viernes, 18 de septiembre de 2015

9 AÑOS SIN LÓPEZ, 9 AÑOS DE IMPUNIDAD, 9 AÑOS DE SILENCIO OFICIAL


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"La persistencia de la impunidad es la que permite que López esté desaparecido. La responsabilidad criminal es, sin duda, de los autores materiales y políticos del secuestro.. Pero la responsabilidad política de que Julio aparezca con vida, como señalamos desde un primer momento, es de los gobiernos nacional y provincial.

El Estado, con total intencionalidad, no realizó una investigación, y cada fuerza simuló una búsqueda por su cuenta, ocultando sus pasos las unas a las otras."

Documento de Encuentro, Memoria, Verdad y Justicia a 8 años de la segunda desaparición de Jorge Julio López.-




Cuando Julio López desapareció el 18 de setiembre de 2006, el mensaje del o los grupos de facinerosos que se lo llevaron fue claro: "podemos hacerlo, seguimos organizados, no avancen más"... Un gobierno que se precia de ser democrático de verdad, con el reconocimiento de la comunidad internacional, que proclama la política de derechos humanos como uno de sus ejes fundamentales, en esa infame y terrorista maniobra de secuestro y desaparición, fue jaqueado y entre dimes y diretes, demostró que los derechos constitucionales, la libertades individuales, la seguridad de las personas y tantas otras garantías, eran imposibles de concretar dentro de un modelo condicionado, limitado como el actual. A pesar de las declamaciones, los juicios, los actos y las marchas oficiales; a pesar de los modernos programas televisivos propagandísticos, aún con la instalación de una “verdad progre”, aun así, el indispensable desmantelamiento de las estructuras de represión de las fuerzas de seguridad, policiales, militares y paramilitares, en modo muy especial el de la bonaerense, no se llevó a cabo; y Julio López fue su víctima más contundente. Si existe un icono trágico, martirizado doblemente y que interpela la ausencia deliberada del Estado, ese es Julio López.

A la fecha, y después de 9 años, la causa de Julio López, fundamentalmente, está detenida en sus propias e inherentes contradicciones burocráticas-políticas-judiciales, las investigaciones relevantes, que podrían aportar datos efectivos, recién ahora comienzan a reiniciarse con las primeras pistas. Cito un articulo publicado en este sitio web: "A ocho años de la segunda desaparición del sobreviviente del terrorismo de Estado Jorge Julio López, la investigación a cargo de la Unidad Fiscal que interviene frente a crímenes de lesa humanidad en La Plata se encamina a profundizar líneas de investigación abiertas e inconclusas en el inicio de la pesquisa, cuando estuvo a cargo de fiscales provinciales. Así se desprende del informe que el fiscal General coordinador de esa Unidad, Rodolfo Marcelo Molina, le remitió a la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad con un racconto de la actuación en la causa desde que la instrucción le fue delegada tres años después de la desaparición del testigo". Tres años después de la desaparición del testigo!!

Así se han venido desempeñando jueces y funcionarios intervinientes, pasándose la pelota unos a otros, sin querer intervenir o peor aún, no pudiendo hacerlo... Por ahora, ganan ellos... Pero en realidad, ¿Quiénes son ellos? La intrincada interrelación de los intereses de distintas facciones delictivas, de poder político-económico y los de la policía provincial, han suscitado en los últimos años con la expansión de esos negociados a nivel global, la sistematización del crimen en ascenso vertiginoso y enquistado en el mismo poder. No es un fenómeno propio, lo es a nivel mundial, las mafias están en el entrevero de los distintos aparatos coercitivos, represivos y burocráticos de ese mismo Estado. Son los mismos carniceros, torturadores y genocidas al fiel "estilo" de Camps, Echecolatz y Cía. que con la participación necesaria y la complicidad de otros sectores del Estado provincial y nacional, proclaman con la desaparición de Julio López, su funesta existencia, y con ella, la impune facultad de ejercer sin obstáculos mayores sus cometidos cuando les sea necesario. Son los servicios, que funcionan como una red paralela y autárquica y que no han podido ser doblegados para subordinarlos efectivamente a los objetivos y necesidades que la democracia requiere. "La operación" que los grupos de tareas llevaron a cabo hace ya 9 años, solo fue posible de esa manera... Cabe preguntarse entonces: Cómo es posible que el gobierno nacional haya dejado sin la debida protección a un testigo clave y de tanta importancia? O es que la ordenó y la cadena de mandos se rompió? Lo que es peor aún. Y en el caso que hace a las dos circunstancias ¿Por qué lo hizo o dejó que sucediera así? Qué privilegios tienen aún esas fuerzas siniestras del pasado reciente para transitar con tanta impunidad nuestro presente?




Dos sistemas antagónicos no pueden coexistir a la vez

Me remito a un ejemplo que la historia nos pone para aprehenderlo y no me alejo del tema. Al llegar los primeros Jesuitas a la América colonizada, conquistada por los españoles, trajeron con ellos un sistema, un estilo de vida, que definió la vida de las Culturas preexistentes organizándolas en Comunidades que se auto-abastecían y no necesitaban de la esclavitud como modo de producción. Inmediatamente este hecho impactó en la economía del régimen colonial, que vivía exclusivamente de las instituciones de la encomienda y la explotación del hombre por el hombre: la mano de obra barata-esclavizada. De tal manera, esas primeras experiencias misionales fueron progresivamente aniquiladas, y más tarde, con la irrupción del Despotismo Ilustrado-que aspiraba fortalecerse fuera de la imponente influencia de la Iglesia y del papado-más tarde, decía, determinó que la misma Compañía, los Jesuitas, fueran ipso facto, expulsados de América por orden real. Por qué? No podían convivir dos prácticas antagónicas en una misma sociedad, es una o la otra. El ejemplo histórico me remite al presente, lo veo proyectado en él lastimosamente. El complejo drama de nuestra democracia es el conflicto latente, no superado, de perversas estructuras dominantes que persisten anquilosadas aún en sus instituciones, con patrones y prácticas de la dictadura genocida, porque son parte del resabio de esa misma dictadura. La única manera de enfrentar esta verdad objetiva y superarla, es desmantelar los pliegues y repliegues que de ella han quedado. Para ello, es prioritario tomar una decisión política y llevarla a la práctica lo más a fondo posible. Porque, en este contexto, o se profundizan los cambios y transformamos la realidad en un proyecto revolucionario democrático, nacional y popular o permitimos que estos criminales, nuestros verdugos de siempre, coexistan con nosotros y les damos más oxigeno para que sigan "creciendo".


La desaparición de Julio López, es una espina enorme clavada en el medio de la columna vertebral del gobierno “K”, y un regurgitar histórico y social que no se detendrá hasta que la justicia y el castigo a los culpables lo pare definitivamente. Y esto no solo porque implique un retroceso que devela las significativas falencias de este gobierno en su estrategia de poder, sino porque a pesar de hacerse los sorprendidos como si el tema no los involucrase en lo que hace a su exclusiva responsabilidad, también lo es así, porque la desaparición de Julio López, demuestra su incapacidad en la correlación de fuerzas con el enemigo y sino la resignación de decisiones políticas que son inherentes a un auténtico cambio en el poder del Estado. Las dos posturas son inmanentes a la demagogia populista y en definitiva, también, a la destrucción de cualquier proceso que tenga a la clase trabajadora como protagonista...

La única alternativa que nos queda es la construcción de un movimiento hegemónico que acumule la suficiente fuerza social y política para enfrentar al enemigo, que no duerme y está ahí, agazapado, encubierto o camuflado, en vigilia constante, esperando cuando volver con más muerte. Por eso, es imperativo organizarnos, cimentar lo político como un hecho fundamental y cotidiano, en los barrios, las fábricas, las empresas recuperadas, los centros culturales, las escuelas, las Universidades, etc. Hay que edificar la antítesis de este paradigma de inercia y apatía, hay que consolidar la cultura de la militancia, para que sea posible ese movimiento, ese frente que desde lo real, con los intereses de todos los que lo integran, se consolide material y colectivamente. Sin esta estrategia de lucha no será viable una sólida democracia que garantice lo más elemental y sagrado: la vida, el derecho a que como Julio López, cada uno no sea atrapado en un forzoso destino que no pueda manejar, porque la libertad en términos personales y sociales siga siendo condicional y con reservas, aún y específicamente en democracia.


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