de pasado y presente con impunidad. 


Cuando las gargantas de la resistencia, de la gente enardecida exclamo: "que se vayan todos", la partidocracia y el establishment ya preparaban sus próximos movimientos para desarticular y aniquilar semejante fenómeno de rebelión popular y poco a poco conducirla  a su agotamiento y progresiva disolución general. Lo que debe quedar claro es que no se estaba solo cuestionando de raíz la representatividad y legitimación del modelo, no efectivamente, aquella rebelión popular respondía más a pretender un cambio efectivo y concreto en el sistema de estructuras y en la consecuente conquista del poder, para remover a ese anacrónico y obsoleto instrumento de dominación del Estado vigente. La construcción de otro modelo con otros actores políticos y sociales, con otras metas... Ese fue al menos el propósito inicial y de fondo de un movimiento de insurgencia que se expandió progresivamente y caló profundo en la realidad y en la mayor parte de la gente. Y a esta necesidad como imperativo de esa crisis, interpeló la organización natural e  inmediata del pueblo reunido en asambleas y movilizado de manera constante.

Las gloriosas asambleas populares, las vecinales y las de los estamentos de base, se hicieron presentes en aquellas jornadas de deliberación, participación y debate como nunca se vio en el país de forma espontanea y eficaz. Lamentablemente, sumado a la urgencia  y desesperación de la hora en lo que se refiere al hambre, a la falta de trabajo, a la ausencia de salud publica, a la criminalidad de la pobreza y la carencia de políticas educativas, en definitiva, a las dramáticas y delicadas características estructurales que ya había asumido la problemática social, vinculado a ello y quizás por ello, también, cometimos el gravísimo  error de no saber o no poder esperar, de dar el suficiente oxigeno a la vetusta maquinaria política, caímos en la ansiedad, la idealización, la imprevisión y la premura que llevan a la inoperancia, propia de los movimientos sociales que se proponen proyectos alternativos de poder real. Sin una coordinadora nacional, de organización estratégica y militante, esencial para la construcción de un frente revolucionario, no pudimos avanzar más... Asimismo, es verdad que es muy difícil edificar sobre ruinas y especialmente sobre la diversidad ideológica, clasista, cultural y con estructuras absolutamente precarias, que con un entusiasmo inigualable, un fervor tipico, intentaba formar organizaciones igualitarias, pluralistas democráticas. No hubo tiempo, todo fue vorazmente emergente y critico. Muchos, contra viento y marea lo hicieron, pero con el tiempo y sin recursos, fueron subsumidos o desplazados por el mega-aparato estatal al servicio de las oligarquías neoliberales y conservadoras, que por supuesto aún gozaban de buena salud... Más allá de esto la praxis dejó su marca en todos y especialmente en las organizaciones y movimientos de base y populares que aún continúan, luchan y resisten con valor, ánimo y muchísima más experiencia,  gracias, en gran parte, a esas fechas históricas e inolvidables, que como en una avenida de sueños y pesadillas, "nos dieron" el don de ser protagonistas genuinos de nuestras decisiones personales y colectivas.
En una década ya, solo la memoria, la lucha y la justicia nos pueden enseñar. Hoy hacen falta tanto como en aquellos terribles y estremecedores días, en que por la fuerza de la verdad y la necesidad, por fin nos decidimos a patearles el tablero. Y cómo lo hicimos!!


Raúl Olivares.-
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