martes, 28 de junio de 2011

9 AÑOS SIN JUSTICIA

26 de Junio de 2002/ 26 de Junio de 2011: ¡Presente compañeros!








Hay una parábola del Evangelio que me remite siempre a Darío Santillán frente a Maximiliano Kosteki : El ejemplo del  buen Samaritano...

Un maestro de la Ley, que quería ponerlo a prueba, se levantó y le dijo: «Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?»
Jesús le dijo: «¿Qué está escrito en la Escritura? ¿Qué lees en ella?»
El hombre contestó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo.»
Jesús le dijo: «¡Excelente respuesta! Haz eso y vivirás.»
El otro, que quería justificar su pregunta, replicó: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús empezó a decir: «Bajaba un hombre por el camino de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron hasta de sus ropas, lo golpearon y se marcharon dejándolo medio muerto. 
Por casualidad bajaba por ese camino un sacerdote; lo vió, dio un rodeo y siguió.
Lo mismo hizo un levita que llegó a ese lugar: lo vio, dio un rodeo y pasó de largo.
Un samaritano también pasó por aquel camino y lo vio, pero éste se compadeció de él.
Se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó; después lo montó sobre el animal que traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo.
Al día siguiente sacó dos monedas y se las dio al posadero diciéndole: «Cuídalo, y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta.»
Jesús entonces le preguntó: «Según tu parecer, ¿cuál de estos tres se hizo el prójimo del hombre que cayó en manos de los salteadores?»
El maestro de la Ley contestó: «El que se mostró compasivo con él.» Y Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo.»
Lucas 10, 25-37




"Sólo mediante la Revolución puede realizarse el amor al prójimo".
Padre Camilo Torres.


Darío no partió, ya estaba por subir al tren en Avellaneda que lo alejaría de la masacre, sin embargo prefirió quedarse cuando vio a Maxi en el piso y "tuvo misericordia de él", se hizo prójimo del caído, que es jugarse  por el que se siente como propio, como uno mismo, y que por eso,  por eso lo que le pase ya no es un sufrimiento ajeno. No fue un impulso,  sino más bien una actitud de vida que se manifestó siempre en Darío, como lo testimonian los que estuvieron con él, y lo conocieron trabajando por los más humildes, en el barrio, en las calles.  Es en definitiva un amor extraordinariamente humano, sin medidas, sin cálculos,  como el del samaritano. Y  eso es todo en la vida, no hay más que ofrecer, no hay más que dar. Es la culminación de toda una militancia por amor a los otros.
No lo pudo dejar...  Y Maxi, que ya había sido masacrado,  esperaba por ese compañero que sabía que siempre está y estuvo. Los dos estuvieron.

Y no es casual que Jesús haya puesto en esta historia a un samaritano. Los judíos de su época, apegados a la Ley,  solo reconocían a su prójimo preferencialmente en los suyos, en los propios judíos y luego a los demás. Pero los samaritanos, que se decian descendientes del pueblo Hebreo y con los cuales tenían diferencias de credo, eran indeseables para la cultura israelita, que los marginaba integramente  y eran considerados heréticos (opuestos al dogma o doctrina de fe). En arquetipos de nuestros tiempos serian los “negros” “los villeros”, “los travestis”, “los inmigrantes”,  “los bolitas”, “las putas y los putos”, “los piqueteros”, y tantos otros más... Jesús que sabía de esta discriminación, a propósito trasciende el concepto de prójimo y ubica al samaritano como ejemplo,  revolucionando con esto  la práctica del amor autentico. A la vez  que condena, en contraste  con el samaritano, a los que saben mucho pero no tienen tiempo o dan vueltas para “bajarse del caballo” y atender al que más lo necesita.
Y siempre como en un puente entre una realidad de otra, aquel personaje del Evangelio  me recuerda a los dos. Sé que se trata de una subjetividad que ve en esta tragedia la semejanza y la concreción del mensaje evangélico.
Seguramente ante la vida ofrendada por Maxi y Darío  todas las bibliotecas se caen, todas las teorías se desvanecen, nada lo puede explicar.  Solo el amor revolucionario da respuestas,  ellos ya lo sabían en su corazón, eso también lo sé,  no hay más que decir… O sí,  solo algo, un grito en modo de exigencia, de imperativo,  que viene desde la sangre derramada… Y que cae sobre todos sus asesinos: el gobierno nacional de Eduardo Duhalde  y el de Felipe Solá., que lo ordenaron  o estuvieron en connivencia para ello,  y la bonaerense que lo ejecutó, además  la de todos los funcionarios  de ambos estados que están involucrados en la planificación del crimen  y de  su justificación!!
Para esos que nos arrancaron sus vidas, demandamos ¡¡Justicia, justicia!! Que es lo que falta todavía!!
Y que se enteren y lo sepan hasta en los pasillos más oscuros de sus palaciegos refugios de impunidad: sus banderas de lucha, las nuestras, están de pie y van de pie. No cada año, todos los días, todas las horas, todos los minutos, todos los segundos, hasta que incluso estas   mismas palabras sean borradas o se extingan porque la furia de la memoria halla sellado su destino. Y entonces, y solo entonces, sabremos con certeza que aquella Justicia al fin habrá llegado por nuestra firmeza. Y desde la única Estación de un tren de Avellaneda (que ya no llevará ese nombre,  sino el de ellos) Maxi y Darío nos abrazaran felices, como ahora,  cuando marchamos por su causa, pero en ese día de todos los días, será  un poco más, solo un poco y eternamente más.
Raúl Olivares
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