miércoles, 12 de octubre de 2016

LA CONDICIÓN DE EXPLOTACIÓN SOCIAL DEL INDÍGENA (ensayo)



12 de Octubre de 1492: Entre la espada y la cruz el exterminio ha comenzado. Las dos indisolublemente unidas, empuñadas por los mismos invasores, las dos, espada y cruz, han pisado tierra firme...

“La conquista española de la nación azteca”, Diego Rivera


"…Nuestros indios siguen en el exilio. Son cinco siglos de horrendas mutilaciones. Por eso se despeñan en bagualas y vidalas, mientras sus cántaros de siglos nos lloran desde las tierras removidas o museo. Testimonian en el presente un dolor que no acaba y que nadie le ofrece fin."

Leda Valladares, Profesora de filosofía y pedagogía de la Universidad Nacional del Tucumán. Autora e intérprete popular.-



LA CONDICIÓN DE EXPLOTACIÓN SOCIAL DEL INDÍGENA (ensayo)



"A fines del siglo XV, según lo planteó el antropólogo brasileño Darcy Ribeiro, en el momento en que los conquistadores europeos arribaron a América existían en el continente aproximadamente setenta millones de aborígenes. Un siglo y medio después, de acuerdo a la misma fuente, solo había unos tres millones y medio de indígenas..." 

"Las venas abiertas de América Latina", Eduardo Galeano.- 




La conquista había nacido y evolucionado como una "gran empresa", que tenía una doble conformación y una doble misión, impulsada y sustentada por la Corona y la Iglesia. No se trataba sólo de un dominio material, sino también de la determinación de imponer una cultura sistémica sin dejar rastros de las otras que se encontrasen; lo que implicaba una visión a priori de rechazo fundamentalista a todo aquello que no le fuese propio, y de negación de la historia de las etnias pre-existentes. 

En primera instancia, los objetivos fueron los de hallar una ruta comercial alternativa para la comercialización de las especias, a las Indias Orientales -cuyo camino regular había sido dominado por los Otomanos-, pero una vez conocido el poderosísimo potencial de metales que América ofrecía, las metas y la ingeniería de la conquista dieron un giro trascendental. El modelo económico de explotación en América se adecuó a esta necesidad, estaba predeterminado acorde con el saqueo de oro y plata que motivó el fenomenal movimiento de recursos de toda índole para este fin; y consistía básicamente en la utilización de la masa de mano de obra esclava como instrumento fundamental del mismo. Sin ella no hubiera sido posible el gigantesco desarrollo material de la Europa mercantilista y el mismo proceso sentó las bases del capital originario que hizo sustentable el inicio y crecimiento del capitalismo de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. 

Aunque todo parece tan obvio, más aún, luego de revisar la documentación ofrecida en este trabajo, aún así, es necesario un análisis más preciso que nos aclare la condición social del indígena, a partir de su rol en el impuesto y nuevo modelo de producción. 

La fuerza de trabajo aborigen era el sostén desde donde se edificaría toda una estructura de expoliación que aseguraba las riquezas de la clase más alta. El indígena era esclavo en el sentido más estricto y preciso de la palabra: era una maquinaria de trabajo y por lo tanto en referencia a otro, un valor en sí, una mercancía -por supuesto no el sentido del significado de mercancía que alcanzaría este término en el proceso de producción moderna- lo era como aquello que posee un valor determinado, y no sólo eso, sino que era la mercancía más importante, pues contenía la capacidad de producir y reproducirse a sí mismo como valor de cambio y de venta, y ser el reaseguro del privilegio de la elite dominante. Por eso la necesidad de proteger la encomienda como institución no sólo vitalicia, sino también por dos vidas; prolongando el estigma social hasta los hijos y mujeres. Seleccionando la calidad de la mano de obra a través de la prohibición del matrimonio entre aborígenes, quedando sujeto el mismo a la aprobación del encomendero. 

El aniquilamiento del universo aborigen tuvo muchas formas, pero queremos destacar algunas en especial que la hemos citado con documentación de la época en nuestra región del N.O.A, se trataba del traslado compulsivo de pueblos enteros a beneficio del encomendero: la deportación temporal fue una convulsión social gravísima, porque más allá del flagrante abuso que ella implicaba; en si misma producía una disgregación en toda la red de contención tribal: en otras palabras la destruía como organización comunitaria. 

Diezmar, desbaratar, aislar: romper el vínculo tribal fueron algunas de las metodologías instrumentadas con el sólo propósito de "adaptar" al natural a un régimen que no admitía resistencias. Asimismo se los extraía de las plantaciones agrícolas a las que ya estaban acostumbrados de manera vital, y se los obligaba a trabajar en las minas de plata de la región. Ante esto es imperativo recordar al antropólogo Alberto Rex Gonzalex quien dice: "…los nativos forjaron culturas que eran verdaderos microcosmos en perfecto equilibrio con el medio, el traslado significaba la extinción total y definitiva". 

Desde La Iglesia, para ser sinceros, pocas fueron las auténticas expresiones de compromiso con el indígena; no obstante es justo mencionar a Fray Bartolomé de las Casas, al dominico fray Domingo de Santo Tomás, a fray Rodrigo de Loaysa y en nuestro territorio al Padre Diego de Torres, provincial de los jesuitas; y a los padres jesuitas de la Compañía, entre otros,  pero a decir verdad ellos fueron la excepción a la regla. 

Así y todo, la legislación de Indias no fue más que un barniz, en tanto la situación del indígena se mantenía igual o empeoraba con el paso del tiempo. Las Ordenanzas no se cumplían y paulatinamente fueron desapareciendo de la práctica institucional. 

No se trataba de un aspecto antojadizo de los encomenderos que impedían el cumplimiento de las leyes, y exigían seguir con el régimen anterior; era consecuente con la estructuración del sistema económico en la medida que todo el andamiaje colonial le servía como abastecedor de un mercado que apilaba fortunas y crecía. Al tiempo que ello originaba la nueva banca europea, importantes sectores de la creciente burguesía se cobraban su parte del fabuloso endeudamiento del Estado español para la "empresa de la Conquista", y así también del de la Iglesia que había construido obras espectaculares solventadas con el aporte de los principales prestamistas de la época. Europa, y no sólo España, desarrollaban un macro mercado; se producía y se intercambiaba todo lo que venía de América que se proyectó bajo la dependencia directa de la periferia. 


Vasco Núñez de Balboa utilizó muchos perros "comeindios" contra los nativos de Colombia y Centroamérica. Dibujo:Theodore de Bry.

Sí la piedra angular de la economía era la mano de obra esclava aborigen, el mercado de exportación de metales y mercancías configuraba el centro de dicha estructura, desde donde crecía una clase que se adueñó de la distribución de las ganancias, la renta, y acumuló el suficiente poder para institucionalizarlo en su beneficio. 

El problema que se planteaba era que la esclavización cada vez asumía características más desbastadores e inhumanas-como lo señalan documentos en el mismo N.O.A-, y de manera contundente remitía a prácticas inconcebibles para los principios que proclamaba la Corona y la Iglesia. Es decir se generó una crisis de orden ético, pero al mismo tiempo la realidad indicaba que si bien podría ser así para algunos, en el plano de la práctica la única fuerza motriz que mantenía en pie la continua acumulación de las riquezas era el sojuzgamiento y la explotación extrema del indio. 

En este esquema, "no importaba mucho" si la gran masa de mano obra barata se extinguía con cierta facilidad, lo esencial era que el modelo ya iba generado un importante desarrollo sostenible capaz de sustituir fuerza de trabajo e instrumentos productivos por otros. De tal forma que a la sombra de la extinción avanzada de los recursos minerales; ya empezaba a trasladar sus intereses a otros estamentos de la economía. 

Invasión de por medio el español, trajo consigo una determinada estructura económica, social y cultural que se impuso sin tapujo alguno. A partir de este ámbito concreto, el aborigen pasa a formar parte de las relaciones sociales de producción; y en tanto así, se ve forzado a abandonar sus relaciones anteriores, su grado de pertenecía al grupo social originario: a su tribu, a su pueblo; convirtiéndose progresivamente en una clase determinada por las condiciones objetivas del sistema. 

El supuesto histórico. 


Se trata de un lento proceso de transformación en las categorías económicas que conducen al aborigen a un nuevo y obligado lugar en el desarrollo de la sociedad; transmutando su papel de servidumbre a pastor, agricultor, artesano, peón, integrante de los movimientos insurreccionales, y una vez derrotado como tal; más adelante, asumiendo su entrada en el capitalismo incipiente como parte de la clase trabajadora nacional. Así se va diluyendo, confundiéndose entre el conjunto social con una precariedad existencial que demuele su identidad: es un sujeto alienado, perdido en sí mismo, que no se reconoce, que no tiene memoria de su pasado glorioso, en definitiva, no es más que(penosamente)un individuo conquistado. No será, sino solo cuando su presencia, ya integrada al contexto histórico-social, como parte sustancial de las experiencias de las luchas obreras, que su condición se trastoque progresivamente hasta alcanzar el momento decisivo de sus conquistas, aún sin autodenominarse como originario, pero ya sí consciente de su protagonismo de clase, no será hasta entonces, hasta irrumpir nuevamente la urbe como sindicato, como partido y luego como movimiento, con el 17 de octubre de 1945, que aquella Conquista de cinco siglos atrás, cobre una nueva dimensión: ese antes esclavo, ahora sabe, después de tanta sangre derramada, que la lucha de clases, expresada en distintos términos y categorías, siempre concluye siendo una sola en la diversidad de todas las sangres de América Latina.-


aportes en la crisis.-
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Este trabajo fue realizado con la contribución de textos y documentos invaluables de las bibliotecas de las Provincias de Catámarca, Tucumán, La Rioja y el Archivo Histórico de Córdoba.

Nuestro agradecimiento a todos.-







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