sábado, 17 de octubre de 2015

"LA JP NACIÓ MUCHO ANTES DEL '55"


Sobre el libro "Los muchachos peronistas: orígenes olvidados de la Juventud Peronista (1945-1955)" de Omar Acha



Con las patas en la fuente

1945 - 17 de octubre - 2015




"Los muchachos peronistas: orígenes olvidados de la Juventud Peronista (1945-1955)" de Omar Acha


ESPECIALISTAS

28/08/2011 Tiempo Argentino - Nota - Argentina - Pag. 28

Omar Acha

“La JP nació mucho antes del ’55”

El historiador, ensayista y docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA acaba de lanzar su libro Los muchachos peronistas, orígenes olvidados de la Juventud Peronista (1945-1955), donde indagó en los años fundacionales de Perón y Evita para comprobar la existencia, en ese entonces, de espacios y agrupamientos que se reconocían a sí mismos como juventudes peronistas. Además, reflexiona sobre la militancia juvenil kirchnerista y critica la postura de la izquierda hacia el gobierno nacional.


Tomás Forster tforster@tiempoargentino.com.ar


La construcción de la historia suele ser una tarea cambiante, incompleta e impredecible. Por más que el historiador se esfuerce por adentrarse de lleno en una época determinada del pasado nunca puede despojarse del todo de los límites, condicionantes y contingencias del presente. Pero la actualidad, muchas veces, también puede ser la motivación fundamental, el infaltable “gancho” que despierta el interés del historiador y que ocasiona que este comience a encontrarle un sentido coherente a su trabajo. Eso mismo le sucedió a Omar Acha.
A partir de la crecientes y amplias oleadas de militancia juvenil que emergieron en los últimos tiempos y de la persistencia del peronismo como identidad y fuerza política mayoritaria, este joven ensayista se propuso indagar en los años fundacionales de Perón y Evita para comprobar la existencia, en ese entonces, de espacios y agrupamientos que se reconocían a símismos como juventudes peronistas.
Orientado por esa hipótesis inicial, Acha fue acumulando datos y testimonios que, finalmente, derivaron en su flamante libro: Los muchachos peronistas, orígenes olvidados de la Juventud Peronista (1945-1955), editado por Planeta. En diálogo con Tiempo Argentino, el autor de Freud y el problema de la historia ahondó en los elementos principales de su escrito, analizó a la Juventud Peronista en las distintas etapas que transitó, reflexionó sobre la militancia juvenil kirchnerista y criticó la postura de la izquierda hacia el gobierno nacional.
–¿Por qué se propuso realizar este libro? –El interés por investigar la historia de la Juventud Peronista viene de una preocupación intelectual ligada a intentar dar cuenta de ciertos aspectos poco atendidos del peronismo. Y la motivación principal me surgió de este momento actual donde existe un discurso y una política que implica un retorno de las juventudes a la política. Entonces, es en este contexto, que propongo una investigación de los momentos iniciales de la JP que son anteriores a lo que se suponía que era su verdadero origen. Este provendría, según el relato tradicional, de la época de la autollamada Revolución Libertadora.
Básicamente, desde 1957. Se supone que un año después de los asesinatos de José León Suárez al conmemorar los fusilamientos se reúne una marcha del silencio convocada por un periódico peronista.
En esa marcha confluyen muchos jóvenes que habían estado activando en la Resistencia Peronista y que comienzan a tener reuniones y encuentros. Dos años más tarde, en el ’59, se crea la primera agrupación general y mesa nacional de la JP de la cual va a salir una revista que es Trinchera de la JP y ahí uno encuentra nombres clásicos de la Juventud como Gustavo Rearte, Alberto Brito Lima, Norma Keneddy de los que, con el paso del tiempo saldrían varias líneas, incluso muy antagónicas como se sabe. Lo que ese relato ocluía era la existencia de una JP anterior y mi interrogación apunta a los motivos por los qué se anuló la memoria de la JP en los tiempos de los dos primeros gobiernos de Perón.
–¿Con qué respuestas se fue encontrando a lo largo de la investigación? –En verdad fue un descubrimiento también para mí que haya existido una JP del ’46 al ’55. Lo que encontré es que en términos cuantitativos, no políticos, está primera JP tan desconocida era mayor cuantitativamente que la famosa JP de fines de los ’50 y principios de los ’60. La clásica y mal llamada primera JP estaba conformada por un conjunto de grupos minúsculos, desperdigados y enfrentados entre sí. Durante la resistencia quedó la idea de que había una JP numerosa pero no era así realmente.
–¿Por qué los jóvenes de la resistencia buscaron diferenciarse de la generación que los precedió? –La JP de la resistencia se construye a sí misma como el baluarte, la proa de un peronismo crítico del orgánico que había fracasado en sostener el poder popular en el ’55. Los jóvenes peronistas dicen que el partido se había burocratizado, que los dirigentes habían transigido, que el vicepresidente Alberto Teisaire había traicionado, que la CGT no había estado a altura de las circunstancias. Los jóvenes de la resistencia aparecían, entonces, como los inmaculados y como aquellos que venían a sostener la militancia y la combatividad.
Cualquier tipo de recuerdo de una JP anterior al ’55 conspiraba contre el proyecto político y la identidad que creó la Juventud de la resistencia.
–A partir de los testimonios y datos recopilados, ¿cómo caracterizaría a la juventud que emergió durante los dos primeros gobiernos peronistas? –Ya desde el año ’46 existen organizaciones en diversos puntos del país que se titulan como juventudes peronistas en el seno de los Ateneos o de otras formas de organización juveniles. Desde el año ’51, el Partido Peronista promueve la construcción nacional de un movimiento juvenil peronista orientado a colaborar, sobre todo, en la reelección de Perón en el ’52.
Los jóvenes peronistas de la resistencia, como me dijo un testimonio, decían que los jóvenes anteriores eran “tres burócratas a sueldo de Teisaire”, pero en realidad la primera juventud peronista proviene de diversos orígenes. Del nacionalismo conservador, de la Alianza Libertadora Nacionalista, del catolicismo, pero otros del radicalismo y de sectores del yrigoyenismo que se peronizaron.
–¿Con qué tipo de escritura se va a encontrar el lector de Los muchachos peronistas, orígenes olvidados de la Juventud Peronista (1945-1955)? –Por un lado, estoy obligado como historiador a esforzarme en sostener una suerte de aparato científico que soporte mi hipótesis que no es para nada intuitiva porque cualquier persona que conoce de historia argentina te dice que la JP nació después del ’55 y yo vengo a decir que nació mucho antes. Para demostrar eso tengo que presentar abundante documentación.
Eso le imprime al escrito una prosa académica y una exigencia de demostración. Pero, al mismo tiempo, como los acicates intelectuales de este libro tienen una dimensión política y yo quiero intervenir en un debate contemporáneo, el texto reconoce un esfuerzo de comunicación y una estética ensayística. Por eso es un libro que puede ser leído no sólo por universitarios o militantes políticos sino también por un público más amplio.
–¿De qué manera el libro puede intervenir en los debates políticos actuales? –El filo más importante que encuentro, en la investigación, es que la necesidad de repensar críticamente al peronismo sigue estando a la orden del día. No se dijo todo lo que se podía decir respecto del peronismo. La transformación de las condiciones históricas en las cuales pensamos y actuamos nos insta a repreguntar y a visualizar que esa historia puede ser contada siempre de una nueva manera. El descubrimiento de la JP durante el primer peronismo es un ejemplo, entre otros, de la certidumbre de que la historia puede ser contada de otra forma inesperada y que las preguntas que podemos hacerle a esa historia se transforman al calor de las interrogaciones de nuestra vida colectiva.
En este sentido, es también una investigación sobre la fragilidad de la memoria.
–¿Qué actualidad puede tener, en este momento, poner sobre la mesa que la JP se originó en el primero gobierno peronista? –En principio transforma el concepto histórico de lo que es la historia de la JP.
Aquello que se entendía como su nacimiento hoy se transforma, a partir de esta investigación, en un segundo momento.
Pero, sobre todo, hay un gran interrogante que indago en mi argumentación que es por qué la primera JP no logró constituirse como un sujeto político que dejara huellas importantes que obligara a las juventudes posteriores a reconocerla como un antecedente. Lo que trato de demostrar es que, a pesar de su creciente relevancia, la primera JP nunca tuvo una autonomía política y estratégica. No se pudo dar una política propia. El horizonte político de esta primera JP era apoyar a lo que ellos consideraban que era un gobierno popular que estaba sometido al fuego graneado de la oposición. Como en ese momento no existía la idea de que la juventud era un sujeto político, en sí mismo, tampoco se plantearon avanzar realmente en el organigrama del Partido Peronista donde había tres ramas: la masculina, la femenina y la CGT. Recién a principios de los ’70, y por tres años, la JP va a ser una rama hasta que el general Perón elimine esa rama. Esto abre la pregunta sobre cuál es el status político actual de las diversas juventudes actuales porque no está la medida que poseen una capacidad e incidencia estratégica propias o qué tipo de proyección particular tienen.
–En ese sentido, ¿qué relevancia tiene el ingreso creciente de los jóvenes a la militancia política? –La reemergencia de las juventudes en el escenario social y político argentino encuentra su punto de inflexión en 2001.
Si uno ve las formas de militancia y la presencia en las calles, la juventud empezó a reemerger y pensar en nuevas formas de movilización. Por supuesto, la llegada del kirchnerismo supuso un cambio importante y el conf licto del campo, de 2008, implicó una nueva inflexión y una modificación de lo que se venía dando. Tengo muchas expectativas respecto de hacia donde puede dirigirse un ánimo político joven que se plantee de una nueva manera los dilemas de la Argentina. Una nueva generación política, social e intelectual que no se agote en la repetición de viejos dilemas sino que afronte de una manera mucho más radical los conflictos de nuestra sociedad.
–Como el peronismo hizo en su momento con la generación de los años setenta pero a tono con las características de esta época, ¿considera que el kirchnerismo reestableció condiciones y perspectivas de igualdad entre las nuevas camadas? –Una diferencia importante entre la plural y diversa militancia kirchnerista actual y la juventud de los ’70 es que las juventudes kirchneristas no plantean una transformación social radical. Incluso, un referente de una parte importante de esa juventud, Andrés Larroque, contó en una entrevista que Néstor Kirchner estaba a la izquierda de ellos. Si uno analiza los discursos y las prácticas políticas de las juventudes kirchneristas no se advierte una voluntad de cambio profundo. Sin embargo, uno encuentra en ciertas iniciativas del kirchnerismo elementos progresivos y democráticos que exceden la imaginación política de este sector de la juventud. La Ley de Medios, el matrimonio igualitario y varias medidas más.
–Pero si la Cámpora tiene ese supuesto carácter moderado, ¿por qué los medios concentrados y la oposición conservadora parecen tan preocupados por su crecimiento y buscan demonizar a sus militantes y referentes? –Las interpelaciones o invocaciones a la juventud que esta Argentina kirchnerista abre son múltiples. Ciertos relatos mediáticos centralizan y reducen en La Cámpora un proceso de demonización de la juventud politizada que es muy funcional para miradas conservadoras que en el fondo rechazan la idea de una juventud y de nuevos sujetos sociales y políticos. Ahora, a partir de la marcada af luencia de jóvenes al kirchnerismo, todos los espacios y partidos dicen tener juventud pero no se ve en ningún caso que se tenga una noción política de la juventud y sobre las cuestiones que la distinguen de otras vertientes. Y esto también le sucede a la izquierda que es la familia política de la cual provengo.
Para alcanzar una construcción desde la propia juventud es necesario tener una concepción histórica y social de ella en la historia nacional y mi libro trata de ser un aporte en ese sentido. Además, estas juventudes políticas que surgieron en los últimos tiempos son básicamente de la clase media, pero me preguntó: “¿Qué pasa con la multitud de jóvenes que están en las esquinas, en situaciones de marcada marginalidad y que no tienen horizontes?” –¿El kirchnerismo no desarrolló políticas reparadoras para estos sectores? –Claro que sí. El impulso a la educación, la Asignación Universal por Hijo, el reparto de netbooks son iniciativas muy importantes. El kirchnerismo tiene una política de inclusión como la tienen los gobiernos democráticos y populares de Brasil, Ecuador, Bolivia, Paraguay y Venezuela.
Sólo que aún falta muchísimo por hacer, incluso, desde una mirada reformista.
–¿Considera posible la articulación entre el kirchnerismo y la izquierda? –Teniendo en claro el horizonte reformista del kirchnerismo, las izquierdas podrían tener una relación más interesante que la de una mera oposición cuando efectivamente puede haber aspectos positivos del kirchnerismo. Considero que para que se dé esta articulación tiene que pasar tres cosas: que el kirchnerismo profundice sus aspectos progresivos y reformistas que conducen a una mejora de la vida de las clases populares, que genere una novedosa articulación política y que la izquierda modifique los esquemas con los que se aproxima y observa a las políticas reformistas y populares latinoamericanas.
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Desvelos de un historiador comprometido

Su formación es el fruto de sus diversas inquietudes. En su obra conviven la dialéctica marxista, el psicoanálisis, la historia argentina y el peronismo.
Lejos del historiador aferrado a su nicho académico, Acha asume una posición pública sobre las problemáticas y desafíos que recorren a la Argentina actual y valora los avances y mejoras logrados, desde 2003 en adelante, sin perder de vista su principal preocupación: la reconstrucción de una izquierda que aún no pudo renovar ni actualizar sus vetustos y desafor tunados esquemas. Acha escribió, entre otros, los libros El sexo de la historia (2000), Car ta Abierta a Mariano Grondona: interpretación de una crisis argentina (2003), La trama profunda.
Historia y Vida en José Luis Romero (2005), La Nación futura. Rodolfo Puiggrós en las encrucijadas argentinas del siglo XX (2006), La nueva generación intelectual (2008), Las huelgas bancarias de Perón a Frondizi (2008).


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