miércoles, 25 de mayo de 2016

ADIÓS A ADELINA DEMATTI DE ALEYE, UNA DE LAS FUNDADORAS DE MADRES DE PLAZA DE MAYO Por Gloria Pagés



Fotografías: Adelina Dematti de Alaye



Miércoles 25 de mayo de 2016 |


MADRES DE PLAZA DE MAYO

Adiós a Adelina Dematti de Alaye, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo

Falleció en el día de ayer luego de una vida entera dedicada a luchar por el castigo a los genocidas y a saber el destino de su hijo Carlos Esteban desaparecido el 5 de mayo de 1977.





Ayer por la tarde se conoció la noticia: falleció Adelina Dematti de Alaye, una de las madres que en 1977 fundaba Madres de Plaza de Mayo, en ese trágico año en el que era secuestrado y desaparecido su hijo Carlos Esteban, en la localidad bonaerense de Ensenada. Carlos fue uno de los dirigentes de la UES que encabezó la lucha por el boleto estudiantil, y trabajaba también como tornero en un taller de Berisso.

Adelina había nacido en Chivilcoy y era docente. Su pasión por la fotografía la llevó a retratar muchísimos momentos de la lucha contra la dictadura y por el juicio y castigo a los genocidas. Llevaba su cámara Kodak a todos lados, la mayoría de las veces escondida en su cintura, desde donde “apuntaba”. Así fue una de las que sacó las primeras fotos de las, también primeras, rondas a la Pirámide de Mayo. Fotografió y documentó absolutamente todos los pasos que fue dando para hallar a su hijo. Hoy Carlos continúa desaparecido, pero la investigación minuciosa que Adelina realizó constituye uno de los archivos más completos, de inigualable valor.

Expresión de esa búsqueda y de sus investigaciones es su libro La marca de la infamia en el que se detalla el entramado siniestro que operaba en el Cementerio de La Plata para enterrar como NN a los cuerpos de los desaparecidos. La investigación permite identificar el circuito morgue-policial-cementerio de La Plata como uno de los mecanismos ocultos del genocidio. Sus declaraciones fueron de suma importancia en el juicio por los crímenes cometidos en el Centro Clandestino de Detención La Cacha, donde su hijo fue visto muy lastimado.

También, gracias a sus investigaciones y a su declaración en el juicio, el entonces vicedecano de la Facultad de Medicina de la UNLP, Enrique Pérez Albizú, renunció a principios de 2014 a su cargo y después fue exonerado por las autoridades de la universidad, porque Adelina demostró que –entre el 25 de febrero y el 25 de mayo de 1977– firmó nueve registros de exámenes fraguados de cadáveres NN de personas asesinadas por los genocidas en los que hacía figurar que habían fallecido en “enfrentamientos”. Además de Pérez Albizú, Adelina dio cuenta de más de veinte médicos policiales que falsificaban actas de defunción en las que constaban falsos enfrentamientos.

La vida de Adelina estuvo dedicada a la lucha por el castigo a los genocidas y por encontrar la verdad sobre lo ocurrido con los desaparecidos. Su enorme archivo hecho a pulmón fue un punto de apoyo enorme para denunciar y encarcelar a algunos genocidas. La muerte de Adelina reactualiza la necesidad de seguir luchando contra todo intento de reconciliarnos con los que llevaron adelante el golpe y de ponerle un punto final a los juicios. Nos pone una vez más ante la urgencia de seguir exigiendo la apertura total e irrestricta de los todos los archivos que es Estado y la Iglesia tienen en su poder.





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