sábado, 14 de noviembre de 2015

NOCHE NEGRA TERRORISTA PARA LA CIUDAD LUZ Por Eduardo Febbro / Desde París


Un policía observa la situación junto a un cadáver, en la entrada al teatro Bataclán, después del asalto de las fuerzas de seguridad.
Imagen: EFE



EL MUNDO › AL MENOS 150 MUERTOS EN EL PEOR ATENTADO EN LA HISTORIA DE PARÍS. ABRIERON FUEGO EN SIETE LUGARES PÚBLICOS


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Noche negra terrorista para la Ciudad Luz

Los ataques coordinados marcan un hito en el modelo operativo: fue una acción multiobjetivos, desencadenada de noche y en barrios de calles muy estrechas, que combinó tiroteos a mansalva con detonaciones suicidas. Hollande cerró las fronteras.


Por Eduardo Febbro / Desde París



El tercer objetivo fue París. El corazón de la luz quedó terriblemente herido. Una ciudad fantasma cerca de una medianoche surcada por las estridentes sirenas de la policía y las ambulancias. A esa hora, había al menos 150 personas muertas al cabo de siete ataques terroristas perfectamente coordinados que marcan un hito en el modelo operativo: fue una acción multiobjetivos, desencadenada de noche, lo que es extremadamente raro, y en barrios contiguos de calles muy estrechas, lo que facilita la fuga de los terroristas y dificulta el trabajo de las fuerzas policiales. El mensaje ha sido de una barbarie absoluta: los terroristas cometieron su matanza en el mismo barrio donde, en enero de 2015, los jihadistas asesinaron a 12 personas miembros del semanario satírico Charlie Hebdo. Se trató, de hecho, de una combinación de modos operativos: acción en plena calle contra bares y restaurantes, secuestro masivo dentro de una sala de espectáculos y acción suicida con explosivos escondidos en el cuerpo.

A partir de las 21.20, en un lapso de tres horas, los comandos coordinados atacaron el Estadio de Francia, la cancha de fútbol donde la selección local disputaba un partido amistoso contra Alemania en presencia del presidente, François Hollande; varios cafés del distrito diez de París y un teatro en el barrio 11 de la capital francesa. El mayor número de muertos se registró en el teatro Bataclan, en el número 50 del Boulevard Voltaire, donde los terroristas se refugiaron. Esta conocida sala de espectáculos de la capital ofrecía un concierto del grupo de rock Eagles of Death Metal. Uno de los espectadores que sobrevivió contó que, poco antes de que entraran los terroristas, el cantante de Eagles of Death Metal clavó un cuchillo en el amplificador. Cinco o seis minutos después se escucharon las primeras detonaciones dentro de la sala. Otro testigo que asistía al concierto ofreció un testimonio desconcertante. Según narró anoche a los medios, el joven escuchó a dos terroristas decir “Es la culpa de François Hollande, es la culpa de su presidente. No tiene por qué intervenir en Siria”. Poco después de medianoche las fuerzas de seguridad lanzaron el asalto para liberar a las decenas de rehenes retenidos en el Bataclan. Según las informaciones confusas provenientes del teatro, habría entre 80 y cien muertos al final de este ataque. Los cafés situados en los alrededores del Bataclan se convirtieron en auténticos hospitales. Antes de la intervención de la fuerzas especiales, el presidente francés, François Hollande, había pronunciado las frases más duras de su mandato: “es el horror”, dijo Hollande. El mandatario decretó luego el estado de urgencia en todo el país y ordenó el cierre de todas las fronteras. A su vez, la clase política decidió suspender la campaña electoral en curso de cara a las elecciones regionales del mes de diciembre.

Un periodista de la cadena francesa Europe1 que se encontraba por azar dentro del teatro Bataclan aseguró, cuando logró escapar, que había visto “una decena de cadáveres en el suelo entre charcos de sangre”. Los rehenes que se comunicaban con sus allegados con teléfonos celulares durante el secuestro narraban escenas de un horror total: “Esto es una carnicería, hay muertos y heridos en cada rincón”, contó a su novia por SMS un joven que estaba en el interior de la sala de espectáculos. Las primeras informaciones sobre los autores de estos múltiples actos terroristas dan cuenta de que se trata de cuatro muchachos jóvenes, que hablaban perfectamente francés. Todos habrían muerto en el curso del operativo policial. Dos fueron abatidos por la policía y los otros dos hicieron detonar un cinturón cargado de explosivos. Los atentados aún no han sido reivindicados pero, en su alocución, François Hollande, aseguró “sabemos de dónde vienen y quiénes son”.

Entre las 21 30 y más allá de la medianoche París fue un escenario de guerra urbana. Los operativos terroristas más sangrientos cometidos hasta ahora en una capital europea tienen dos actores distintos, dos grupos separados: uno, el cometido en los alrededores del Estadio de Francia contra un restaurant, un McDonald’s y uno de los accesos de la cancha de fútbol. Muchos especialistas y testigos aseguran que se evitó lo peor porque los terroristas tenían planeado ingresar a la cancha en pleno partido y hacerse explotar entre el público. No lograron ingresar y por eso el acto suicida fue cometido en las inmediaciones del Estadio de Francia. El segundo, que es en realidad una serie, golpeó el corazón de París. El primer tiroteo empezó después de las nueve y media de la noche de la noche en la Rue Bichat (distrito 10), cerca del restaurant Le Petit Cambodge. Un comando compuesto por varios hombres abrió fuego contra los clientes del restaurant y otros bares de esta zona nocturna muy frecuentada. Hacia las diez de la noche intervino el tercer ataque, en el distrito 10. Los terroristas eligieron el café La Belle Equipe. Según varios testigos, un hombre bajó de un auto y abrió fuego contra la terraza del café. El atacante volvió a subir al vehículo y se escapó. En la fuga, a lo largo del Boulevard de Charonne, los terroristas dispararon contra los transeúntes. Este recorrido sangriento dejó un saldo de 19 muertos. Lo que se ignora aún es si fue este grupo que atacó los dos cafés el que luego ingresó al teatro Bataclan y perpetró la mayor matanza. En total, entre el Estadio de Francia, el ataque a los cafés de los distritos 10 y 11 y la toma de rehenes en el teatro Bataclan hubo 7 acciones que dejaron más de 150 muertos y decenas de heridos, muchos de ellos en un estado muy grave. “Caminé sobre charcos de sangre y montones de cuerpos”, contó uno de los sobrevivientes. La tragedia volvió a llamar a la puerta de Patrick Pelloux, el médico de urgencia que colaboraba con el semanario Charlie Hebdo y que, inmediatamente después de la acción contra el semanario, asistió a los heridos del atentado. Esta vez volvió a intervenir en una situación aún más dramática por el número de muertos: “es una carnicería digna de una guerra”, dijo el médico.

Los jihadistas eligieron este 13 de noviembre con todo el peso del símbolo que acompaña esta fecha: los atentados se produjeron el día en que se puso en marcha la alerta global de la policía activada especialmente con vistas a la Cumbre sobre el Clima (COP 21) que se llevará a cabo en París entre el 30 de noviembre y el 11 de diciembre. En relación con ese mega evento que debía contar con la presencia de más de 180 jefes de Estado y de gobierno Francia había suspendido este mismo viernes 13 de noviembre la validez de los acuerdos de Schengen que permiten la libre circulación de las personas entre ciertos países de la Unión Europea. Hacía varias semanas que el Estado había encendido todas las luces rojas ante la amenaza terrorista. Francia es el país más amenazado por los jihadistas del Estado Islámico. Desde enero pasado, o sea, los atentados contra Charlie Hebdo y el supermercado kasher del este de París (17 muertos) los servicios secretos lograron anticiparse y desactivar más de seis proyectos de atentados en Francia. La serie de atentados que azotó anoche París interviene igualmente en un contexto político muy cargado. El lunes debía llegar a Francia en visita oficial el presidente iraní, uno de los peores enemigos del Estado Islámico. Lo cierto es que este grupo radical sunnita golpeó tres veces en las últimas semanas, en tres países distintos: el avión ruso que salió de Egipto y se desintegró en el cielo del Sinaí, el atentado en Líbano, contra el Hezbolá, aliado de Siria y de Irán, y, ahora, en París. El año termina como empezó, con una ciudad casi vacía, con gente que se cruza y se vigila de reojo con la sospecha de que el otro puede ser un terrorista asesino.



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